Silvia Fernández, premio Princesa de Girona: de la enfermedad de su hermana a su propia fundación

Los Premios Princesa de Girona reconocen el trabajo de cinco jóvenes que buscan la solución a grandes problemas globales. Algunos trabajan para frenar el cambio climático o controlar la obesidad. Sin embargo, la categoría social tiene un objetivo más emotivo. Silvia Fernández Cadevall será galardonada en la ceremonia de esta tarde por su trayectoria acompañando a personas con enfermedades o que están pasando por los últimos momentos de sus vidas.

Su labor es esencial y, por ello, va a ser reconocida junto a Sabrina Habib, Marc Schneeberger, María Dueñas y Rafael Jordà. Los cinco son grandes referentes para la juventud y estarán presentes en la ceremonia de entrega de premios junto a la princesa Leonor, la infanta Sofía y sus padres, los reyes Felipe y Letizia.

Su trayectoria profesional es impecable. Estudió el Grado de Educación Social por Universidad Ramon Llull, posteriormente realizó un máster en Investigación Clínica en la Universidad Internacional de Cataluña. En su trabajo final buscó la manera de reducir el dolor emocional de personas con enfermedades avanzadas a través de talleres de expresión artística.

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A raíz de este trabajo fundó la Fundación Arte Paliativo. Esta tiene el objetivo de mejorar las condiciones de vida en todos los ámbitos de las personas que padecen alguna enfermedad crónica o que están pasando las últimas etapas de su vida. En estas situaciones, es importante cuidar sus necesidades emocionales, espirituales y sociales. Para ello, Silvia ha creado arteterapias.

Su labor ha sido reconocida en varias ocasiones y recibido importantes premios como el del Colegio de Educadores Sociales de Cataluña, el Jóvenes Emprendedores Sociales UE o el premio de la Fundación MásHumano. Sin embargo, su mayor motivación viene del lado personal y de la satisfacción al realizar su trabajo.

Parte de este proyecto comenzó en su infancia. Su hermana padecía una enfermedad rara, por lo que para comunicarse hacían juegos o pintaban. Algo divertido y adaptado a su edad que hacía fácil la comprensión entre las pequeñas. Al ser más mayor, comenzó a cuidar a su abuela en las últimas fases de su vida. Junto a ella, confirmó la importancia de escuchar y dar amor a las personas en situaciones vulnerables.

En sus sesiones y proyectos apunta con ilusión cada detalle de la persona que tiene enfrente. Estudia su comportamiento y aprende de ellas recetas de cocina o trucos caseros que usar en el día a día. Así demuestra a cada paciente su sabiduría y su importancia en el mundo para que se sientan útiles y comprendidos. Es una labor preciosa que merece este gran reconocimiento.