Qué fue de Pilar Soto, la popular azafata del Grand Prix: de la fama y las drogas a ingresar en un convento

Corría el año 1999 cuando Pilar Soto aparecía por primera vez en la televisión. Lo hacía de la mano de Ramón García, en el famosísimo concurso ‘Grand Prix’ que ha marcado generaciones. Ella hacía de azafata, explicaba en qué consistían las pruebas a las que se iban a someter los participantes del pueblo que tocase, y conquistó a los millones de espectadores que seguían el programa cada día que se emitía.

Después participó en otros proyectos como en ‘Al salir de clase’, pero no duró mucho en la pantalla, ya que la presión mediática y un frenético estilo de vida le afectaron a su salud mental. Cayó en un trastorno de la conducta alimenticia, la bulimia, y poco después pasó a la anorexia.

Pilar Soto llegó a revelar que pesó 37 kilogramos. Se volvió adicta a la medicación y después se refugió en el alcohol y las drogas. Eso la llevó a ingresar en el hospital hasta en ochenta ocasiones. Durante uno de los internamientos, tras participar en ‘La isla de los famosos’ en 2004, los médicos le dijeron que no podían hacer mucho para salvar su vida. El miedo a morir fue lo que hizo que se aferrase a la fe.

Nadie, frente al televisor cada noche que emitían el Grand Prix, hubiera pensado que esa chica en minifalda iba a acabar ingresando en un convento. Lo confesó en una entrevista. Se refugió en Dios para salvarse. "En ese momento, llamé a Cristo y con los ojos de mi alma, vi su rostro. Estaba todavía en la cruz, lloraba. Y pensé: 'Dios mío, ¿qué he hecho? Perdóname, Señor. Así no, Señor. No es mi hora. Ahora entiendo que nada justifica haber atentado contra el cuerpo que me has dado", contó.

Pilar Soto ingresó en el convento de Las Clarisas, en Madridejos, en la provincia de Toledo. Allí estuvo durante siete años. La última vez que se la vio en televisión fue en el plató de ‘Sálvame Deluxe’ en 2014. La entrevistó Jorge Javier Vázquez, y contó toda su historia.

Algunas de las declaraciones más impactantes fueron: “Sufrí varias sobredosis, pero yo seguí trabajando. Perdí muchísimo peso. Estuve bailando con la muerte muchísimas veces". También desveló que llegó a autolesionarse: "Los médicos no se explican cómo estoy viva porque no tengo esófago ni nada”.