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El amor de la vida y el abrazo del oso de Jimmy Giménez-Arnau
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OBITUARIO

El amor de la vida y el abrazo del oso de Jimmy Giménez-Arnau

Despedimos al periodista y colaborador televisivo, que en los últimos años se convirtió en todo un personaje de la pequeña pantalla

Foto: Giménez-Arnau en un programa de Telecinco.
Giménez-Arnau en un programa de Telecinco.

Jimmy Giménez-Arnau era un hombre sin dobleces. Por eso se le quería o se le tenía cierta inquina. Más lo primero que lo segundo, salvo que perteneciera a la familia Franco que, como él mismo decía, era “odio sarraceno” lo que sentían hacia él. Y acompañaba la frase con un irónico “y no sé por qué”. Incluso en el caso de la animadversión de por vida del resto de los Franco con alguno de sus miembros, como Mariola Martínez Bordiú, hermana de Mery, que no le odiaban. Con ella y con Carmen Franco siempre tuvo una deferencia y las respetaba cuando hablaba del resto de su familia política.

En su libro ‘Yo, Jimmy’ hizo un repaso ácido y directo que ha servido como guión para muchos programas de televisión y documentales. Le molestaba que en esos casos le robaran sus historias sin pedir permiso, pero nunca hizo ninguna reclamación. En cambio, regalaba ideas cuando se le entrevistaba. Era un hombre de mundo y esa era su mejor tarjeta de presentación. Y quizá el mejor contador de historias. Unas vividas y otras recreadas y hasta inventadas, como cuando contaba su aventura con una esquimal en Groenlandia.

placeholder Jimmy Giménez-Arnau y María del Mar Martínez-Bordiú y Franco, en una imagen de archivo. (Gtres)
Jimmy Giménez-Arnau y María del Mar Martínez-Bordiú y Franco, en una imagen de archivo. (Gtres)

Jimmy, que siempre fue Joaquín para sus padres, tenía el don de la palabra, de la escritura y la ironía. Uno de sus libros, ‘Zelos’, hubiera podido ser un bestseller sin en vez de ir firmado por él lo hubiera escrito otro. Él lo explicaba de una manera más cruda: “Si esto lo hace una vaca sagrada del periodismo, le hacen la ola. A mí no me tienen en cuenta los jefes de cultura de los periódicos. Me consideran un friki”. Y como ganaba dinero con sus intervenciones televisivas, compraba los libros y nos los regalaba a los amigos.

Precisamente, una de sus cualidades era la generosidad. Y así lo demostraba a los periodistas que compartían con él un programa en Canal Sur. Los colaboradores teníamos acceso al comedor pero, cuando coincidíamos con él, nos llevaba a un chiringuito de la playa y por supuesto no dejaba pagar. Ni tan siquiera a medias. “Ni voy a ser más rico, ni más pobre”. Había también una parte emocional en estas escapadas al local de la playa. Le gustaba una de las camareras y aunque nunca le dijo nada sí nos lo comentaba a nosotras.

Era emocionalmente muy enamoradizo hasta que encontró a Sandra, la mujer de su vida, a la que conoció en ‘Dónde Estás Corazón (DEC)’. Él acudía como personaje al programa y ella se encargó de preparar la entrevista previa. Lo había pedido porque desde que era estudiante de periodismo, ya que tenía fascinación por Giménez-Arnau.

placeholder Jimmy Giménez-Arnau y su esposa Sandra Salgado, en la boda de Carlota Corredera en 2015. (Gtres)
Jimmy Giménez-Arnau y su esposa Sandra Salgado, en la boda de Carlota Corredera en 2015. (Gtres)

De esa primera cita laboral salieron otras más (que no fueron muchas) porque se entendieron desde el primer momento. El enamoradizo escritor y la periodista nunca más volvieron a separarse. Se casaron y no había día que él no agradeciera al destino haberla conocido. “Si no hubiera ido al programa para la entrevista, no creo que nos hubiéramos cruzado. Sandra es la mujer de mi vida. Qué pena no haberla conocido veinte años antes”, contaba cuando explicaba su historia de amor. “Hasta que llegó ella sólo me querían mis perros”, contaba para esconder su vena romántica.

No le importaba reconocer que por su vida habían pasado amores y la mayoría le habían abandonado. Verdad o mentira, era capaz de recrear con sentido del humor cualquier momento que a otros en su misma situación les dejaría fuera de circulación. Tenía esa capacidad para convertir la tragedia o las tristezas en humor negro. Cuando contaba cómo había sido su infancia la mostraba “como la de Oliver Twist, pero con padres ricos” .

placeholder Jimmy Giménez-Arnau, en una foto de archivo. (Gtres)
Jimmy Giménez-Arnau, en una foto de archivo. (Gtres)

Su madre le fue a visitar al colegio inglés donde estaba interno desde los diez años y el encuentro no fue el esperado. “Cuando la vi, le fui a dar un beso y lo que hizo fue darme una bofetada. Nunca más la volví a besar y ella tampoco lo echó de menos. Esa fue la primera vez que lloré. La segunda, cuando murió mi padre y la tercera cuando me pillé el dedo con una puerta”.

Con Jimmy era imposible aburrirse. Tenía la capacidad para contar historias, anécdotas o lo que recrease con alguna invención. Daba igual si era verdad o no.

Hablar de Jimmy Giménez-Arnau en estas circunstancias es difícil. Un obituario de un amigo siempre cuesta. Y en este caso, por lo inesperado de su muerte. Me despido como lo hacía él en los WhatsApp. Esta era la frase que ahora es nuestra: “Un abrazo de oso. Nos vemos, amigo”.

Jimmy Giménez-Arnau era un hombre sin dobleces. Por eso se le quería o se le tenía cierta inquina. Más lo primero que lo segundo, salvo que perteneciera a la familia Franco que, como él mismo decía, era “odio sarraceno” lo que sentían hacia él. Y acompañaba la frase con un irónico “y no sé por qué”. Incluso en el caso de la animadversión de por vida del resto de los Franco con alguno de sus miembros, como Mariola Martínez Bordiú, hermana de Mery, que no le odiaban. Con ella y con Carmen Franco siempre tuvo una deferencia y las respetaba cuando hablaba del resto de su familia política.

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