El fiestón de aniversario de boda de Cristina Yanes al que asistió su amiga del alma, Paloma Cuevas

Cristina Yanes, quinta generación de la saga joyera y su marido, José Luis Santos, han querido celebrar sus treinta y cinco años de casados con una gran fiesta en la que hubo sorpresa, karaoke, regalos, coreografías y una misa al día siguiente en el mismo hotel.

En los bailes participaron las mujeres de la fiesta, formando un grupo con pasos aprendidos que bien podrían haber servido para un musical. Toda la organización y decoración corrió a cargo de la propia Cristina Yanes, ayudada por su amigo Ramiro Jofre, uno de los profesionales con mejor gusto que hay en España.

La anfitriona se encargó de preparar hasta el último detalle. Invitaciones, regalos de bienvenida, la decoración de las mesas, las flores, la selección del menú tanto del cóctel como de la cena y el resopón de madrugada. La comida estuvo formada por sopa, gazpacho, rape y gelatina roja con helado. La cena consistió en una crema de langosta y después un pescado y postres en la misma tonalidad coral que marcó toda la decoración del hotel.

Al día siguiente, el matrimonio volvió a renovar sus votos por cuarta vez a las doce de la mañana. En una zona estaba dispuesto un altar bajo un gran cuadro de la Virgen. Flores blancas y candelabros de plata adornaban el espacio. En ese servicio religioso hubo momentos muy emotivos. Uno, cuando el hijo mayor leyó o una carta dedicada a sus padres. Otro momento importante fue el discurso del novio, que agradeció a Dios que en su vida estuviera su mujer. La sorpresa llegó cuando leyó un poema que Cristina le había escrito hace tiempo.

El fin de semana, el hotel estuvo reservado prácticamente en su totalidad para estas veladas, que comenzaron el sábado por la noche y acabaron el domingo con el servicio religioso y el brunch en la terraza de la Torre Porta Fira, desde la cual se ve toda Barcelona y el Mediterráneo.

Sorpresas

La primera sorpresa la encontraban los invitados en sus habitaciones. Una puesta en escena relacionada con el momento festivo que iba a transcurrir los días siguientes. Esos detalles ya daban una idea de lo que iba a suceder. Encima de las camas había unos almohadones blancos bordados con un abanico de coral. En la mesa, galletas con la misma temática y un paquete también en ese mismo color que incluía un broche para las mujeres.

A las nueve y media estaban citados los invitados, que no tuvieron que moverse del hotel. Todo estaba diseñado al milímetro. Primero, el cóctel en la terraza. Después, la cena y la discoteca en la planta baja. Del karaoke se encargaron Mónica Fernández y sus hermanos, componentes del grupo Materia Prima e íntimos de los anfitriones. Paloma Cuevas, Patricia Rato, Paz Padilla, Paloma Segrelles, Alejandra Martos, Marian Camino, Patricia Cerezo, Margarita Vargas, Fiona Ferrer y Esther Alcocer Koplowitz, casada con un sobrino de los protagonistas, lo dieron todo esa noche bailando hasta la madrugada.

Ellas y el resto de los cuatrocientos invitados, entre familia y amistades de toda la vida, quisieron participar de este acontecimiento importante en la vida de los Santos Yanes.

Como no podía ser de otra manera, Paloma Cuevas quiso estar al lado de su amiga, cuyo apoyo fue fundamental en el desagradable proceso de separación y divorcio con Enrique Ponce. Cuando se hizo público el romance del torero con Ana Soria, con el consiguiente bombazo mediático, allí estaba su guardia de corps, un grupo formado por Cristina, Margarita Vargas y otras incondicionales. Como siempre, la empresaria acudió con sus hijas, que disfrutaron de lo lindo de la noche de fiesta.