Del incendio a las lágrimas: la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva en 7 anécdotas
Una boda para el recuerdo de la que sin duda seguiremos conociendo detalles en las próximas horas
Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer. Con la puesta de sol de fondo, en las caballerizas del palacio de El Rincón, y con una temperatura más agradable para ser 8 de julio, la pareja convertida en los marqueses de Griñón entonaba bien el alto el ‘sí, quiero’. Un día al que tal y como ellos mismos confesaban en las horas previas en sus redes sociales “no había sido fácil llegar” y que estuvo lleno de anécdotas que poco a poco fueron trascendiendo en boca de algunos de sus invitados.
Aunque nada más llegar a todos los invitados les quitaron los móviles para preservar la exclusiva con una conocida revista (la más cara de la historia del mundo del corazón, según dicen), lo cierto es que muchos fueron los que se escaparon para narrar en primera persona algunos de los detalles más divertidos y curiosos de esta boda que tanta expectación ha levantado.
45 minutos de retraso
La boda empezó 45 minutos tarde. Y eso que la mayor parte de los invitados llegaban a la propiedad ubicada en Aldea del Fresno con puntualidad británica (muchos de ellos a bordo de los 3 autobuses preparados a tal fin). Carolina Molas, la madrina, que fue una de las más guapas de la boda con un diseño azul petróleo hecho a medida por Lorenzo Caprile (como hemos adelantado en nuestras páginas), fue una de las primeras en hacerlo. Sonriente, nerviosa y ya peinada y maquillada aterrizó en el palacete apenas unos minutos después de su nuera que, como ella, llegaba sola y con los nervios a flor de piel.
Habría que esperar casi una hora hasta que por fin viéramos llegar a la delegación de Preysler, encabezada por Isabel y compuesta por tres coches en los que viajaban Chábeli, Ana Boyer, Fernando Verdasco y los niños y Julio José y, posteriormente, el novio, que esperó hasta el último momento para poner rumbo hacia su destino inminente.
Ya lo dijo Paloma García Pelayo. “Iñigo exprimirá su soltería hasta el último momento”. Así fue. El novio, que llegó sin corbata, sin peinar, sin la levita y gafas de sol, disfrutó desde mediodía de una fiesta en su casa en el centro de Madrid junto a su hermano y el resto de sus testigos en la que no faltaron, según relataron las televisiones que hacían guardia en la puerta, ni pizza ni cerveza ni música a todo volumen a pesar de ser una hora poco habitual para este tipo de actividades.
Emoción a flor de piel
Con el tiempo justo para terminar de prepararse, el reportaje exigía una escaleta férrea, por fin llegaban al altar, como decíamos, con 45 minutos de retraso. Íñigo y su madre caminaron al altar con el canon de Pachelbel (más clásico, imposible); ella, a continuación, del brazo de su hermano Manolo. Radiante con el diseño de Wes Gordon inspirado en Grace Kelly que coronó con la tiara que llevó Amparo Corsini el día de su boda, emocionó rápidamente a su prometido que, desde el altar, no pudo contener las lágrimas. Tampoco su nueva suegra, Carolina, que ejercía por primera vez de madrina.
La emoción también invadió a la familia de la novia. Los hermanos de Tamara, felices de que ella cumpliera su sueño, también tuvieron que secarse las lágrimas en más de una ocasión. Una de las que más mostró sus emociones fue Chábeli.
Alejandra, heroína de la ceremonia
El momento más intenso de la ceremonia no se ha vivido con el ‘sí, quiero’, sino con el instante heroico de Alejandra Onieva durante un momento crítico. “Ha habido un pequeño incidente con las velas, que han empezado a prender la casulla del sacerdote José Luis, aunque Alejandra Onieva, muy atenta a todo lo que sucedía en el altar, lo ha apagado rápidamente a manotazos”, han relatado en la revista '¡Hola!' en riguroso directo.
La misa quedaba para el padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz junto a los dos líderes espirituales de los novios, el padre Cruz, de Tamara, que en un momento de la ceremonia generó muchas risas al llamar Álvaro al novio, y el padre José Luis, de Íñigo.
Con T de Tamara y al estilo jordano
Íñigo Onieva, cuyo look conocíamos desde hace semanas, dejó un secreto para el gran día: unos gemelos con T de Tamara hechos por su tío, el joyero y escultor José González Onieva. El mismo que hizo el curioso brazalete que le regaló a su prometida en la pedida.
Como curiosidad que tampoco trascendió hasta el último momento, la contratación por parte de los novios, según relataron en 'Y ahora Sonsoles', de los mismos fotógrafos italianos que retrataron la boda del hijo de Hussein y Rania de Jordania hace unas semanas.
Un grupo británico y drones de sorpresa
Una vez finalizada la ceremonia, todos los invitados pusieron rumbo a los jardines del palacio donde en dos zonas diferenciadas se ofreció primero el cóctel y más tarde la cena, bajo una impresionante carpa instalada para vestir aún más la finca.
El grupo británico Aston amenizó el cóctel servido por Eneko Atxa y sus 45 chefs a cargo. Finalizada la primera parte de la cena, todos se sentaron en mesas presididas por personas importantes de ambas familias.
Non esperaba menos, a Tamara Falcó con servas na voda. pic.twitter.com/RLOVwu0250
— Parrochiña (@aparrochinha) July 8, 2023
Ya en la fiesta, Iñigo Onieva tenía preparado para Tamara una enorme sorpresa: dado que por la ubicación del palacio no pudieron contratar un espectáculo de fuegos artificiales, el novio lo sustituyó por uno con drones que hizo las delicias de sus más de 400 invitados, entre los que no faltaron rostros tan conocidos como los de Eugenia Silva, Eugenia Martínez de Irujo, sus compañeros de 'El hormiguero', Vicky Martín Berrocal o María Colonques, entre otros.
Los sobrinos, protagonistas
Los sobrinos por la parte de la familia Preysler tuvieron un papel protagonista en la boda. El primero, el hijo mayor de Chábeli Iglesias, Alejandro Altaba, de 21 años, que tal y como relataba '¡Hola!', acudió al enlace de su tía junto a su novia, a la que presentó formalmente a la familia.
Su sobrino Mateo, hijo de Ana Boyer, también tuvo su minuto de gloria cuando tras ejercer de paje en la misa junto a su hermano Miguel, jugó durante un rato con las arras en el altar.
Una boda para el recuerdo de la que sin duda seguiremos conociendo detalles en las próximas horas.
Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya son marido y mujer. Con la puesta de sol de fondo, en las caballerizas del palacio de El Rincón, y con una temperatura más agradable para ser 8 de julio, la pareja convertida en los marqueses de Griñón entonaba bien el alto el ‘sí, quiero’. Un día al que tal y como ellos mismos confesaban en las horas previas en sus redes sociales “no había sido fácil llegar” y que estuvo lleno de anécdotas que poco a poco fueron trascendiendo en boca de algunos de sus invitados.