Adiós a Carmen Sevilla, la elegante de las "mi armas" junto a Paquita Rico y Lola Flores
La actriz ha vivido los últimos años de enfermedad resguardada del ojo público según su propia decisión. En su juventud, formó tándem junto a folclóricas como Flores o Paca Rico
Carmen Sevilla ha fallecido, a los 92 años, este martes en Madrid, tras varios días ingresada en la Fundación Jiménez Díaz y acompañada por su hijo, que ha sido quien la ha resguardado del interés mediático.
Una decisión, esta última, que fue consensuada por los dos cuando ya comenzó su deterioro mental y ella misma era consciente de cómo iba a ser su futuro, con una vida sin recuerdos. Antes de que llegara ese día del olvido, la artista abandonó su piso del paseo de Rosales y se instaló en 2015 en la que iba a ser su nueva casa: una residencia en la localidad de Aravaca. Allí estaba cuidada y por decision suya que comunicó a su hijo eligió que los amigos la recordaran como era antes de que apareciera la soledad de los sin recuerdos.
Hubo algunas personas que eran casi familia, como Norma Duval, que no estaban muy de acuerdo con esa decision de no poder ver a la que había sido casi como una segunda madre para ella. No lo entendía, como tampoco otras amistades cercanas con las que almorzaba una vez a la semana una vez enviudó de Patuel. Para más señas de esta relación intensa que existía, la vedete contaba que “Carla y Augustito se han criado juntos” y Agripina, la que fue empleada de hogar, está enterrada junto a su padre. A Norma le quedará siempre esa pena.
A pesar de lo que se ha escrito y comentado muchas veces sobre su cambio de domicilio, fue la propia Carmen la que no quería que su deterioro fuera público. En una ocasión, tuvo un esguince y salía por el barrio en silla de ruedas. Lo hizo solo tres veces, porque se negaba a ser la protagonista de encuentros con el vecindario. “No quiero ser 'paseando a Miss Daisy", decía, comparándose con la protagonista de la película. En algunos de esos paseos domingueros por el barrio se la veía feliz cuando la acompañaban su hijo, su nuera y el nieto. Otras veces, citaba a los periodistas en su casa y después les invitaba al aperitivo en Rosales 20, un local del que decía era como la ampliación de su salón.
Sufrió con la separación del hijo, pero nunca opinó públicamente sobre el asunto. Lo único que llegó a comentar con sus amistades era que allí estaba ella para lo que necesitara. Augusto tuvo una adolescencia complicada que él mismo llegó a reconocer a los periodistas. En una entrevista en la revista 'Protagonista', el chico reconoció que hubo una etapa en la que “hice sufrir a mi madre con las cosas que hacía”. Una vez que el joven maduró, las relaciones filiales fueron potentes. Y así lo ha demostrado con el cuidado y dedicación que, durante todos estos años, Augusto Algueró García Galisteo le ha dedicado a su madre.
Antes de ese viaje sin retorno al país del olvido, los viernes tenía una cita fija. Salía a comer con su amiga Marily Coll, Rubén Domínguez, María Rosa y se sumaban Gonzalo Presa y algún periodista. Los lugares preferidos eran Lucio y Currito en la Casa de Campo. Cuando entraba en el local de la Cava Baja retomaba su papel de artista y se convertía en la Carmen de España, lanzando besos a la clientela. El paseíllo hasta su mesa se hacía interminable. Los elogios y efusiones de los admiradores eran lo habitual y la artista sonreía, se dejaba abrazar y besar. Marily Coll, que le hizo todo el vestuario para 'Cine de barrio' recuerda esos almuerzos donde lo pasaban muy bien. “Íbamos a buscarla a su casa de Rosales. Cuando ya entró en la residencia dejamos de vernos porque así lo quiso ellla, y su hijo lo único que hizo fue cumplir con su deseo”.
Una vida afectiva complicada
Carmen no tuvo una vida fácil en la parcela afectiva. Sufrió las continuas infidelidades de Algueró y cuando ya encontró al amor de su vida, en la figura de Vicente Patuel, se le fue, como decía, “demasiado pronto". Esos primeros tiempos de viuda fueron una etapa triste y depresiva de la que consiguió salir gracias a sus amigos. Uno de ellos era Moncho Ferrer, su paño de lágrimas y la única persona ajena a la familia que ha estado con ella en estos últimos tiempos. La visitaba en la residencia y mantenía esa discreción absoluta que marca la lealtad y fidelidad a la amiga querida.
La actriz que enamoró a Cantinflas y desechó su propuesta de matrimonio, y le devolvió el anillo, con un brillante del tamaño de un garbanzo, por consejo de Lola Flores. Tuvo otros tantos admiradores y decía en su memorias que la vida le había dado muchas alegrías, pero también muchas lágrimas.
Por fin las “mi armas”, apodo con el que se conocía a Lola Flores, Carmen y Paca Rico vuelven a estar juntas. Lola era la folclórica; Paca, la guapa, y Carmen, la elegante.
Augusto Algueró Galisteo ha sido quien ha comunicado el fallecimiento de su madre a los 92 años. Descanse en paz
Carmen Sevilla ha fallecido, a los 92 años, este martes en Madrid, tras varios días ingresada en la Fundación Jiménez Díaz y acompañada por su hijo, que ha sido quien la ha resguardado del interés mediático.