Elena Tablada y Javier Ungría sufren un inesperado revés: su juicio ha sido suspendido

Elena Tablada no se encuentra en su mejor momento. Tal y como nos confirma su entorno, está triste, agobiada y expectante. Desde Vanitatis nos hemos puesto en contacto con ella, pero por razones legales ha preferido no darnos detalles de la situación. Y es que este miércoles debía acudir al juzgado para responder a la demanda de su exmarido Javier Ungría, tal y como adelantaba la revista 'Semana'. La cita era a las nueve de la mañana y el asunto legal que se presenta es la solicitud de la custodia compartida. Todo esto ha cambiado en pocas horas. Según apuntan desde 'Semana', el encuentro en los juzgados se ha pospuesto por "falta de jueces".

Hasta ahora, esa responsabilidad la ejercía la madre, y Ungría tenía las puertas abiertas al que había sido el domicilio conyugal. Tenían un acuerdo verbal para mantener el equilibrio familiar. Por parte de la diseñadora se amoldaba a los horarios menos convencionales del empresario, propietario, junto con su padre, de un restaurante en el barrio de Salamanca. La relación afectiva entre ellos ha sufrido vaivenes y en muchas ocasiones por “agentes externos”, y así lo confirman a Vanitatis: "Si no se hubieran entrometido personas ajenas al matrimonio, la historia no habría llegado a los juzgados".

Ellos lo tenían más o menos solucionado, incluso si hablamos del tema económico. Aseguran que no era cierto que Elena Tablada quisiera una pensión compensatoria, sino una cantidad mensual ajustada al nivel de vida que llevaba hasta ahora su hija. Y sobre todo, lo que quería y por lo que se expone en la respuesta a la demanda de Ungría es que las hermanas crezcan juntas en el mismo ambiente familiar. Eso no significa que la niña no tenga también la vida en común con el padre, como ha sucedido hasta ahora.

En cuanto al tema económico hay que recordar que, durante el tiempo que duró el matrimonio, el empresario vivió en la casa que en su día compró David Bisbal para su hija, que era al fin y al cabo el domicilio familiar. Tras la separación, Elena Tablada mantenía su casa y Javier Ungría participaba en la manutención de su hija, pero sin que hubiera establecida una cantidad por una sentencia judicial. Tampoco habían iniciado el proceso de divorcio y los arreglos eran de palabra.

Sin embargo, algunos desencuentros económicos y la intención de un equilibrio familiar motivaron que el empresario decidiera solicitar formalmente la custodia compartida. En un principio, Ungría planteó esta medida, pero tiempo después la desestimó: le resultaba complicado conciliar su vida laboral con la crianza de una niña tan pequeña. Después, la volvía a solicitar, con el resultado de que este miércoles ambos se verán las caras en los juzgados.

De una separación amistosa pasaron a una situación con complicaciones que ha acabado en el juzgado de familia. Hace unos días, Elena Tablada, Javier Ungría y varios familiares estuvieron juntos en el colegio de la niña para la fiesta de fin de curso. Testigos presenciales aseguran a Vanitatis que hubo saludos entre todos y que aparentemente la crisis emocional parecía estabilizada y sin que hubiera luchas judiciales por medio. Pero la realidad es que no ha sido así y la historia con final feliz habrá que dejarla para un futuro lejano y una vez que se sepa la decisión del juez.