Carlos Goyanes, la vida de "pensionista feliz" de sus últimos años y el amuleto especial que ahora lleva su nieto
El empresario fallecía a los 79 años de manera inesperada. Su vida era plácida y había dejado atrás la vida ajetreada de hace años
Carlos Goyanes fallecía este miércoles a los 79 años en su casa de Guadalmina. La triste noticia la conocían sus amistades más íntimas a mediodía, cuando Cari Lapique se lo comunicaba aún sin procesar la tragedia. Esa mañana, se encontraba con su hermana Miriam en Sotogrande para acudir a un mercadillo de los que habitualmente se organizan en esa urbanización. Nadie imaginaba que Carlos Goyanes no despertaría este miércoles cuando su hija Cari (Caritina) preguntó por él y le dijeron que estaba durmiendo.
No era raro que Carlos se levantara tarde porque era forofo de las retransmisiones diarias de los Juegos Olímpicos de París. Se quedaba despierto dependiendo del interés por el deporte que hubiese esa noche. Y precisamente este miércoles, a la una de la madrugada, quien jugaba un partido amistoso era el Real Madrid, el equipo de sus amores (y el de sus nietos) y el Chelsea, correspondiente a la gira del equipo blanco en Estados Unidos. El fútbol finalizó pasadas las dos de la madrugada, que fue cuando se recogió.
En la casa estaban acostumbrados a ese horario de Carlos que formaba parte de su agenda de ocio. A veces le acompañaba su nieto mayor para ver juntos los partidos pero a esas horas estaba solo. Pedrito, el hijo de Caritina, es un chico muy maduro para su edad, que adoraba al abuelo igual que su hermana Cari y sus primos, los tres hijos de Carla y Jorge Benguria.
Nietos y talismanes
Era habitual que Goyanes llevara un cinta de cuero al cuello con un colgante que para él era una especie de talismán. Como homenaje a su abuelo Pedro ha querido heredar esa pieza. En el tanatorio se le pudo ver con ella, que debería tener un gran significado para el empresario y a partir de ahora para el hijo de Caritina Goyanes.
Desde que se jubiló, Carlos estaba viviendo una etapa de tranquilidad y volcado en los nietos con los que jugaba al fútbol en el jardín del chalet de Guadalmina. Hace unos días hubo celebración por el cumpleaños de la abuelona, como llaman a Cari Lapique los hijos de sus hijas. La celebración fue en la casa familiar del verano. Todos juntos, como siempre.
Con el paso de los años, esta vivienda con salida directa a la playa es ahora un bien patrimonial en alza. No se encuentra en la categoría de las grandes casas y mansiones de la zona y de Marbella, pero con el tiempo Guadalmina se revalorizó.La compraron cuando aún la urbanización no estaba de moda. Quienes comenzaron a fijarse en ese lugar, a quince minutos sin atascos del centro de Marbella, eran matrimonios jóvenes como los Goyanes/Lapique y sus niñas. En aquellos años era habitual que en los veranos posaran para la revista ‘Tiempo’, contando sus proyectos profesionales.
Su lugar favorito
A finales de los años 80, Goyanes abrió una inmobiliaria en Madrid que ofrecía pisos de lujo. Philipe Junot, gran amigo de la pareja, se asoció para ofrecer ese tipo de proyectos de alto nivel en Francia. Hace tiempo se desvinculó laboralmente de la empresa y continuó con la relación de hermandad con los Goyanes. Cuando el fundador decidió apartarse del mundo laboral le pasó la batuta de mando a su hija Carla, que es quien dirige la inmobiliaria.
Guadalmina se convirtió en el lugar preferido de Carlos Goyanes. Desde que se jubiló, pasaba más tiempo en su casa de la playa que en Madrid. Uno de los días en los que se encontraba en la capital del reino y había acudido a una fiesta relacionada con la firma Suárez en la que trabaja su mujer contaba a Vanitatis lo encantado que estaba con su nueva vida.
“Pasamos el confinamiento y la pandemia sin enterarnos. Ver el mar todas las mañanas con el mundo cerrado era un privilegio. Soy un pensionista feliz” . Y explicaba que, salvo convocatorias muy concretas, prefería quedarse en la casa de Madrid y cada vez más en la del Marbella, viendo en la televisión algún partido en los canales de deporte a los que estaba abonado. Prefería eso que salir a socializar. Recordaba las décadas de los ochenta y noventa en las que él y su mujer recibían invitaciones para eventos todos los días. “Ya he visto todo lo que tenía que ver y no me interesa profundizar en conocer gente nueva. Estoy en la etapa de despresentarme de los pesados que sólo saben hablar de política y de dinero”, comentaba con su proverbial ironía.
Carlos y Cari habían veraneado siempre en Marbella, donde los padres respectivos eran fijos en las grandes fiestas del verano y ellos recogieron el testigo. Era habitual que acudieran a las convocatorias del relaciones públicas Nacho Angula en la discoteca del Marbella Club, o a las galas del hotel Los Monteros, los almuerzos con sobremesas eternas en el chiringuito de Marisa o la primera copa en el bar de Menchu en Puerto Banús. Formaban un grupo divertido y coincidían con Luis Ortiz, Gunilla, Yeyo Llagosteras, Antonio Arribas, Lita Trujillo, Lolita, Charo Vega, Tony Caravaca, Lola Flores, Tessa de Baviera y su marido, el marqués De Castro en cualquiera de las convocatorias que solían ser diarias.
A Carlos y Cari la prensa les consideraba una pareja modelo y siempre trataban con mucho respeto y cariño a esos periodistas a los que sus medios respectivos enviaban al centro neurálgico de lo que se denominaba la jet set marbellí.
Con Goyanes desaparece una etapa divertida, brillante y cosmopolita en el mundo social. Fue un gran padre, un excelente abuelo, amigo fiel y formaba un equipo sólido con Cari Lapique, una mujer extraordinaria. En el recuerdo de todos los que asistimos a los enlaces de Caritina y Carla siempre estará presente ese padre orgulloso llevando a sus dos hijas del brazo el día de sus bodas.
Carlos Goyanes fallecía este miércoles a los 79 años en su casa de Guadalmina. La triste noticia la conocían sus amistades más íntimas a mediodía, cuando Cari Lapique se lo comunicaba aún sin procesar la tragedia. Esa mañana, se encontraba con su hermana Miriam en Sotogrande para acudir a un mercadillo de los que habitualmente se organizan en esa urbanización. Nadie imaginaba que Carlos Goyanes no despertaría este miércoles cuando su hija Cari (Caritina) preguntó por él y le dijeron que estaba durmiendo.
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