Enrique Rojas: "La felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria"

Enrique Rojas acaba de publicar el libro ‘Comprende tus emociones’ (Espasa). Doscientas veinticuatro páginas en las que el psiquiatra trata de los sentimientos, las emociones, las pasiones y las motivaciones que condicionan nuestro comportamiento. La clave para él reside en que sepamos identificarlos, porque solo de este modo podremos controlarlos y no serán ellos quienes dominen nuestras vidas.

Catedrático de psiquiatría y psicología médica y director del Instituto Rojas-Estapé de Psiquiatría (Madrid), actualmente trabaja junto a sus dos hijas, Marian e Isabel Rojas, su gran orgullo. Ha vendido más de tres millones de libros y su obra ha sido traducida a numerosos idiomas, desde el inglés al ruso pasando por el alemán, el italiano, el polaco o el portugués, algo que reconoce llenarle de satisfacción.

Enrique es cercano, se nota que a diario ayuda a quienes sufren. Destila la rotundidad que solo puede mantener alguien que domina profundamente el tema que expone. Apasionado de la mente, las emociones y las personas, nos regala una clase magistral sobre cómo ser más felices conociéndonos mejor a nosotros mismos.

Sus dos hijas han heredado su vocación profesional, Marian es psiquiatra e Isabel psicóloga. ¿Cree que les ha podido influir en ello?

Yo las he hablado desde pequeñas de la importancia de la psicología y de la psiquiatría. Las dos tuvieron muy clara su vocación, al igual que tienen una disposición docente. Las dos imparten muchas conferencias, y Marian además ha tenido mucha fortuna con los libros que ha publicado, que han sido un éxito de ventas. Todo ello como padre me llena de orgullo y de satisfacción.

En su larga trayectoria como psiquiatra, ¿cuáles recuerda como sus mejores momentos?

Especialmente tres. El primero, en 1984 cuando fui catedrático de universidad, que para mí fue un verdadero hito. El segundo, cuando publiqué mi primer libro, era sobre la ansiedad y lo hice en la editorial Planeta. Y el tercero, haber podido ver mis libros traducidos a tantos idiomas, que es para mí un enorme placer.

¿Son sus libros una forma de poder acercarse a más personas de las que acuden a su consulta (que, por cierto, tiene una larga lista de espera?

Los libros son unas transmisiones escritas de las que quien los lea saca conclusiones y cuestiones operativas para su vida práctica.

Su último libro lleva como título ‘Comprende tus emociones’. ¿Por qué considera que es importante que las personas comprendamos nuestras emociones, doctor Rojas?

Porque es la mejor manera de conocerse a uno mismo y saber gestionar de esta forma la vida afectiva e intelectual.

¿De todas las emociones que puede experimentar el ser humano, cree que hay alguna que se imponga en nuestra vida por encima de las demás?

Es un amalgama. La vida afectiva podríamos decir que es como un caleidoscopio en donde se mezclan, saltan, suben y bajan esos pares de emociones.

¿Por qué dice pares?

Porque van en parejas. Los más importantes son la alegría y la tristeza, el amor y el desamor, la paz y la ansiedad y la felicidad y el infortunio.

¿Entonces comprendiendo esas emociones ya seremos más felices?

En el templo de Apolo ya se decía “conócete a ti mismo”. Ese era su primer grado de sabiduría. Con mi libro quiero que el lector comprenda que uno puede gobernar su vida afectiva si la conoce.

¿Ahora hay más ansiedad que antes o utilizamos mal el término?

Actualmente el psiquiatra se ha convertido en el médico de cabecera. Recuerdo cómo, cuando era niño, mis compañeros de colegio me hablaban de mi padre psiquiatra como el médico de los locos. En la actualidad se utilizan mal ciertos términos psicológicos porque están en la calle. La depresión posvacacional, los jóvenes hablan de ‘la depre’…

¿Y cómo se puede corregir esto?

Creo que la gente cada vez tiene más interés en tener cierta formación psicológica. Mi libro puede cubrir ese hueco, enseñar a las personas a gestionar su vida emocionalmente con orden y disciplina.

¿Cómo reconocemos entonces la ansiedad?

La ansiedad es una emoción negativa que se vive como anticipación de lo peor, con miedos y temores difusos y donde hay un componente somático importante que son taquicardias, pellizco gástrico, sudoración y dificultad respiratoria, entre otros. Se trata de episodios breves de unos 3 a 6 minutos, pero donde la sintomatología es muy fuerte. Aparecen tres espectros amenazadores que son el temor a la muerte, el miedo a la locura y el temor a perder el control.

¿Qué diferencias existen entre la depresión y la tristeza?

La depresión es una enfermedad del estado de ánimo en donde la melancolía y los sentimientos de hundimiento son enormes; uno queda absolutamente paralizado. Mientras que la tristeza es un sentimiento o una emoción como consecuencia de alguna cosa negativa que nos ha ocurrido. No tiene ni la intensidad ni la extensión temporal que tiene la depresión.

¿Cómo definiría usted la felicidad?

La felicidad consiste en vivir en armonía con uno mismo. Y le puedo añadir que también en estar contento con uno mismo al comprobar que se tiene una personalidad relativamente equilibrada y un proyecto de vida coherente. Ese proyecto de vida tiene que ser realista con cuatro grandes temas: amor, trabajo, cultura y amistad.

¿Existe la felicidad absoluta?

Si, pero cuando estemos en el otro barrio. (Ríe). Tenemos que aspirar a una felicidad relativa que significa una vida bien organizada en donde hay una buena relación entre lo que yo he deseado y lo que he logrado.

En su libro habla sobre la motivación, ¿vive actualmente una grave crisis?

Actualmente vivimos en un bombardeo permanente de noticias y además tenemos multitud de estímulos externos; eso hace que uno esté disperso, que su atención se desparrame. La consecuencia es querer estar en muchas cosas y la realidad es que al final no se está en ninguna.

¿Entonces hay mucha gente que vive desmotivada?

Más que desmotivada, yo diría desparramada, vertida en muchos campos. Hemos sustituido el sentido de la vida por sensaciones inmediatas y placenteras. Vivimos en la cultura de la inmediatez.

¿Y eso en qué se traduce, doctor?

Lo queremos todo y lo queremos rápidamente. No sabemos esperar ni aplazar la recompensa. La gente joven lo muestra volcándose en las pantallas, redes sociales, etc, y los adultos, en su incapacidad para gestionar situaciones negativas. La felicidad consiste, entre otras cosas, en tener una buena salud y una mala memoria. Hay que saber tener perspectiva o visión del águila, saber perdonar y no rendirse a la primera en las relaciones de pareja. Poner las luces largas en la vida personal y evitar el cortoplacismo.

¿Y la familia está en crisis tal y como se viene diciendo? Usted en su libro defiende que no, que quienes lo están son las personas perdidas en dudas y modas o en la revolución sexual que estamos viviendo.

Se ha producido una revolución sexual que a mi parecer tiene tres hitos. En mayo de 1968 en París bajo el lema ‘Prohibido prohibir’. En 1995 en Pekín, donde se sustituye en concepto de sexo por el de género. El sexo es la ley natural, lo dado, y el género lo que tú construyes según lo que sientes. Y la tercera revolución que es la actual, donde puedes hacer lo que quieras con la sexualidad y sin sentirte culpable, porque Dios ha muerto y no hay referente ni remitente.

¿Podría explicar esto último mejor?

Permisividad y relativismo. Todo está permitido y únicamente depende de la óptica personal.

¿Cómo influye esto en las relaciones afectivas de la gente joven?

Hoy, en la falda de 2024, el hombre fingiendo amor lo que busca es sexo y la mujer fingiendo sexo lo que busca es amor. Es una frase muy mía.

En el libro afirma que “la mujer humaniza al hombre y le hace más espiritual y el hombre le da a la mujer seguridad”. ¿No le parece una afirmación por la que el feminismo se le puede echar encima?

Yo creo en el feminismo bueno. Ese es que casi el 70% de los alumnos en la Universidad Complutense son mujeres o el 60% en la Escuela Diplomática de Madrid. La mitad de los gobiernos de la Unión Europea ya están compuestos por mujeres. Igualdad de oportunidades y de posibilidades, ese es el feminismo en el que yo creo.