24H con ANA DUATO
“A mi hija le decían en
el colegio: ‘Tu madre es una ladrona”
“A mi hija le decían en el colegio: ‘Tu madre es una ladrona”
TEXTO

Patricia Izquierdo

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Bego Solís - Marina G. Ortega

VÍDEO

Helena Sánchez

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Marina G. Ortega - Arturo Sendra

D

urante los últimos siete años, Ana Duato asegura haber sufrido una condena sin la celebración de un juicio que no se producirá hasta mediados de 2024. La actriz y protagonista de ‘Cuéntame’ está imputada por cometer varios delitos contra la Hacienda pública en el marco del caso Nummaria. Acusada de evadir impuestos en siete ejercicios (en los cuatro últimos ya no hay delito), la Fiscalía pide para ella 32 años de prisión. “Ahora, ha terminado el proceso de instrucción oficial y por fin podemos hablar públicamente. Tengo la necesidad de aclarar las cosas porque me he sentido muy impotente y tratada muy injustamente”, confiesa la protagonista de esta historia a Vanitatis.

Nos ha abierto las puertas de su casa en Madrid. Es la primera vez que deja que un medio entre en su refugio. Una casa que ha albergado los mejores y también los peores años de su vida. Encierros, acoso y mucho miedo. La primera pregunta es obligada.

¿Eres culpable de lo que se te acusa?

Rotundamente, no.

Ana Duato
Composición de noticias sobre el Caso Nummaria publicadas en prensa
Ana Duato
Composición de noticias sobre el Caso Nummaria publicadas en prensa

¿Qué fue lo que sentiste cuando te imputaron los cargos?

Incredulidad. No me lo podía creer. Hubo un antes y un después en nuestra vida. Cuando empieza este proceso no das crédito, sobre todo porque al principio no entiendes qué está pasando porque uno siempre ha tenido la seguridad de que está haciendo las cosas bien. De pronto te cae esto y ya no solo a nivel familiar, sino pública y socialmente cambia tu vida radical. Hay un antes y un después. Una Ana antes de todo y después. Yo he pagado siempre todo a Hacienda en tiempo y en forma. Siempre. Tuve que empaparme de todo lo que estaba pasando para entender en qué situación estábamos. Años después, son muchos los que llevamos con esto, la sensación que tiene uno es de indefensión.

¿Qué ha sido lo más duro?

El acoso era brutal. Se hacían programas en directo desde la puerta de nuestra casa. No solo te sientes señalado, sino que ves cómo afecta a toda tu familia… Es una explosión, una granada que entra en tu casa. Siempre gastaba la broma de que si hubiésemos vivido en la época de la Inquisición, me habrían quemado en la plaza directamente. Te toca lo más profundo de tu honorabilidad, de cómo has querido hacer las cosas bien en tu vida y no te puedes explicar ni tampoco defender. Te sientes muy indefensa. Pasé de ser una mujer querida a ser una mujer odiada.

Ana Duato
Ana Duato

Su casa es por dentro luminosa, abierta y llena de color. Los cuadros de su hija están por todas partes. “Es su galería de arte particular”, bromea orgullosa. Tienen una perra, pero hoy no está. También un huerto en el jardín y permanente sonido de agua que rompe el silencio sepulcral que hace las veces de banda sonora. Algo que contrasta con el ruido que durante meses inundó la puerta de su hogar. Periodistas haciendo guardia, directos desde el portón de su garaje. Persecuciones e insultos por la calle. “Un tormento”.

Se emociona al recordar lo vivido. Las arrugas de su rostro, de las que se siente orgullosa, marcan implacables su sufrimiento. También enmarcan su alegría al hablar de sus hijos, de la idea de ser abuela y de lo feliz que ha sido siendo muchas Merches dentro de Mercedes Alcántara, un personaje “grande”, como gran parte de la serie, inspirado en retazos de su vida: en su suegra, en su barrio, en tantas mujeres que han marcado su infancia y madurez. Ahora, en ella misma. En sus fantasmas y demonios. Esos que llevan como título “inspector de Hacienda” y un papel que reza “32 años de pena de cárcel”.

Durante 24 horas la acompañamos en un recorrido tan doloroso como esperanzador por sus “refugios”. Lugares no tanto físicos como emocionales en los que la Ana post-Nummaria ha podido mantenerse a flote. Su casa en Madrid, la oficina de Ganga, su productora (antes su casa también), la calle en la que se inspiró ‘Cuéntame’ y, por supuesto, el plató de rodaje, donde vive su “segunda familia”.

10:00 a.m.

Café
en su casa

Café en
su casa

Ana nos recibe con su icónica melena rubia platino recogida en un moño que se ha hecho tres minutos antes de abrir la puerta. Unos vaqueros rectos y una camisa satinada a tono del pantalón completan un outfit que grita comodidad a los cuatro vientos. Tiene ganas de hablar de todo. No nos ha puesto líneas rojas. Quiere explicarse y su aspecto es lo de menos.

Café

La noche anterior, el rodaje se complicó y tuvo que grabar escenas hasta altas horas de la madrugada. Está inmersa en la última temporada de ‘Cuéntame’. Una grabación fuera de lo común que no volverá a repetirse: se graba en verano. Huir del calor es una prioridad y los horarios aprietan. “Imanol me dice que soy insoportable de noche”, bromea. Han trabajado juntos durante los últimos 20 años y se enfrentan a acusaciones similares. Sin embargo, cada uno lleva sus asuntos por su lado. “Es mejor así”, continúa Ana.

Nunca se levanta a la misma hora. Lo mismo ocurre con su hora de acostarse. “Soy hiperactiva por el día y también muy anárquica con mis cosas. Encuentro orden en mi caos”, asegura mientras nos guía de camino al jardín trasero donde abordaremos algunos de los episodios más complicados de los últimos 7 años. Allí no hay ruido. La televisión está tapada por un cuadro de su hija. Un buda preside el espacio. No hay más que paz. La misma que transmite la actriz cuando comenzamos la entrevista.

Nos han puesto muy difícil la vida y encima injustamente

Tras años de silencio, en los que afirma que no se ha respetado en absoluto la presunción de inocencia ni sus derechos porque no la han llamado a declarar, por fin ha terminado el proceso de instrucción oficial y puede, como decíamos, hablar públicamente: “Hasta ese momento, lo que te recomiendan los abogados es guardar silencio. Cualquier cosa puede ser malinterpretada, hay que ser muy cauto. Han sido muchos daños. No me gusta utilizar la palabra ‘terrible’ porque soy consciente de que hay cosas terribles que te destrozan la vida como la muerte de un ser querido, como una enfermedad… Pero esto es un cambio radical de la perspectiva de tu vida que te coloca donde te sientes completamente indefensa y acosada”.

Ana es muy pudorosa con su vida privada (nunca participaría en un reality como ‘MasterChef’) y someterse a estas preguntas le parece tan duro como necesario.

¿Has hecho autocrítica?

Yo desde el primer momento tenía la seguridad de que las cosas se estaban haciendo bien y, al final, esto es la falta de rigor del inspector que me acusa por unos datos recogidos de la Wikipedia. Cuando además esos datos podría haberlos pedido perfectamente a Radio Televisión Española. Están ahí, auditados. ¿Por qué? Esto ha tenido unas consecuencias en mi vida terribles. Es tan excesivo todo. Ha sido un acoso tan desproporcionado por la falta de rigor…

Después de todos los fallos durante el proceso, ¿Sigues confiando en la justicia?

Yo creo en la justicia, pero quienes la ejercen a veces no se dan cuenta de que un proceso que tarda más de una década, que es lo que se va a alargar este, también es una condena. Mantenerme tanto tiempo acusada, aun sabiendo que Hacienda ya ha reconocido que su perito contabilizó mal la cuota porque contó 80 capítulos que yo no había realizado y por lo tanto más ingresos de los que tuve, es un modus operandi perverso, que tiene unas consecuencias sobre mi vida familiar y profesional, destroza oportunidades, humilla y provoca un desgaste insoportable.

¿Cómo estás ahora?

Pues con el deseo de que se señale por fin el juicio para que se acabe este tormento. Nos han puesto muy difícil la vida y encima injustamente. Esperamos que el fiscal sea garante de la legalidad porque es ahí donde tú confías en una sociedad justa, en una sociedad en la que vivir con tranquilidad.

¿Has tenido miedo de ir a la cárcel?

¿Cómo no vas a tener miedo cuando te piden 32 años de prisión y te ves en una situación en la que te sientes tan indefensa y que no puedes defenderte? Es una sensación de mucha impotencia. Me hizo más sabia en muchas cosas, y en estos momentos en los que te planteas qué va a pasar en el futuro, siempre he tenido la conciencia bien tranquila. Todo está pagado, ¿cómo es posible esta situación? Yo dejo de creer en el mundo si me meten en la cárcel.

Caso Nummaria
Caso Nummaria

Cuando estalló el caso, sus hijos Miguel y María tenían 20 y 11 años, respectivamente: “Mis hijos eran más pequeños, sobre todo María. Sufrió muchísimo. No entiendes que de un día para otro tu madre pase de ser una mujer querida a una villana. Ha sido un aprendizaje muy grande de mi vida porque fue muy doloroso y además tuvo muchas consecuencias”.

Cada persona que entraba en su casa, relata, “era acosada y acorralada por los medios” que acampaban en su puerta: “Miguel ya era mayor, pero a María en su colegio le decían ‘tu madre es una ladrona’. Tuve que cambiarla de colegio por ser señalada. Menos mal que nosotros somos una familia que es como una piña y siempre hemos hablado de todo con nuestros hijos. De las cosas importantes”.

El nudo en la garganta la traiciona cada dos frases como mucho. Esta “bomba atómica” dinamitó su vida y la de los suyos. “Te contaré como anécdota que yo llevaba a María, que era pequeñita, a un colegio aquí cercano que llevaba a los niños de camping. Y yo me iba con ellos como madre de apoyo. No quería dejar de hacer mi vida normal. Tuve que salir con la niña a las 4 de la mañana; si no, me seguían. Yo me preguntaba: ‘¿Cómo me voy a ir a un camping con mi hija y sus compañeros, que nos íbamos al Valle del Tiétar, y me van a estar persiguiendo? No puede ser”.

Se ha hecho muy largo. Encerrados en casa. Yo al principio salía a la calle con sensación de miedo

Ha vivido situaciones muy desagradables, confiesa, y además durante un tiempo muy prolongado: “Se ha hecho muy largo. Encerrados en casa. Yo al principio salía a la calle con sensación de miedo. Sobre todo cuando iba con mis hijos. Se generaban situaciones muy tensas”. Una vida que no es la que ella esperaba tener, pero para la que no ha necesitado ayuda psicológica: “Para mí la lectura ha sido mi tabla de salvación. Era el momento de recogerme y vivir otra historia y aprender de otras personas y me ha ayudado muchísimo. Ha sido mi gran tesoro. La forma de sobrevivir a la tormenta”.

Una forma de sobrevivir a la tormenta

La cocina de diario de Ana y Zulema

Como decíamos, la lectura “fue fundamental” para la actriz. “Siempre me ha gustado mucho leer, pero en esos momentos fue la única forma que tuve de parar el tiempo, de parar mi cabeza porque si no, se disparaba hacia esos miedos inevitablemente, cuando además mi hija era todavía muy pequeña”.

Algo que hace siempre que puede (mucho más en vacaciones), pero que la lleva a leer al menos un libro a la semana incluso en época de rodaje. Siempre va con su Kindle encima. Se lo regaló su hijo hace un año: “Esto para un lector empedernido es un sacrilegio, pero es que este ebook me lo llevo a todas partes”.

Además de leer, también ha hecho sus pinitos como escritora. Participó en un libro de cocina a medias con su hermana, cocinera de profesión. También en otro de las recetas de ‘Cuéntame’, en el que una jovencísima Mercedes Alcántara nos sonríe desde la portada. Por último, el libro sobre la serie completa esta trilogía que nada tiene que ver con los géneros que ella consume. No obstante, de los tres se siente terriblemente orgullosa.

11:30 a.m.

Compras en su barrio

Ha sido madre tanto dentro como fuera de la pantalla, y de camino a la calle en la que se inspiró ‘Cuéntame’, a pocos minutos de su casa actual, recuerda cómo fueron sus inicios como mamá de Celia, el personaje de Elena Fortún que conquistó a las niñas a finales de los años 30 y que, 60 años después, a principios de los 90, cobró vida en una serie de televisión homónima.

“Fue precioso. Fue uno de mis primeros trabajos. Era preciosa esa serie”, recuerda. Eso sí, de niña nunca fue fan de la obra. Prefería otras lecturas aunque los conocía, “son de siempre”. Por el camino hizo de farmacéutica en ‘Villarriba y Villabajo’ y de médico en ‘Médico de familia’, “donde estuve a punto de casarme con Emilio Aragón”. “El gran valor de esta profesión es que es muy vocacional. Te tiene que gustar mucho y tiene una cosa maravillosa: es que haces de mil profesiones. Tienes la capacidad de vivir muchas vidas. Si no hubiese sido actriz, creo que habría sido pediatra, por una tradición familiar”.

El destino, sin embargo, quiso que fuera actriz. Poco después de llegar a Madrid, se mudó al barrio de Valdezarza de Arriba, una zona tranquila y trabajadora donde nació su hijo Miguel y “donde sufrí la obra del metro, que está literalmente en la puerta de la que era mi casa”.

Hasta allí nos lleva orgullosa. Hace años la familia se mudó a una colonia cercana rodeada de pinares donde poder preservar su intimidad. La que era su casa, que está pintada exactamente del mismo color que la actual, es la sede de Ganga, la productora de su marido, Miguel Ángel Bernardeau. En esa cocina, reconvertida en despacho, nació ‘Cuéntame’, la serie que le ha dado de comer tantos años. “Yo no he vuelto a recibir ofertas de trabajo. Y las tenía. El daño profesional ha sido irreparable”.

12:20 a.m.

Visita a la productora

Menos mal que ahí estaba la familia Alcántara para mantener a la suya a flote. Su otro gran refugio en este mundo. “Nosotros llegamos a este barrio buscando alrededores de la Dehesa de la Villa hace casi 30 años. Era un barrio completamente distinto a lo que es ahora, con casitas bajas, había un parque… Cuando Miguel Ángel empezó con la idea de la serie era el sitio ideal porque era un barrio de gente trabajadora que venía de otras ciudades, de otros pueblos, a darles un futuro mejor a sus hijos… Vamos, la esencia de ‘Cuéntame”, relata mientras nos señala fachadas y establecimientos que han tenido una segunda vida en la pequeña pantalla.

“Reunimos a todo el barrio, que es una comuna cooperativa, en la iglesia para decirles que queríamos rodar aquí, explicarles lo que iba a suponer económicamente para ellos y no nos dejaron. Nos dijeron que ellos no venían de pueblo… Y desde el principio nos dimos cuenta de que aquello iba a ser imposible. La de gente que luego se arrepintió de aquello...”. A pesar de todo, después sí que han rodado otras series allí, como ‘Hit’, producida también por Ganga.

No obstante, a pesar de la negativa, los vecinos de la zona adoran tanto a Ana como ella pasar tiempo por allí. “A mí me gusta hacer todo aquí. Hacer la compra, cocinar… Aunque al ser de fuera siempre he tenido ayuda en casa -“bendita ayuda”-, no he querido dejar de hacerlo nunca. Siempre gasto la broma de que mientras Imanol descansaba y repasaba el guion, yo hacía la compra, organizaba el profesor particular de mis hijos… El ir a comprar, el ir a conectarme con la vida, es mi fuente de inspiración”. Y se nota que por allí pasa a menudo.

En la panadería, nada más entrar, le preguntan si “lo de siempre”. Es pan de semillas, aunque a lo que se van los ojos es al mostrador de dulces. “Esos le gustan más a mi marido”, bromea. De allí sale, no obstante, con una bolsa llena de palmeritas y ‘minicroissants’ para el camino, de los que ella no prueba ni uno.

La gente la saluda por la calle. Una furgoneta pita el claxon justo antes de preguntarle a voces con la ventanilla bajada “cómo va esa joven”. A la vez, una mujer de etnia gitana que vende en una esquina ajos y cebollas ya prepara su pedido habitual. “Siempre me compra lilas, pero hoy no tengo, hija”, nos dice mientras le aprieta muy fuerte la mano.

Ana lleva la cartera como única posesión. El móvil la espera en el coche: “Este mundo de los móviles y las redes sociales ha traspasado una línea roja. Nos ha hecho perder el momento presente y vamos a notar mucho las consecuencias”. No es muy amiga de la tecnología. Prefiere el tú a tú, los achuchones y los besos. Una actitud que sorprende después de todo lo que ha pasado.

¿Nunca has vivido situaciones desagradables en tu barrio?

Nunca. Aquí siempre me han apoyado. Nunca me han dado la espalda y defendieron mi inocencia.

Le piden fotos por la calle. Posan ante nuestro fotógrafo y preguntan “cuándo sale esto, es para avisar a los nietos”. Incluso una vecina le pide ayuda para poner una queja en el ayuntamiento por un escalón roto. “Aquí me siento normal”.

Le gusta mucho hacer la cola y escuchar a las señoras: “Hablan de cosas que me interesan, me llena de mujeres, de pequeños gestos… Forma parte también de mi método de trabajo”. La seguimos en su ruta, que incluye una parada en la frutería (donde compra picotas para su equipo), la charcutería y la farmacia. Cuando nació su hijo Miguel, fue el primero en hacerlo en el barrio en mucho tiempo: “Fui la primera en comprar un biberón allí. Me trajeron todas las tetinas del mercado porque a Miguelito no le gustaba ninguna. Fue el bebé de todas esa abuelas de barrio; algunas, las que viven, aún me preguntan por él”. A pocos metros, lo vivimos en primera persona. Se sabe los nombres de la gente que vive en esa calle, le hablan, se le acercan. Se nota que la conocen bien.

Empanadillas
de bar
con café

13:00 p.m.

Ana Duato no es de cafés. “Me bebo como mucho dos al día y los dos por la mañana. Tampoco bebo cocacola. Eso sí, soy una maniática del agua fría. Pero bien fría. Maniática de verdad”, nos confiesa divertida mientras se bebe una botella casi de un trago. Hace calor en la calle. Estamos a mediados del mes de junio y en plena ola de calor en Madrid. Aun así, la actriz insiste en que comamos en la terraza de un bar que está en la misma calle un poco más abajo. “Aquí hacen unas empanadillas caseras buenísimas”, asegura de camino a la barra para pedirlas. Vuelve con dos bandejas llenas, un plato de ensaladilla y unas croquetas. Se nota que es madre porque hasta que no comemos todos, ella no empieza.

Allí coincidimos con gente de su equipo. La respuesta es unánime: “Es muy fácil trabajar con ella. Es generosa y siempre tiene una palabra amable. Aun cuando ha pasado lo peor, nunca ha perdido la sonrisa”, dicen en un momento en que se levanta a por más agua (fría, claro).

Para Ana no es habitual comer fuera. Si lo hace, es en el rodaje y por exigencias del guion. Presume de ser buena cocinera y de gustarle la cocina, como a gran parte de su familia. Siempre que puede, cena en casa, y si lo hace fuera, es porque se va de cita con su marido a uno de sus dos sitios de siempre. “La Casa, por ejemplo. Les conozco desde que empezaron. Su casa es como mi casa. A Viridiana, de Abraham (García), también me encanta ir, a muchos lugares donde les he visto crecer. Ir ahí te sientes acogida como en casa”. También le gusta experimentar y encontrar sitios nuevos. Sobre todo si va con amigos. Aunque como más disfruta es preparando una paella en el jardín los domingos. “En una ocasión le preparé una a Imanol cuando aún estaba casado con Pastora Vega y me salió espantosa”, recuerda divertida.

También le gusta experimentar y encontrar sitios nuevos. Sobre todo si va con amigos. Aunque como más disfruta es preparando una paella en el jardín los domingos. “En una ocasión le preparé una a Imanol cuando aún estaba casado con Pastora Vega y me salió espantosa”, recuerda divertida.

Paella y tortilla por facetime

Paella y Tortilla Paella y Tortilla

“En mi familia hay mucha tradición de cocinar. Mi madre era una cocinera extraordinaria y mi hermana llegó a tener un restaurante de muchísimo éxito en Valencia de cocina de verdad. De la que se hace de toda la vida”.

“La cocina para mí siempre ha sido compartir, enseñarles a mis hijos algo fundamental como es tener una alimentación adecuada. Mi hija está ahora en Londres y antes de irse se pasó 15 días conmigo en la cocina aprendiendo todo, y eso que se ha pasado toda la vida viéndome cocinar. Mi hijo cuando se fue a USA le pasó lo mismo.

Aunque confiesa que no es su plato estrella, los que la conocen aseguran que sí que lo es. Una teoría que entendemos cuando cuenta alegremente que “allá donde voy hago una paella. Me salen muy ricas”. Le gusta mucho por la tradición que conlleva: “Es como un ratatouille emocional”. Si está en Madrid (normalmente suele escaparse a Ibiza), los domingos hace una en casa e invita a amigos.

13:30 p.m.

Camino
al rodaje

No hay tiempo para mucho. En apenas media hora, pedimos, comimos y nos fuimos. El horario del rodaje es sagrado. El equipo se mueve como un enjambre por cada rincón del plató y todo está milimétricamente estipulado en la hoja del día, en la que desde hace semanas aparece cuándo la acompañamos y por dónde.

Durante el trayecto, se muestra relajada. Hablamos de la edad y de envejecer. De cómo las actrices están casi obligadas a cumplir con unos estereotipos de belleza inalcanzables a partir de ciertas edades. Ana no formó parte nunca de ese rebaño.

“Llevo muy bien envejecer. Yo no voy a juzgar a nadie porque es una decisión muy personal, pero en mi caso trato de aceptar y defender mis arrugas, que forman parte de mis alegrías y mis penas. Yo he tenido arrugas desde muy joven, además. ¿Que me gustaría tener aspecto más juvenil? Pues probablemente también, pero el estar orgullosa de lo que tengo me da mucha seguridad y creo que además es un buen ejemplo para mis hijos y la gente joven que me rodea. Hay que aceptar el paso del tiempo en tu cuerpo también y mostrarlo con alegría y naturalidad”, reconoce.

“Como actriz, la expresividad que da una cara de verdad no tiene nada que ver. No podría hacer papeles de jóvenes, claro que no, pero entre otras cosas porque tengo 55 años y no puedo hacer los papeles de una de 30. Pero tampoco lo pretendo”, añade.

Llevo muy bien envejecer. Mis arrugas forman parte de mis alegrías y mis penas

Un envejecimiento que se nota en las arrugas, pero no en la actitud que muestra ante la vida: “Yo creo que la vida son etapas, y lo más sabio es saber que las pasas y vivirlas en su plenitud porque el cuerpo sí envejece, pero el espíritu no tiene por qué. El tener gente joven alrededor me hace estar evolucionando todo el tiempo, sabiendo hacia dónde van los intereses de los jóvenes, sus inquietudes”.

“¿Si me gusta estar guapa? Claro, y a quién no, pero lo más importante es sentirse bien”.

14:30 p.m.

Camerino y maquillaje

En unos minutos, llegamos al plató donde ejerce de guía. No la hay mejor. Se conoce cada rincón del estudio como si fuera su propia casa. Alegre y dando besos y abrazos a todo el mundo, recorre a buen ritmo la primera parte del recorrido hasta llegar a la plaza donde se encuentra el famoso balcón de los Alcántara. Nos cruzamos con gran parte del equipo que ya prepara todo lo necesario para grabar en el exterior. Estamos en jornada 3.010 de rodaje y, aunque hay más de 30 grados en la calle, los extras ya toman posiciones con abrigos y bufandas, una castañera enciende su puesto y hay espumillón en los escaparates y luces en las ventanas. Hoy se graba la Nochevieja de 1995.

“A mí se me pone la piel de gallina”, dice durante el recorrido. “Hemos hecho una historia, nuestra historia, que trasciende más allá. Eso es una satisfacción muy grande. Ahora que estamos (no me gusta decir la última, que da mala suerte) en la penúltima temporada, todas las escenas tienen un sentido especial. Hay en el equipo un estado de elevación…”, continúa mientras ponemos rumbo a su camerino, donde su vestuario para las escenas del día se mezclan con fotos antiguas del equipo, de sus hijos y libros y recuerdos en una estantería. También hay rotuladores para escribir anotaciones en los guiones que se acumulan sobre su mesa, un bote de Reflex para amortiguar accidentes de rodaje y un sofá para descansar “cuando se puede”.

“Mi camerino es como mi centro de operaciones. Allí he hecho de todo: la compra, entrevistas, pilates, descanso, comer muchas veces… Mi rincón”. Ana entra en el baño a cambiarse y apenas dos minutos después sale Merche. Lo hace pitando. Alguien de su equipo viene a meterle prisa. Hay que ir a maquillaje y peluquería que el tiempo es oro.

En mi suegra está inspirado el personaje de Mercedes.
Es atemporal y universal

Grabarán 7 capítulos esta temporada. Mucho más corta de lo habitual. Y dedicarán 10 días hábiles a rodar cada uno. “Aquí somos muy perfeccionistas”. Sobre la mesa de peluquería le espera la parte de Mercedes que le falta para estar completa: extensiones de clic con la melena ya ondulada, una laca de uñas roja (muy navideña) y el maquillaje natural que ha caracterizado al personaje al que ha dado vida durante los últimos 20 años. Toda una vida.

“En mi suegra está inspirado un poco el personaje de Mercedes. De hecho, se llamaba Mercedes. Miguel Ángel, que la idea original de la serie es suya, quiso que representase un poco a esos padres que él tuvo de un pueblo de Albacete que lucharon por darles un futuro mejor a sus hijos. Mercedes es atemporal y universal”. La pregunta en este punto es obligada.

Y tú, ¿cómo eres como suegra?

Como suegra muy bien. Yo siempre he tenido una suegra maravillosa.

La relación de su hijo Miguel con la cantante Aitana fue uno de los romances más seguidos por la prensa. Juntos, incluso, llegaron a rodar una serie para Disney+ con Ganga Producciones. Lamentablemente, rompieron antes de presentarla a los medios (aunque no se anunció hasta después): “Quiere separar todo lo que pueda su vida personal de la laboral”.

16:00 p.m.

Inicio
del rodaje

Una vez caracterizada del todo, salimos a la calle. Hoy rueda junto a Imanol en exterior y todo el mundo está en su sitio para que comience el show. Primero ensayo, luego rodaje. Hay al menos un centenar de personas encargándose de que todo salga bien.

“Cuéntame’ somos una gran familia. Es un equipo que ha ido cambiando, pero sí que queda gente del principio. Somos una familia. El otro día hicimos la lectura del (pen)último capítulo y fue muy bonito. Porque, claro, vinieron Ricardo (Gómez) y Elena (Rivera). Llegaron al plató con 7 años. Ella venía de Zaragoza en tren con su madre, vestida con el uniforme del colegio y con la mochila de los libros para hacer los deberes en el trayecto y mira ahora el éxito que ha tenido, la gran actriz que es. Lo mismo con Ricardo. Se nos cae la baba como personas y como profesionales”. Otra vez, su faceta de ‘madre’ sale a flote.

Se da cuenta del desbordamiento de emociones y, una vez serena, señala que “está siendo una experiencia superbonita. Somos muy intensos. Pero es que los he visto cómo se han echado novias, cómo se han casado, cómo han tenido hijos, cómo se han separado… He visto su vida entera. Cómo se han comprado el primer piso… Qué te voy a decir, muertes de compañeros... Bodas, no sé cuántos niños han nacido en la época de ‘Cuéntame’, como veinticinco… Este equipo ha sido y es mucho”.

20:00 p.m.

Fin del rodaje

Claqueta
guión

Un bocadillo y dos escenas después, Ana se despide de la semana. Firma unos libros en su camerino antes de poner rumbo al aeropuerto. Pasará el fin de semana en Ibiza, donde se escapa siempre que puede. Allí, de hecho, estará casi con total seguridad el 23-J: “Votaré por correo, de hecho ahora que lo dices tengo que pedirlo”.

¿Qué hay después de ‘Cuéntame’?

Estoy abierta a trabajar. A contar historias. Me quedo con las ganas de hacer teatro y lo haré. Me gustaría buscar la obra adecuada. El teatro es la guinda del trabajo del actor. Y, bueno, a ver lo que va pasando. En este trabajo nunca se sabe. Es sorprendente, cambiante…

¿Y mientras tanto?

Es importante nutrirte de cosas. Me encanta la naturaleza, viajar, compartir… El viaje que he hecho a la India con Sonrisas de Bombay. Estas relaciones se tienen que hacer de verdad y poco a poco. Ir al terreno y conocer el trabajo es tan importante... Todo ese material están montándolo y vamos a intentar proyectarlo en la Academia de Cine y en Benares, uno de los primeros restaurantes indios, y hacer un pequeño evento para dar a conocer la labor de la ONG.

Mientras recoge sus cosas (tan solo viaja con una mochila al hombro, que por su aspecto algún día fue de sus hijos) no pierde la sonrisa. Nosotros, tampoco la oportunidad.

¿Crees que España te ha perdonado?

Los españoles tenemos una gran virtud que es la empatía y somos capaces de percibir las injusticias. Yo he sentido mucho su cariño durante este tiempo.