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Amalio de Marichalar, sobre San Fermín, la familia y el Rey: "Don Juan Carlos nos ha legado la democracia y ha reconocido sus errores"
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ENTREVISTA

Amalio de Marichalar, sobre San Fermín, la familia y el Rey: "Don Juan Carlos nos ha legado la democracia y ha reconocido sus errores"

El conde de Ripalda celebra un año más la gran fiesta de los navarros en la iglesia de su barrio, Chamberí. Antes del chupinazo hablamos con él sobre la monarquía, la importancia de la familia y su reciente papel de abuelo

Foto: Amalio, durante la celebración. (Cortesía)
Amalio, durante la celebración. (Cortesía)

Amalio de Marichalar (Pamplona, 65 años) es superbuén bailarín. “Todo el mundo me califica de serio pero también me gusta bailar. Desde siempre. El rock, el vals… Abarco todo el espectro”, confiesa en torno a un café en el bar Richelieu, uno de los legendarios locales de Chamberí. Hoy, durante la celebración de San Fermín también se atreverá con la jota: “Improviso un poco, como con las sevillanas. Y aunque no canto nada bien también me arrancaré con una jota”. Como todos los años, la iglesia de San Fermín de los Navarros, en la calle Eduardo Dato, congregará a los navarros que estén lejos de Pamplona y quieran celebrar el comienzo de una de las fiestas nacionales más populares.

Amalio, como viceprefecto de la real congregación –“ejerzo igual de general que de soldado, me toca hacer todo tipo de cosas”–, es el encargado de lanzar el chupinazo: “Se toca el carrillón, nos ponemos los pañuelos rojos, se cierra parte de la calle y yo digo unas arengas: ‘Navarros, madrileños, ¡Viva San Fermín! ¡Viva el rey nuestro prefecto! ¡Viva Navarra! ¡Viva España. Todo el mundo grita a la vez. Es estremecedor, maravilloso”, continúa, ya entusiasmado con la celebración que se avecina. “Luego bailamos y tomamos chistorra y vino clarete. Después de un buen rato nos vamos a comer a algún restaurante navarro que ya está reservado”. Este año está especialmente emocionado porque su nieta Constanza, de dos años, acudirá por primera vez a la celebración: “Se quiere poner el pañuelo rojo”.

placeholder Amalio de Marichalar con su nieta Constanza. (Cortesía)
Amalio de Marichalar con su nieta Constanza. (Cortesía)

El hermano mayor de Jaime y Álvaro de Marichalar —y de otros tres tan poco mediáticos como él— es un hombre de una simpatía hechicera. “En las bodas siempre pido que me sienten donde más juego pueda dar”, explica, consciente de su capacidad para socializar. También es un hombre de tradiciones. Conoció a su esposa, Amalia de Corral, en una manifestación antiabortista; su abuelo, Luis de Marichalar, fue alcalde de Madrid, ministro de Defensa con Alfonso XIII y fundador de la Legión. Aunque falleció antes de nacer él, ha crecido escuchando anécdotas sobre su figura: “Un día, el rey Alfonso XIII invitó a mi abuelo y otros alcaldes a comer a palacio. Cuando llegó el postre, trajeron un bol con agua para lavar la fruta y entonces uno de los invitados lo cogió y se bebió el agua. Los demás se miraron desconcertados mientras esperaban la reacción del rey, y el monarca, en un gesto de elegancia, cogió su bol y también se bebió el agua”.

Amalio y Amalia no solo comparten nombre. También tienen tres hijos, Blanca, Inés y Amalio, y este año han sido doblemente abuelos: han nacido Inés, de dos meses, y Amalia, de dos semanas. “Soy un abuelo novato. Voy aprendiendo. Cojo la niña, parriba, pabajo. Te pones en forma porque los niños pesan. Y luego el carrito. Cuando tengo tiempo les llevo al parque. Soy un abuelo entregado y una persona muy familiar. A mis hijos les cambié muchos pañales”. Si hay algo, además de la familia y San Fermín, por lo que Amalio siente devoción, es la provincia de Soria, la ciudad a la que los Marichalar llevan vinculados desde el siglo XII, cuando sus antepasados, junto con otras 11 familias de alcurnia, fundaron la urbe. Por eso, tanto fines de semana como veranos o fiestas de guardar, no existe un día libre en el calendario patrio que no aprovechen para escaparse a la ciudad. Y aunque esa pasión pueda generar desconcierto —“Cuando llegaban las vacaciones, [la reina] Letizia me miraba con resignación: ‘¿Y vosotros qué... Otra vez a Soria?”—, lo cierto es que a ellos no se les ocurre un destino más atractivo, más familiar, más suyo. “A veces también me acerco entre semana. Voy y vuelvo en el día, se tardan solo dos horas”. En cuanto llegan las vacaciones, allá que van: “Este año con los niños, con más razón. Es un sitio tranquilo y fresquito”.

placeholder Amalio de Marichalar, en una imagen de archivo. (Europa Press)
Amalio de Marichalar, en una imagen de archivo. (Europa Press)

En Soria poseen Casa Fuerte, una construcción sólida de gruesos muros de piedra llena de cuadros y libros históricos que recuerda a un museo. Del portón de entrada cuelgan unas cadenas que indican que allí ha pernoctando un rey. Ocurrió en 1919, cuando su abuelo Luis de Marichalar invitó a Alfonso XIII a inaugurar el museo numantino. De esa época data lo que la familia denomina el “baño del rey”, un aseo que su abuelo mandó remodelar con suelos de baldosa hidráulica y baños de la época que la familia ha mantenido tal cual y aún utiliza. Con semejantes antecedentes, su defensa a ultranza de la monarquía queda fuera de toda duda. “Don Juan Carlos es para mí una figura histórica que ha hecho una labor fundamental para España porque trajo ni más ni menos que la democracia. Una labor tan magna que empequeñece cualquier otro problema que como persona haya podido cometer. Porque esa es otra de las cosas de la sociedad. Parece que todo el mundo hace todo bien y nunca se equivoca. Nunca nadie pide perdón por nada. El Rey padre ha reconocido las cosas que no han estado bien, es un mérito añadido”.

placeholder Amalio con Inés, su otra nieta. (Cortesía)
Amalio con Inés, su otra nieta. (Cortesía)

Si defender la monarquía está en el ADN del conde de Ripalda, también lo está en el de su esposa. De hecho, Amalia es prima de Leticia Espinosa de los Monteros, la amiga que en 1987 acompañó a Elena de Borbón hasta París para realizar un curso de literatura francesa y donde se fraguó la relación entre la hija del Rey y Jaime de Marichalar, quien en esa época vivía en al capital de Francia. Hoy, todo aquello queda lejos, pero poco ha cambiado del amor por los suyos. “Al final de la vida hay cuatro cosas importantes. La familia es una de ellas. A veces hay problemas, claro. Pero por encima de todo eso está el cariño, la confianza y el aunar fuerzas”, asegura Marichalar mientras termina su café.

“La amistad también es muy importante. Te vas con un amigo a la sierra a tomarte una tortilla y un gazpachete y yo soy mucho más feliz que yendo a un sitio sofisticado”. En efecto, se acabaron las sofisticaciones. La hora apremia y Amalio se despide. En breve cambiará su elegante chaqueta azul marino por un pañuelo rojo al cuello, y alzará su voz por encima del gentío reunido frente a la iglesia de San Fermín de los Navarros: “¡Viva San Fermín! ¡Viva el rey nuestro prefecto! ¡Viva Navarra! ¡Viva España”, celebrará, con su nieta en brazos, bajo el ardiente sol de media mañana.

Amalio de Marichalar (Pamplona, 65 años) es superbuén bailarín. “Todo el mundo me califica de serio pero también me gusta bailar. Desde siempre. El rock, el vals… Abarco todo el espectro”, confiesa en torno a un café en el bar Richelieu, uno de los legendarios locales de Chamberí. Hoy, durante la celebración de San Fermín también se atreverá con la jota: “Improviso un poco, como con las sevillanas. Y aunque no canto nada bien también me arrancaré con una jota”. Como todos los años, la iglesia de San Fermín de los Navarros, en la calle Eduardo Dato, congregará a los navarros que estén lejos de Pamplona y quieran celebrar el comienzo de una de las fiestas nacionales más populares.

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