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Juan del Val: "Tengo las inseguridades de todo el mundo y los complejos de un montón de gente"
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ENTREVISTA

Juan del Val: "Tengo las inseguridades de todo el mundo y los complejos de un montón de gente"

El periodista y colaborador de televisión habla con Vanitatis de su nueva novela, 'Bocabesada', en la que confluyen varios personajes, con historias para reír y también para llorar

Foto: Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)
Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)

Polémico, provocador y, como él mismo confiesa, un poco 'kamikaze'. Juan del Val no tiene filtros, nunca, y no se perdonaría traicionarse a sí mismo. Son algunas de las claves de la personalidad del escritor, periodista y colaborador de televisión que nos deja esta entrevista. Una charla a propósito de 'Bocabesada' (Espasa), su nueva novela, en la que confluyen muchas historias, algunas optimistas, otras más trágicas. Y todas con diferentes personajes en los que el autor ha plasmado detalles de su vida, de su carácter, de lo que ve día a día. Todo observado por él "hasta la enfermedad", siempre desde el prisma de poder escribirlo en un papel.

¿Qué vamos a encontrar en 'Bocabesada', tu nueva novela?

Bocabesada es el nombre de una productora de series de televisión, por lo tanto ya te da una pista de que está situada la novela en el mundo audiovisual. Es una novela de personajes. Y yo reivindico bastante la palabra entretenimiento por encima de cualquier otra valoración. Me jugaría algo a que el que la lea se va a reír en algunos momentos y va a llorar en otros.

¿Cuántas veces te han dicho a ti las dos palabras terroríficas ‘no sirve’?

Pues unas cuantas veces me lo han dicho, sí. Cuando alguien te dice “esto no sirve” y te lo argumenta, con humildad, se le da crédito y autoridad al otro. Por su bagaje y por sus conocimientos, lo que tienes que hacer es escucharle y, lejos de que te siente mal, que sea una motivación para aprender. El único problema es que, muchas veces, ese que te dice que algo que has escrito no sirve, probablemente no haya escrito en su vida ni dos párrafos. Quien lo dice sin más matices, sin argumentar, el que no sirve es él.

Defines el oficio de escritor como incierto, fascinante, claustrofóbico. ¿Cómo defines el de colaborador de televisión?

Es de más efecto inmediato. Lo que tú dices tiene una repercusión inmediata. O sea, lo dices una noche y ahí está, a partir de ese momento ya se habla de lo que has dicho. Y las novelas tienen otra duración. Lo que tú haces hoy, la gente lo lee dentro de un año y siente las sensaciones que tú has sentido cuando lo estabas escribiendo hace un año. Me parece un sistema de comunicación muy potente, pero no tiene absolutamente nada que ver con el de la televisión.

¿Cómo llevas eso de que digas algo y ocupe titulares, a veces titulares rápidos que poco tienen que ver con lo que has dicho?

Pues, hombre, te acostumbras. A mí me parece que eso es algo que está, al margen de mí, matando el periodismo. Los titulares no siempre son ciertos, pero, bueno, estamos en ese mundo. ¿Y que cómo lo llevo? Pues, sinceramente, me da igual. Yo soy responsable de lo que digo, no de lo que un titular que habla sobre lo que yo he dicho. Yo lo que digo lo digo. Quien lo quiere escuchar lo escucha. Pero muchas veces veo titulares con algo que yo no he dicho, simplemente. Pero ya no me apetece, no me molesto ni en rectificar.

placeholder Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)
Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)

Dices que "la gente no ve series en las que sale gente que vive en paz".

Yo soy un autor de personajes. Entonces, a mí me interesa lo que les pasa realmente a las personas por dentro, independientemente de la acción. Pero ahora lo que se lleva más es contar historias en las que sucedan muchas cosas extraordinarias. Gente que salva vidas, gente que asesina… Ese es el consumo de la ficción ahora. A mí me gusta otro tipo de historias porque me centro en lo que le pasa realmente al personaje. A partir de ahí, yo sí hablo de un momento en el que está el audiovisual, sobre todo las series de televisión y más concretamente en España. Pero a mí me parece que estamos yendo, con esto de los algoritmos y demás, a hacer permanentemente la misma serie, en la que, de repente, en el minuto 8 tiene que haber un punto de distracción y en el minuto 14, para que no se vaya la gente, tiene que haber un muerto. Y a mí esto en principio me parece bastante peligroso para la creación. Ningún algoritmo hubiera aprobado ‘El Padrino’ y tampoco hubiera aprobado ‘Annie Hall’. Entonces, que los algoritmos no hubieran aprobado a día de hoy obras maestras me parece preocupante porque al final acabamos todos viendo la misma historia, que más que historias, en realidad, son videoclips.

Uno de los personajes asegura que sentirse ridículo es lo peor que le puede pasar a una persona. ¿Cuántas veces te has sentido tú ridículo?

Un montón de veces, pero, bueno, supongo que como todo el mundo. Sobre todo cuando te conviertes en un personaje defendiendo algo patético o absurdo. Claro, evidentemente que me ha pasado y me seguirá pasando.

¿Y patético?

Hay momentos donde el personaje sí que se siente patético. O sea, tiene sus inseguridades. Y evidentemente, yo también las tengo y creo que a mí también me pasa. Yo no creo en las personas que no tienen momentos de inseguridad o que no son vulnerables. Es cierto que yo tengo un aspecto, transmito una seguridad muchas veces desbordante, pero esto no es verdad. Yo sufro, como todo el mundo, y tengo las inseguridades de todo el mundo y los complejos de un montón de gente, evidentemente. Pero estoy bastante ‘solucionado’ y lo llevo con dignidad. Y cuando no, pues me río de mí mismo, que es lo que tengo que hacer.

¿Alguna vez te has levantado sin esperanza?

Yo he pasado por muchísimos momentos difíciles. Es verdad que soy una persona enormemente optimista e intento buscar el lado divertido de las cosas o el lado bueno de las cosas permanentemente. Sí que debe ser terrible cuando todos los días uno se levanta así, sin ninguna esperanza de que el día vaya a ser mejor que el anterior. A mí eso en algún momento de mi vida, sobre todo en la adolescencia, me ha pasado. Y yo, todas las cosas que he pasado, esos sentimientos que he vivido, los plasmo en los personajes de una manera o de otra, teniendo ellos que ver conmigo mucho o un poco menos.

¿Cuántas veces has escuchado sobre ti eso de “taurino, ¡qué horror!”?

Pues algunas, sin duda. Pero es otra de las cosas que me dan bastante igual, porque uno no puede traicionar lo que es ni lo que siente. Y eso yo no lo voy a hacer. Hay muchos personajes que no consideran conveniente para sus intereses ni que sea bueno reivindicar cosas que les gustan, pero a mí eso no me va a pasar nunca. Yo soy como soy. Quien me quiere me compra y quien no me quiere no me compra. Y lo respeto profundamente.

¿Te pasa también lo mismo que al personaje, que siempre está escribiendo aunque no escriba?

Eso sí, pienso que esto es un punto común que yo creo que describe con bastante precisión lo que me pasa a mí. Yo, desde que me levanto hasta la hora de cenar, estoy escribiendo todo. Todo lo observo desde el prisma de poderlo llevar al papel, todo. Es un coñazo, pero sí, yo soy observador hasta la enfermedad casi. Y lo miro todo, todo el tiempo, para intentar entender qué es lo que pasa por encima de aquello que se ve.

placeholder Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)
Juan del Val en una foto promocional. (Cortesía Espasa/Carlos Ruiz/Contumaz Estudio)

"Solo pido a Dios faltar antes que ella" es una frase que resume la historia de amor de dos personajes. ¿Tú lo has pensado alguna vez?

No pienso en eso todavía. La novela habla mucho de amor, todo el rato, de amor de todo tipo, de amor de padres a hijos, amor entre parejas… Y sin ser una novela romántica -ni muchísimo menos, porque yo huyo bastante-, sí que habla de amor en estado puro a través de las dos parejas mayores y hay un acto alucinante de amor. Cuando César dice esa frase, está sintiendo un amor profundo. ¿Si he pensado quién de los dos va a faltar antes? Pues no, la verdad. Creo que no toca, pero es verdad que, como a mí me gusta muchas veces escribir, a veces la muerte es inesperada y no obedece casi a nada más que un golpe de mala suerte.

¿Sientes que las redes sociales están viciando la realidad? ¿Cómo es tu relación con ellas, especialmente teniendo hijos adolescentes?

A ver, yo creo que las redes sociales están y hay que asumir que están. Pero no me interesan, lo tengo que decir honestamente. Creo que en las redes sociales hay fundamentalmente ficción o solo una parte de la realidad. Solo una parte que además creo que tiene que ser así, tampoco se van a exponer todas las miserias. Instagram es la única red social que tengo y no entro, salvo para poner cosas que a la gente le puedan interesar respecto a mí. Yo ahí sí me siento de otra generación. Intento estar en el mundo, por supuesto. Te llega aproximadamente lo que pasa, pero yo no estoy en eso. Pongo cosas en Instagram sobre la novela e intento dar contenido que le puede interesar a la gente a la que yo le intereso y ya está. Pero, vamos, todas las demás redes sociales, o me las he quitado o no las he instalado.

¿Les ves algo positivo?

Si fueran solo un entretenimiento, pues bien. Pero, por ejemplo, Twitter me parece el infierno, quien entra ahí me parece lo peor, todo el rato buscando ajustes de cuentas. Y de Instagram… Modificar tu físico para salir bien en fotos me parece que es algo verdaderamente muy triste. Y esos filtros y tal que de repente convierten a una persona en lo que no es… Me genera una indiferencia absoluta.

Hay un fragmento del libro en el que no hablas muy bien de ‘Pasapalabra’. No sé si es por intentar provocar un poco, eres directamente así de kamikaze o es puramente ficción.

Son las dos cosas. Yo soy bastante kamikaze y, además, es ficción. Yo soy muy amigo de Roberto Leal. Ha leído la novela y me ha contado que le ha encantado. A partir de ahí, cuando buscamos entretenimiento, tampoco hay que poner demasiados filtros porque si estamos todo el día poniéndonos filtros, al final es un poco aburrido todo. Es un poco aburrida la comunicación, es un poco aburrida la novela, es un poco aburrido todo porque la gente está pendiente todo el rato de no enfadar a nadie. Y a mí esto ya me carga bastante. El ofendido casi siempre el problema lo tiene él, no el que supuestamente ofende.

En esta novela, como en las anteriores, hay un reflejo del universo femenino y destacas que, en ocasiones, las propias mujeres se sorprenden de cómo lo proyectas a pesar de ser hombre.

Yo siento fascinación por la mujer, desde que era niño. Creo que me parezco a todos los personajes de la novela, pero probablemente a quien más me parezco es a Carlos de niño, antes de ser Adela. En sus inquietudes, en sus formas… Pero a mí la mujer me fascina, siempre me ha fascinado y siempre he estado muy atento a todas las mujeres que me han rodeado en cualquier circunstancia. Y como te decía antes que para mí la observación es todo, pues está todo el rato observándolas. Por eso creo que yo tengo bastante de femenino, a pesar de mis formas tan masculinas. Cualquier persona que me haya leído eso lo sabe, quien me ve en la tele lo sabe menos. Y sí, en ‘Bocabesada’ hay una sensibilidad femenina, sin ninguna duda.

Polémico, provocador y, como él mismo confiesa, un poco 'kamikaze'. Juan del Val no tiene filtros, nunca, y no se perdonaría traicionarse a sí mismo. Son algunas de las claves de la personalidad del escritor, periodista y colaborador de televisión que nos deja esta entrevista. Una charla a propósito de 'Bocabesada' (Espasa), su nueva novela, en la que confluyen muchas historias, algunas optimistas, otras más trágicas. Y todas con diferentes personajes en los que el autor ha plasmado detalles de su vida, de su carácter, de lo que ve día a día. Todo observado por él "hasta la enfermedad", siempre desde el prisma de poder escribirlo en un papel.

Juan del Val
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