El espectacular destino de vacaciones de Laura Madrueño: de las playas de 'Supervivientes' a las Maldivas

Hace tan solo unas semanas que decía adiós a los Cayos Cochinos, en Honduras, donde se estrenaba como presentadora de ‘Supervivientes’, tomando el relevo de Lara Álvarez y presentando desde el Caribe la edición más larga de la historia del reality, de casi cuatro meses. Como buena amante del mundo marino, ha cambiado el Caribe por el océano Índico, donde se encuentra de vacaciones con su marido, el arquitecto y fotógrafo Álvaro Puerto, desde hace varias semanas.

Una nueva aventura que la ha llevado a surcar el mar de las islas vírgenes de Maldivas, donde ha podido nadar junto a enormes mantas en la bahía de Hanifaru, además de bucear junto a grandes tortugas marinas y encontrarse incluso con el que denomina “enigmático tiburón ballena”, con el que se topaban en su ruta exploratoria por el norte de las islas.

La comunicadora, hija de submarinistas profesionales, parece no haber tenido suficiente agua en Honduras y tras vivir allí cuatro meses se preparaba para esta nueva aventura en compañía de su marido, con el que se casaba el pasado año, en septiembre, tras varios años de relación. Como una gran apasionada del mar, aprendió a bucear “colgada del cuello” de su padre, y en sus vacaciones ha podido disfrutar de su gran pasión, como gran activista que además lucha por la preservación de los océanos.

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Pero la pareja no solo ha tenido tiempo de zambullirse en el Índico, sino que tras esta expedición marina han podido disfrutar también de un safari, al estilo del que están viviendo Tamara Falcó e Íñigo Onieva, pero en Asia. Laura, con su habitual sonrisa, compartía imágenes junto a Álvaro a bordo de un jeep en el que podían disfrutar de la compañía de elefantes en semilibertad.

Con una cámara de fotos con un buen objetivo, el matrimonio fotografiaba a estos animales y la que fuera presentadora de ‘El tiempo’ de Telecinco confesaba que “pocas cosas me emocionan tanto en esta vida”. Además, mostraba a sus nuevos “compañeros de habitación”, unos divertidos y juguetones monos que se tiraban de la cola y no paraban quietos.

También tenía tiempo Laura para darse un baño, practicando un poco de natación, en una impresionante piscina de borde infinito o montar en un tren local, disfrutando de la belleza de los colores de las frutas asiáticas, además de sus curiosas flores, gentes y demás paisaje.