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Alejandra Martos, hija de Raphael: "Mis padres son los que son, pero el que no quiere no sale"
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ENTREVISTA

Alejandra Martos, hija de Raphael: "Mis padres son los que son, pero el que no quiere no sale"

La hija del cantante y Natalia Figueroa, que trabaja como restauradora para el Museo Thyssen, hace una excepción a su vida anónima prestando su imagen a una firma de bolsos

Foto: Alejandra Martos, en una imagen promocional de De Chávarri. (Cortesía)
Alejandra Martos, en una imagen promocional de De Chávarri. (Cortesía)

Alejandra Martos Figueroa es restauradora en el Museo Thyssen desde hace más de dos décadas. Le entusiasma su trabajo y su sueño es tener entre sus manos una obra de Botticelli. Quiso ser bailarina profesional, pero a los quince años tuvo claro que no llegaría a la excelencia y lo dejó. Ella y sus hermanos forman parte de ese grupo de hijos con apellidos conocidos que nunca se han beneficiado de esa fama poco constructiva.

Admira a sus padres Raphael y Natalia, que le dieron las bases del esfuerzo y los valores para su desarrollo personal y profesional. Es madre de dos hijos que están alejados de las redes sociales públicas, que considera muy agresivas. A pesar de los veinte años que han pasado, recuerda aquel lejano 1 de abril, cuando por fin su padre ingresó en el hospital para su trasplante de hígado. “O salía bien o se moría. Unos días muy difíciles”. Además de su trabajo en el Thyssen, Alejandra ha aceptado la oferta de sus amigas Cristina y Curra para ser la imagen de De Chávarri. Una firma de bolsos fabricados en España. Hablamos con ella.

¿Qué te ha hecho ser la imagen de esta firma?

Me decidí porque es una marca que trabaja la excelencia con los materiales, la artesanía y el cuidado de todos los detalles. Es un producto hecho cien por cien en España y además las creadoras y dueñas son mis amigas. He vivido con ellas todo el proceso desde que lo imaginaron hasta que el proyecto se convirtió en lo que es. Unos bolsos con unos diseños muy bien hechos, muy versátiles y a precios muy competitivos. En realidad, colaborar con De Chávarri se dio de una manera natural. No tuve que dar muchas vueltas al ofrecimiento.

¿Te atreverías a diseñar?

Sí, me gustaría. Nunca se me había pasado por la cabeza y a lo mejor con ellas me lanzo.

placeholder Otra imagen de la campaña de Martos con De Chávarri. (Cortesía)
Otra imagen de la campaña de Martos con De Chávarri. (Cortesía)

El nombre de esta firma lleva el apellido De Chávarri. ¿Sois parientes?

No tienen nada que ver con mi familia. Es casualidad. Puede haber una contraparte familiar lejanísima.

¿Cómo recuerdas a tu prima Marta Chávarri?

La persona más buena que ha existido, con el corazón más grande. Muy divertida y cariñosa. Nos hemos reído mucho con ella. Y la recuerdo también con tristeza. Se merecía haber sido feliz y no lo fue.

"[Marta Chávarri era] la persona más buena que ha existido. La recuerdo también con tristeza. Se merecía haber sido feliz y no lo fue"

A lo largo de tu vida, imagino que te habrán hecho propuestas publicitarias o te habrán pedido acudir a fiestas y posados como colaboración pagada.

No te creas, qué va. Hace muchos años lo hice para una marca de zapatos de niños y nada más. Y también reportajes de moda. La verdad es que no me veía.

¿Y ahora sí?

Soy restauradora. Mi profesión no tiene nada que ver con mi imagen. Si veo que buscan un perfil determinado y creo que lo doy, entonces me lo pensaría. En el caso de los bolsos De Chávarri es que son mis amigas.

¿Te convertirías en influencer?

No porque me parece agotador. No sirvo para eso. Hay gente que lo hace muy bien y ofrece cosas muy interesantes y después está 'lo demás'.

placeholder Raphael y Natalia Figueroa, en el Festival de Málaga. (EFE)
Raphael y Natalia Figueroa, en el Festival de Málaga. (EFE)

Y si tus hijos quisieran serlo, ¿qué les aconsejarías?

Hoy en día se mantienen privados y se lo aconsejo totalmente. Para exponerse siempre hay tiempo. Las redes son muy agresivas.

¿Tú sufriste acoso en tu etapa escolar?

En el colegio hemos sufrido cosas. Siempre había quien insultaba, quien se reía, quien hacía comentarios feos. Las primeras veces te afectaba, pero después lo procesé de otra manera. Ahora es diferente y hay que ser muy sólido, muy fuerte y tener todo muy claro para que no te tumben. Son edades muy peligrosas y así se lo digo a mis hijos. No entiendo a esa gente que sin conocerte tiene ese sentimiento tan negativo.

"En el colegio hemos sufrido cosas. Siempre había quien insultaba, quien se reía. Las primeras veces te afectaba, pero después lo procesé de otra manera"

Esta colaboración con tus amigas es algo muy novedoso en tu vida.

Soy restauradora y formo parte del equipo del Museo Thyssen. Lo que hay en común es que el trabajo creativo de la marca De Chávarri es minucioso y cuidadoso como es mi mundo.

¿En qué consiste tu trabajo en el Thyssen?

Una parte fundamental de mi trabajo es la conservación de la colección que alberga el museo. Tanto la que es del Estado español como la de Carmen Thyssen, que es alquilada. También tenemos una línea de investigación donde se profundiza en el conocimiento de la obra para saber cómo trabajarla. Nos encargamos de recepcionar, custodiar y devolver las obras en el mismo estado en que nos las entregaron. Y lo mismo cuando las obras salen del museo. Desarrollamos proyectos y nos gusta de manera didáctica contar lo que hacemos. Y viajamos mucho porque acompañamos el traslado cuando las piezas se prestan para exposiciones.

Cuando te pones delante de una obra que tienes que restaurar, debes sentir una gran responsabilidad.

Cada cuadro es un mundo y a cada uno le pasa una cosa diferente. Es un trabajo individual y único.

placeholder Un primer plano de Alejandra Martos. (Cortesía)
Un primer plano de Alejandra Martos. (Cortesía)

¿Cuál es la obra de arte que más te costó restaurar?

Una obra de Kirchner. Y no fue la capa pictórica, que es lo más visual, sino el soporte. La tela tenía por detrás unos daños muy complicados. Fueron unos meses peliagudos.

Si pudieras tener una varita mágica, ¿Qué obra elegirías para restaurar?

Me encantaría tener en mis manos un Botticelli o subirme a un andamio y tocar el cielo de la Capilla Sixtina.

¿Cómo es tu relación con Carmen Thyssen?

Aunque le gusta visitar el taller de restauración, su figura en el museo no es de estar todos los días. La conozco, es encantadora, amante del arte y del legado de su marido, pero no tengo trato directo. Ha hecho mucho por la cultura y parece que a la gente se le olvida lo que hizo para que la colección estuviera en Madrid. Se creó el triángulo de oro con el Prado, el Reina Sofía y el Thyssen.

"[Carmen Thyssen] ha hecho mucho por la Cultura y parece que a la gente se le olvida lo que hizo para que la colección estuviera en Madrid"

¿Es verdad que quisiste ser bailarina profesional?

Era mi sueño desde que era pequeña. Y me sigue apasionando la danza, pero me di cuenta de que no iba a llegar. Hay que ser excelente para ser cuerpo de baile, imagínate para ser protagonista. Seguí recibiendo clases y paré porque ya no tenía tiempo. Es muy difícil encontrar una clase para adultos con cierto nivel y en un horario que encaje.

Vosotros los Martos Figueroa y los hijos de Víctor Manuel y Ana Belén sois el ejemplo de no ejercer de 'hijos de'.

Mis padres son los que son, estamos donde queremos estar y el que no quiere no sale.

¿Quién ha influido más a la hora de alejaros de la notoriedad? ¿Vuestra madre, Natalia Figueroa, o Raphael?

Los dos. Nos han educado en la normalidad, nos han dado valores, herramientas y apoyo en lo que queríamos hacer. He mamado lo que es el esfuerzo, el trabajo.

placeholder Los tres hijos de Raphael y Natalia Figueroa: Manuel, Alejandra y Jacobo. (EFE)
Los tres hijos de Raphael y Natalia Figueroa: Manuel, Alejandra y Jacobo. (EFE)

¿Cómo se vive ser hija de Raphael?

Con mucho orgullo y una gran admiración a su vida. Sigue en activo porque es lo que le gusta. Es un currante impresionante. Y cuanto más mayor me hago más lo siento. Mis padres son un gran equipo y nunca he sentido tener un padre ausente. Siempre ha sido muy cariñoso, pero si tenía que decir algo lo decía. Mi padre nos regañaba con una mirada que lo decía todo.

En vuestra casa hay un antes y un después del trasplante que vivió Raphael.

Fue horrible. Una etapa muy dura porque mi padre se moría y no sabíamos si iba a llegar el trasplante, si funcionaría. Tremendo. Fue hace 21 años y lo sigo recordando como una pesadilla. El día que llamaron por teléfono para informar de que había llegado el momento dio la casualidad de que estábamos todos en su casa comiendo juntos. Tengo esa imagen grabada.

Alejandra Martos Figueroa es restauradora en el Museo Thyssen desde hace más de dos décadas. Le entusiasma su trabajo y su sueño es tener entre sus manos una obra de Botticelli. Quiso ser bailarina profesional, pero a los quince años tuvo claro que no llegaría a la excelencia y lo dejó. Ella y sus hermanos forman parte de ese grupo de hijos con apellidos conocidos que nunca se han beneficiado de esa fama poco constructiva.

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