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Si no tienes documental, no eres nadie: el caso de Georgina, Taylor Swift o Isabel Preysler
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Si no tienes documental, no eres nadie: el caso de Georgina, Taylor Swift o Isabel Preysler

Si antes los famosos eran vistos como dioses inalcanzables, ahora son amigos a los que puedes conocer desde la comodidad de tu sofá gracias a las plataformas digitales

Foto: Georgina Rodríguez en una foto de archivo. (Gtres)
Georgina Rodríguez en una foto de archivo. (Gtres)

Las celebrities han dejado de ser figuras intocables, alejadas del común de los mortales, para mostrarse como personas comunes, con vidas que, aunque privilegiadas, presentan dilemas y preocupaciones. Este cambio en la imagen pública de los famosos ha sido impulsado por la proliferación de documentales que muestran su día a día, un fenómeno que parece haberse convertido en el nuevo estándar para mantener la relevancia mediática. Si no tienes tu propia docuserie, no eres nadie. Y para ejemplo de esto, Georgina Rodríguez, que este 18 de septiembre ha sacado la tercera temporada de la suya en Netflix.

“Muchos conocen mi nombre, pocos saben quién soy”, decía la modelo en el primer capítulo de Soy Georgina, el reality en el que en el que exhibe su vida de lujo junto a su pareja, Cristiano Ronaldo. La influencer utiliza el formato del docureality no solo para exhibir sus rutinas, rodeada de opulencia, sino también para recordar sus orígenes humildes como camarera en Jaca y explicar quién es.

placeholder Georgina en Venecia. (Gtres)
Georgina en Venecia. (Gtres)

“Sé lo que es no tener nada. Y sé lo que es tener todo”, dice en el primer capítulo. Un relato que conecta con aquellos que aspiran a una vida mejor. Esta narrativa, que oscila entre el lujo y la sencillez, le permite humanizarse y convertirse en alguien con quien su público puede identificarse. A través de esta exposición controlada, muestra a una mujer que, a pesar del éxito, sigue valorando los aspectos más simples de la vida, sin olvidar que posee una fortuna valorada en 9 millones de euros y más de 63 millones de seguidores en Instagram.

A lo largo de los episodios, la modelo enfatiza su papel como madre, mostrando algunos momentos íntimos con su familia. Pero en esta última entrega, a diferencia de las otras, se centra también en su faceta profesional. En lugar de centrarse únicamente en los aspectos más extravagantes de su vida, la serie permite a los espectadores ver a una Georgina que prepara la mochila de sus hijos y los lleva al colegio, todo mientras hace malabares con sesiones de fotos y eventos de alta costura.

De dioses a humanos: el cambio en la imagen de los famosos

El cambio en la percepción de los famosos a lo largo del tiempo ha sido clave para entender el auge de las docuseries. La analista de cine Sara Ruiz Sardón, más conocida como @sararuizo_, explica cómo desde el inicio de Hollywood, con la creación del star-system, se ha querido dar a los actores y actrices un halo de misterio y glamour, presentándolos como seres inalcanzables. La idea de que eran personas “increíbles, misteriosas y divinas” consolidó esa percepción.

Sin embargo, a medida que la industria evolucionó, esta idealización se fue diluyendo. Hoy, los famosos no solo permiten que el público eche un vistazo a su vida personal, sino que lo hacen de manera intencional y controlada a través de documentales que ellos mismos producen o supervisan. En lugar de estrellas del rock alejadas de lo terrenal, buscan humanizarse, aparecer como personas con las que podrías tomarte una cerveza. “La admiración sigue siendo la misma, pero ya no son inaccesibles”, explica la experta. Es el caso de Isabel Preysler que mostró su lujosa vida en un documental donde abrió las puertas de su casa para ver cómo se prepara y se vive la Navidad en su familia.

placeholder La socialité en la presentación de 'Isabel Preylser, mi Navidad'. (EFE)
La socialité en la presentación de 'Isabel Preylser, mi Navidad'. (EFE)

El auge de las redes sociales ha sido clave, ya que “han dado una ventana perfecta para ver cómo es el día de las personas que antes considerábamos inaccesibles”. Además, el semiólogo Óscar Gómez apunta que, en parte, el éxito y proliferación de estos documentales se debe a dos factores: la democratización de la fama —ya no hace falta tener un talento especial para ser reconocido— y que cada nuevo medio de comunicación ha producido su propio tipo de celebrity. Con la irrupción de las redes sociales, cualquier persona con algo que decir y un móvil puede convertirse en un referente o influencer, como bien explica Ruiz Sardón.

Aunque el experto asegura que es algo que se lleva haciendo desde que se descubrió que se podía sacar rentabilidad de la intimidad de las estrellas de cine. De hecho, el sociólogo Álvaro Rodríguez, argumenta que cuando no existían las redes, “no hacían documentales, pero tenían libros”.

placeholder Georgina Rodríguez en una foto de archivo. (EFE)
Georgina Rodríguez en una foto de archivo. (EFE)

La respuesta la dan los tres: los famosos siempre han tenido la necesidad de controlar el relato de su vida frente a lo que se dice de ellos. Aunque con la omnipresencia de Instagram, TikTok o X, se ven sometidos a una “lupa mediática enorme”. Rodríguez apunta: “Mientras antes una crítica se quedaba en una conversación de bar, ahora es pública”. Esto ha generado la urgencia de ofrecer su propia versión de la realidad para evitar que otros manipulen su narrativa. Georgina ha contado que una de las razones detrás de su documental es querer mostrar su vida tal como es.

La fórmula del éxito es transparencia y control

Si hay una persona que ha sido maltratada por la opinión pública, esa es Taylor Swift. La cantante quiso contar su verdad en Miss Americana, donde explicó todas las polémicas en las que se había visto envuelta desde su perspectiva. Este documental incluye momentos de vulnerabilidad y luchas personales. Al igual que Georgina, la artista utiliza su producto no solo para mostrar los aspectos más glamurosos de su carrera, sino para revelar su lado más humano, lo que refuerza su conexión emocional con los fans.

Y es que justo es esto lo que ofrece estos formatos: visibilidad. Óscar Gómez destaca la importancia de este género como herramienta de promoción, pues “al ser documental, se le presupone una cierta objetividad”, aunque en realidad están “construidos para fomentar una determinada reputación”. En este sentido, las docuseries son un elemento más de control de la imagen, uno que se adapta perfectamente a las necesidades de las celebridades actuales.

placeholder Taylor Swift en su concierto en Tokio. (Reuters)
Taylor Swift en su concierto en Tokio. (Reuters)

Según el semiólogo experto en celebrities, ídolos e iconos en la semiosfera mediática, el fenómeno actual de los documentales es comparable a cuando los famosos participaban en realities: “Una oportunidad de redefinir su identidad y garantizar una visibilidad constante”. Esto último, apunta el experto, es el problema con el que viven ahora las estrellas, o saben que existes o mueres.

Por eso, cualquier catálogo de una plataforma está repleto de este formato. Desde las Kardashians, que fueron unas de las primeras, pasando por las Pombo, Dulceida, Tamara Falcó o Chiara Ferragni. Pero los cantantes también optan por el documental, con una particularidad: no cuentan su día a día, sino que utilizan como excusa el concierto más importante o emotivo de su carrera para hacer una retrospectiva sobre cómo ha sido su vida y su ascenso a la fama. Así lo hicieron Lola Índigo o Ana Mena.

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Georgina en una foto de archivo. (Gtres)

Este fenómeno no es exclusivo de las grandes estrellas. Máxima de Holanda tiene su propia serie, ahora emitida en prime time en España; mientras que la familia británica ha sido expuesta al ojo público a través de The Crown. La diferencia con las docuseries de influencers y celebrities es que la realeza no tiene poder fáctico sobre el resultado, mientras que los famosos o son los productores o blindan en una cláusula la decisión de qué sale y qué no sale. Esto les permite mantener el control sobre la narrativa, presentando una imagen cuidadosamente seleccionada que humaniza, pero que también protege su estatus y reputación.

Un aspecto interesante que aporta Ruiz Sardón es que, si bien es fácil criticar el hecho de que los personajes gestionen su relato, ella defiende que “no es tan horrible” en algunos casos, ya que puede evitar que otros tergiversen sus vidas, como sucedió con figuras como Marilyn Monroe o Judy Garland. Para ella, permitir que los famosos cuenten su verdad es, en cierta medida, una forma de reparación, como ocurrió en el documental Quiet on Set: The Dark Side of Kids TV. En la producción se relata los abusos continuados a menores dentro de la cadena Nickelodeon. “Es un ejemplo de que controlar la narrativa sobre tu realidad puede hacer que cambien las cosas”, explica.

Al final, lo que estas docuseries ofrecen es una ilusión de transparencia. El público siente que está viendo algo auténtico, aunque cada detalle ha sido cuidadosamente diseñado para construir una imagen accesible y empática. Si antes las celebridades eran vistas como dioses inalcanzables, ahora son amigas a las que puedes conocer desde la comodidad de tu sofá. Pero hay una cosa en la que todos los expertos consultados coinciden y es en parafrasear a Warhol: “En el futuro, todo el mundo será famoso durante 15 minutos”. Algunos, como Georgina, ya tienen tres temporadas completas

Las celebrities han dejado de ser figuras intocables, alejadas del común de los mortales, para mostrarse como personas comunes, con vidas que, aunque privilegiadas, presentan dilemas y preocupaciones. Este cambio en la imagen pública de los famosos ha sido impulsado por la proliferación de documentales que muestran su día a día, un fenómeno que parece haberse convertido en el nuevo estándar para mantener la relevancia mediática. Si no tienes tu propia docuserie, no eres nadie. Y para ejemplo de esto, Georgina Rodríguez, que este 18 de septiembre ha sacado la tercera temporada de la suya en Netflix.

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