Goya 2024: la sociedad del frío pucelano, las zorras, la diversidad y el 'Se acabó'
La película de Juan Antonio Bayona ganó 12 Goyas en una ceremonia que sirve como metáfora de lo que es nuestro país y de hacia dónde se dirige
La sociedad de la nieve no estaba en los Andes, estaba en Valladolid. Al día destemplado y lluvioso de la ciudad castellanoleonesa se sumó la gelidez de la Feria de la ciudad pucelana, donde tenían lugar los Goya 2024. La baja temperatura del recinto hizo que más de uno se calzase el abrigo en mitad de tanto traje de fiesta. Alguna reportera aguerrida, de cuyo nombre no quiero acordarme, le gritó a pie de alfombra a Enzo Vongrincic, protagonista de la película de Bayona, que el frío real, y no el de la película, estaba allí dentro. El actor le devolvió una sonrisa. Por cierto, nada de preguntarle cosas personales a Enzo, se nos advirtió a los periodistas. La rumorología en torno a su presunto romance con Aitana iba a provocar cuestiones que el joven no quería responder. Antes hubiese preferido pasearse de nuevo por cuarenta mil cimas heladas.
Lo cierto es que la sociedad pucelana fue bastante cálida a la hora de acoger unos premios Goya que apuntalaron la película de Bayona en doce categorías (con permiso del Berger de la maravillosa 'Robot Dreams' o de la Estibaliz Urresola Solaguren de '20.000 especies de abejas'). Pese al frío, el paseíllo hacia la alfombra estuvo impregnado del calor de jóvenes y no tan jóvenes encantados de ver de cerca a sus actores y a sus ídolos. Los gritos de admiración en torno a los Javis, en cuanto bajaron de su coche, fueron una buena prueba de ese fulgor fan que siempre agradece nuestro cine.
En los primeros minutos de la gala, que nada tienen que envidiar a esos openings de Buenafuente y Silvia Abril de hace unos años, los creadores de 'La mesías' se deshicieron del pijama y de un sofá de atrezzo para enfundarse en sus trajes de gala y saltar al escenario para celebrar su "ceremonia soñada": una gala presentada al lado de una reivindicativa y elocuente Ana Belén. "Es urgente que todos revisemos las estructuras que permiten la violencia y el abuso sexual", dijo el mito de nuestro cine nada más comenzar, antes de dar paso a la actuación de Amaia y a David Bisbal, símbolos patrios (y bien distintos) idóneos para prender la mecha de la noche. El discurso de Ana Belén ya avanzó por dónde iban a ir los tiros en las siguientes tres horas.
Muchas fueron las actrices que se tomaron muy en serio el lema 'Se acabó' en la alfombra (rosa, en esta ocasión). Tras el 'caso Vermut' publicado por 'El País' hace unos días, la industria no podía quedarse impasible. Se quiere cambiar ese sistema machista, abusivo y viciado que ha truncado carreras y ha pervertido el sistema durante años. Un paipay con el 'Se acabó' acompañó a muchos y muchas de los que posaron ante la prensa antes de comenzar la gala. Cecilia Roth, por ejemplo, fue una de las actrices que lo lució más orgullosa, muy atenta a que los fotógrafos captasen el complemento con su cámara.
Actores como Omar Banana, el joven protagonista de la encantadora (y también reivindicativa) 'Te estoy amando locamente', no dejaron de señalar que este era el momento de convertir el mundo que rodea al cine "en algo sano". Hasta Pedro Sánchez, 'Pedro' para algunas de las reporteras dicharacheras que le hablaron como si fuese su vecino del quinto, estaba muy contento de que este año se alce la voz en contra de la violencia sexual. Al fin y al cabo, la mención al 'Me Too' español era una de las firmes promesas de la Academia tras las primeras críticas hacia su silencio (que, seamos justos, no duró ni dos días) tras el artículo sobre Vermut.
Bien mirados, los Goya son un microcosmos que representa a una parte importante de la sociedad española; de dónde viene esa sociedad y hacia dónde va. Es difícil ver a la esfera política, la de la moda y la del mundo cultural unidas en un mismo acto; alineadas en torno a lo que siente y expresa un país. O, al menos, un porcentaje altísimo del mismo. Hace tan solo dos décadas habría sido impensable que la diversidad y el (sanísimo) desdibujamiento de roles hubiesen estado tan presentes en la alfombra o en la propia ceremonia. El tirón sin complejos de los Javis, el de los protagonistas de 'Te estoy amando locamente', el discurso inclusivo de Ane Gabarain (ganadora del premio a la mejor actriz de reparto por '20.000 especies de abejas') o los modelos andróginos como el de Alba Flores (firmado por Made by Kös) habrían sido impensables en la España o en los Goya de hace dos o tres décadas. En 1987, cuando nacieron los premios, ya éramos modernos, sí, pero no de forma tan consciente.
Por eso resulta curioso que en una ceremonia reivindicativa (hubo hasta una petición hacia el alto el fuego de Israel), diversa (qué gusto ese premio a la mejor canción para una Rigoberta Bandini que también nos ha hecho pensar diferente) y con la mirada puesta en el futuro, la mayoría de premios fuesen a parar a la cinta más 'convencional', al 'caramelo' mainstream: 'La sociedad de la nieve'. La cinta sobre la tragedia aérea de los Andes empezó y cerró la gala arrasando. Pero es que quizá también hemos cambiado en eso: hace unos años nos parecía de mal gusto premiar películas populares, como si los Goya fuesen un reducto de gusto privilegiado que poco o nada tenía que ver con las concesiones comerciales de los Oscar de Hollywood. Incluso se criticaba que la 'guiri' Nicole Kidman de 'Los otros' pudiese birlarle el premio a la españolísima Pilar López de Ayala de 'Juana la Loca'. Pero ahora somos capaces de mirar con amor hacia productos capaces de medirse de igual a igual con el propio Hollywood, como ocurre con la película de Juan Antonio Bayona. Y también le damos premios a estrellas del calibre de Sigourney Weaver, que despertó exclamaciones de admiración desde que puso un pie en la Feria de Valladolid. En su emocionado discurso, uno de esos momentazos que justifican por sí mismos este tipo de galas, no se olvidó ni de dar las gracias a su habitual dobladora, María Luisa Solá.
Hasta David Bisbal se declaró fan del film de Netflix ante los cámaras de Televisión Española sin pronunciar aquello de 'IN- Creíble' ni concitar a los "máquinas". 'La sociedad de la nieve' le gusta a él, le gusta a la Academia y nos gusta a casi todos. Bien seamos amantes del cine de Fellini, del de Bardem o del de Cameron. Algún espontáneo vallisoletano, a pie de calle, comentaba a la prensa que estos Goya le parecían los más 'gen-Z' de los últimos años; que parecía que la gala intentaba acercarse al público más joven. Y ya se sabe que a los jóvenes de ahora no les avergüenzan sus gustos, ya escuchen a Bad Gyal o a María Callas. Estos premios a la fuerza tenían que reflejarlo.
Otro signo de ese 'meneo' cultural y de esa mirada hacia el futuro fue la presencia de Nebulossa, autores de esa 'Zorra' que va a Eurovisión y de la que ha hablado todo el mundo en los últimos siete días. Estamos seguros que las Vulpes que cantaban 'Me gusta ser una zorra' hace cuarenta años nunca hubiesen compartido momento y lugar con Felipe González, el entonces presidente del Gobierno. Los de Nebulossa sí compartieron grada y espectáculo con el mismísimo Pedro Sánchez, que hace tan solo unos días le declaraba a Ferreras su simpatía hacia una canción que a la fuerza tenía que estar representada en este microcosmos español (o de una gran parte de España) que son los Goya.
Un universo propio que busca unirnos, como nos une que Ana Belén y los Javis le canten a Concha Velasco en un tema homenaje hacia esa vallisoletana de pro que seguramente ha sido una de las personas más queridas de este nuestro país. O India Martínez, María José Llergo y Niña Pastori entonando el 'Se acabó', temazo de otro tesoro nacional desaparecido en 2023: María Jiménez.
También nos une esa admiración hacia la Belén de 'Aquí no hay quien viva' (¿puede haber un personaje más representativo de los 'losers' españoles que ese?), hacia una Malena Alterio que demuestra, con su Goya a la mejor actriz, que su multiplicidad de registros va mucho más allá de aquella emblemática serie.
Quizá lo único divisivo fue el dardo final de Pedro Almodóvar a aquellos políticos que hablan con desprecio del cine español y de las subvenciones que se le dedican. Pero ya se sabe que tener enemigos comunes también une a los grupos. Pilar Miró dijo una vez que "los ministros pasan y las películas quedan". Muchos de los que vieron la ceremonia de este sábado seguro que piensan lo mismo.
La sociedad de la nieve no estaba en los Andes, estaba en Valladolid. Al día destemplado y lluvioso de la ciudad castellanoleonesa se sumó la gelidez de la Feria de la ciudad pucelana, donde tenían lugar los Goya 2024. La baja temperatura del recinto hizo que más de uno se calzase el abrigo en mitad de tanto traje de fiesta. Alguna reportera aguerrida, de cuyo nombre no quiero acordarme, le gritó a pie de alfombra a Enzo Vongrincic, protagonista de la película de Bayona, que el frío real, y no el de la película, estaba allí dentro. El actor le devolvió una sonrisa. Por cierto, nada de preguntarle cosas personales a Enzo, se nos advirtió a los periodistas. La rumorología en torno a su presunto romance con Aitana iba a provocar cuestiones que el joven no quería responder. Antes hubiese preferido pasearse de nuevo por cuarenta mil cimas heladas.
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