Hilario López Millán, el guardián de los secretos de Rocío Jurado, Lola Flores y Adolfo Suárez

Hilario López Millán fallecía este jueves a los 78 años. Ejerció como periodista y crítico musical y gastronómico, y también fue autor de guiones y comedias de teatro. Un profesional multifacético que recibió a lo largo de su vida premios y reconocimientos. En Hellín, donde nació, tenía su propia calle. El día que la inauguró fue una fiesta para su familia, para Alberto, su marido, y para los colegas, con los que siempre fue generoso. Facilitaba sus conocimientos a los periodistas que empezaban y nunca tuvo contratiempos con personajes conocidos. Incluso en más de una ocasión actuó de mediador en algunos desencuentros entre su colega Mariñas y la folclórica de turno.

Controlaba los temas relacionados con el mundo del artisteo en general y el cine en particular. Sabía de memoria diálogos de películas y presumía de ese conocimiento en los almuerzos de la Peña Primera Plana. Rocío Jurado fue su amiga, su confidente y se convirtió en el dueño de muchos de sus secretos. Nunca los desveló y en la época más triste, cuando ya la enfermedad de 'La más grande' no tenía vuelta atrás, Hilario era de los pocos que hablaba con ella por teléfono. Sufrió con su desaparición. Y también con las despedidas de Rocío Dúrcal y con la de su gran amigo Juan De la Rosa.

El que fue el 'secretario' de Jurado formaba con López Millán un equipo afectivo indestructible desde que decidieron abandonar Albacete para instalarse en Madrid siguiendo a la artista. Hilario, que tenía muy buena prosa, se dedicaba a contestar las cartas de los fans. Él mismo decía: “Tengo buen pico, pero se me da mejor escribir”. Llegó a tener sus propias obras que regaló en varias ocasiones a un club de teatro de Hellín, donde luego las interpretaban.

Uno de sus rasgos más característicos, además de su sentido del humor, era su generosidad. Cuando viajaba, traía regalos a la gente de la radio con la que durante años compartió trabajo. Lo mismo con los colegas de televisión. Todos los que le tratamos somos testigos de esa cualidad.

No le gustaba entrar en conflictos, pero no se quedaba callado cuando escuchaba inexactitudes o directamente mentiras. Más aún con personajes como Rocío Jurado, de la que decía que era su "hermana del alma”. No tenía filtro a la hora de defender las historias que él había vivido y no las que le habían contado. Fue muy duro con las maledicencias y defendió casi a capa y espada a Adolfo Suárez en los años en que no estaba bien visto apoyar al expresidente del Gobierno.

Sus apariciones en los platós eran siempre bien recibidas, salvo para los indocumentados que desconocían quién era el señor con peluquín que les callaba la boca cuando mostraban sus arrogancias y, sobre todo, por no saber nada. Fue crítico musical y en las compañías de discos se le respetaba precisamente por su equilibrio a la hora de definir una canción o un artista. Le quisieron fichar en CBS y contestó con un 'no' rotundo. Cuando relataba esas historias, las remataba con su lema de vida, que no era otro que “sentirme libre”.

En ciertos aspectos, Hilario López Millán era un señorito. Le gustaba el buen vino, la buena mesa y uno de sus restaurantes preferidos en Madrid era Casa Lucio. Y no solo por la carta, sino por las charlas y recuerdos que compartía con el mesonero.

Alberto, su marido, ha sido su pareja durante estos últimos 18 años y al que cuidó sin imaginar que iba a ser el primero en decir adiós.

Hilario: nos dejas muchas cosas buenas para recordar de tu vida. Sobre todo la gran persona que fuiste.

Este viernes tendrá su homenaje con una misa en el cementerio de San Isidro.