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José Luis Martínez-Almeida no quiere ser la tercera infanta: la austeridad que ha marcado su boda, dato a dato
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LA GRAN BODA DEL AÑO

José Luis Martínez-Almeida no quiere ser la tercera infanta: la austeridad que ha marcado su boda, dato a dato

El alcalde y su prometida han hecho un esfuerzo por mantener el perfil bajo con las elecciones respecto a su boda. Ni grandes fastos ni extravagancias. Analizamos detalle a detalle todo

Foto: Teresa Urquijo y José Luis Martínez-Almeida, en una imagen de archivo. (EFE)
Teresa Urquijo y José Luis Martínez-Almeida, en una imagen de archivo. (EFE)
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Hay una premisa que José Luis Martínez-Almeida ha repetido a su entorno hasta la extenuación: no quiere que su boda sea un reflejo de la boda de la hija de Ana Aznar. No quiere ser la tercera infanta.

Así se apodó entonces a Ana Aznar, que reunió en su boda con Alejandro Agag a más de 1.000 invitados en El Escorial. Un enlace que en poco distaba de los de Elena y Cristina de Borbón en Sevilla y Barcelona, respectivamente. Nada más lejos de la realidad. Las informaciones que con cuentagotas hemos ido conociendo de los preparativos del gran día del alcalde de Madrid demuestran que la política de contención de gastos y ostentaciones han imperado durante la organización de cada detalle de su boda.

Todas las decisiones se han visto supeditadas a esto. Por tanto, no es de extrañar que algunos de los aspectos que han trascendido hayan llamado la atención de los lectores. No van a tirar la casa por la ventana.

Foto: José Luis Martínez-Almeida y la reina Sofía, en un acto juntos. (EFE)

Sin compromisos de más

El primero, el número de invitados. 500 pueden parecer muchos, pero en una boda de este calado no lo son. Ni por parte del edil de Madrid ni tampoco por el de su prometida, descendiente de dos de las familias más potentadas de España.

Empecemos por Almeida. Alcalde de Madrid con mayoría absoluta y tras más de 18 años militando en el Partido Popular, la cantidad de compromisos es infinita a la hora de invitar: compañeros, excompañeros, secretarias, concejales, personas de confianza repartidos por toda España, a los que hay que sumar todos los barones autonómicos y, por supuesto, la plana mayor con Feijóo a la cabeza (que solo acudirá a la misa). Cientos de nombres de los que la gran parte se han quedado fuera.

De hecho, el novio celebró este lunes una cena de despedida con su equipo y personas de confianza precisamente para paliar el posible descontento de algunos no invitados a su boda.

Lo mismo ocurre con su futura mujer. Teresa Urquijo es heredera de dos de las grandes sagas españolas. Por un lado, de los Urquijo. Su abuela Piru Urquijo es una de las grandes damas de la alta sociedad, y tanto su finca Los Molinillos como su pisazo en una de las zonas más exclusivas de Madrid son lugares de reunión de empresarios, aristócratas e intelectuales de las últimas décadas.

Por el otro lado, la novia también es Borbón-Dos Sicilias y sobrina nieta, por tanto, de los Reyes eméritos, presentes en la boda. Tampoco se perderán el enlace las infantas Cristina y Elena y algunos de sus hijos, como ya adelantamos en primicia en estas páginas.

Una información cuya trascendencia ha causado cierto malestar. Los novios preferían que no se difundiera la noticia de la asistencia de la familia real y pidieron a la Casa Real discreción absoluta al respecto.

Foto: Juan Urdangarin, con las infantas Elena y Cristina en el funeral de Constantino. (Gtres)

Catering madrileño y finca familiar

Pese a que casarse en el corazón de la milla de oro madrileña puede suponer un ejercicio de ostentación, tampoco lo es así si lo ponemos en contexto. Siendo el primer alcalde en casarse en el ejercicio de su cargo, a nadie le hubiera extrañado que lo hiciera en la catedral de la Almudena o quizá en San Francisco el Grande o Santa Bárbara.

Aunque en un primer momento se barajó la opción de celebrar la misa en el interior de la finca o en alguna iglesia pequeña en alguna localidad cercana, finalmente la expectación y el revuelo que estaba generando la noticia de la boda obligó a reestructurar la estrategia y buscar un templo en una de las arterias de Madrid, cuyos cortes por seguridad no paralizasen el ritmo de la ciudad un sábado por la mañana.

Foto: Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, en Las Ventas. (Europa Press)

Por seguridad, la ubicación de San Francisco de Borja era perfecta, del mismo modo que también encajaba por su aforo, pues puede acoger hasta 350 invitados sentados en sus bancos.

El alcalde posará a la entrada junto a su hermana, madrina del enlace, enfundado en un chaqué clásico. Austero, gris marengo, sin estridencias. También lo hará a la salida, del brazo de su esposa, que, lejos de estrenar un vestido y llevar una imponente tiara, ha reciclado el de su madre y su abuela y, aunque lucirá una joya familiar, será poco ostentosa.

La fiesta se celebrará en el Canto de la Cruz, la finca de Teresa Borbón-Dos Sicilias, prima de don Juan Carlos y propietaria de una de las yeguadas de purasangres más importantes de Europa, y no en una finca de moda como Las Margas o El Gasco, cuyo alquiler (sin comida ni extras) oscila entre los 8.000 y los 12.000 euros, y el catering ascenderá, tal y como adelantamos en estas páginas, a 175 euros por comensal. Otra elección de lo más comentada ya que el elegido ha sido el madrileño Lhardy, uno de los más icónicos e históricos de la capital. Aunque no servirán cocido, tampoco han escogido recetas que puedan sugerir grandes lujos. Ni estaciones de champán y ostras ni cócteles creados para ellos. Clasicismo y contención: croquetas, gambas al ajillo y solomillo. Y de recena, candy bar y minipizzas. No habrá música en directo y no será, ni mucho menos, un festival.

placeholder Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, en Las Ventas. (Europa Press)
Martínez-Almeida y Teresa Urquijo, en Las Ventas. (Europa Press)

Unos 90.000 euros si multiplicamos por los 500 invitados que podrían cubrir con la lista de regalos puesta a disposición de todos los que quieran tener un detalle con ellos de mayor o menor importe. De las 40 páginas, tan solo quedaban, a 24 horas de la boda, 50 artículos. Ninguno de ellos, fuera de lo común. Nada podía dar que hablar. Nada podía resultar excéntrico ni extravagante.

Ni siquiera la luna de miel. El alcalde y su mujer ni siquiera disfrutarán de los 15 días que te da la ley. Tan solo se irán 10 días. Eso sí, a las Maldivas y Bután, que tampoco está nada mal, pero no es una vuelta al mundo ni incluye viajes en globo al amanecer ni helicópteros ni aviones privados en ningún caso. Pack estándar.

Un enlace que ha intentado ser lo más normal posible, dentro, eso sí, de las limitaciones obvias de sus protagonistas.

Hay una premisa que José Luis Martínez-Almeida ha repetido a su entorno hasta la extenuación: no quiere que su boda sea un reflejo de la boda de la hija de Ana Aznar. No quiere ser la tercera infanta.

José Luis Martínez-Almeida Bodas de famosos