La gran boda de Mónica Berlanas, sobrina del torero colombiano ‘Gitanillo de América’, en la catedral de Sevilla

La joven diseñadora Mónica Berlanas pudo cumplir el deseo que soñaba desde que era pequeña. No había cumplido los diez años cuando viajó de vacaciones con sus padres a Sevilla y fue entonces cuando se hizo a sí misma una promesa. “Si algún día me caso lo haré en esta catedral y ante la Virgen de los Reyes y diseñaré mi propio vestido”.

Pasaron los años pero la idea que tenía tan clara no lo era tanto para su familia. Se lo tomaba como una anécdota y no le daban más importancia. Entre otras cosas, porque pensaban que aunque tuviera ese sueño no era tan fácil cumplirlo. Como sucede en todas las familias, cuando hay una historia de este tipo el comentario general no se apartaba de la frase “cosas de la niña”. Esas 'cosas de la niña se cumplieron el pasado 20 de septiembre, día del enlace.

Como en la canción de Julio Iglesias, Mónica pasó ‘de niña a mujer’. Estudió en la Universidad Politécnica de Madrid. Amplió sus estudios de Diseño en Estados Unidos y consiguió lo más difícil para una joven recién graduada. En el programa Despierta América de Univisión le dieron la oportunidad de hacer el desfile de su primera colección de Alta Costura. Después llegaron las peticiones de gente conocida, artistas de España o Colombia que participaban en los Grammy y Mónaco, donde ha estado presente en en la Fashion Week de Montecarlo varios años. Este sería el currículum laboral de Mónica que si bien consiguió cumplir su sueño laboral también lo hizo en el aspecto afectivo.

Conoció a José Luis Alonso, un joven emprendedor con empresa de construcción y eventos. Se enamoraron y entonces decidieron casarse. Fue entonces cuando Mónica volvió a repetir lo que había comentado desde niña a la familia y a los amigos. “Nos casamos en la catedral de Sevilla en septiembre de 2024. Y todo esto fue posible por la colaboración de unos grandes amigos de la familia de Monseñor Giovanni Landafame que ofició la ceremonia en la capilla de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla”. Y hasta la ciudad andaluza viajaron familiares directos y amigos desde Venezuela, Colombia, Estados Unidos, Mónaco y por supuesto de varias zonas de España.

Y si la novia era feliz más aún lo han sido sus tíos colombianos, Yvette Uhia y el torero ‘Gitanillo de América’, como se le conoce en los ambientes taurinos, hermano de la madre de la novia. Su debut taurino tuvo lugar en España el 6 de octubre de 1985 y sus padrinos de la alternativa fueron El Niño de la Capea, y Juan Antonio Ruiz Espartaco con los que sigue manteniendo una excelente relación, igual que con Enrique Ponce. También lo fue de Paquirri, con el que llegó a torear en varias plazas, lo mismo que con otros nombres importantes del mundo taurino como Paco Ojeda o Pepe Luis Vázquez.

Paquirri tenía intención de viajar tras su corrida de Pozoblanco a Venezuela y Colombia para encontrarse con sus amigos de Latinoamérica. No pudo ser. El pasado 26 de septiembre se han cumplido cuarenta años de su muerte.

Una boda por todo lo alto

La llegada a la catedral fue en un carruaje lando de 1824 acompañado de su padre, el empresario catalán Enrique Berlanas. El novio esperaba en el altar junto a su madre, Berlinda Yanes, mientras que la familia directa Gitanillo, Ivette Uhia, Catalina Ariza y Yanire Fresneda ocupaban los primeros bancos del imponente templo, donde no es fácil casarse y suelen tener prioridad los novios que viven en Sevilla.

Entre los muchos amigos que acudieron estaban parte de la familia del que fuera presidente de Colombia, Andrés Pastrana, su hermana Cristina, el duque de Sevilla, Francisco de Borbón, los empresarios José Manuel Navarro, Miguel Gallego, María Antonia Álvarez, hermana del fundador del Corte Inglés Isidoro Álvarez y su marido, Ramón Haendher, la empresaria Parisa Merhn, la diseñadora Charo Ordóñez, Rosa Berlanas, la doctora Ana Vila Joya con consulta abierta en Montecarlo, el torero francés Lalo de María y su madre, las rejoneadoras Sara de María, Alicia Viladomart entre los doscientos invitados que quisieron acompañar a los felices novios. U

Una vez que finalizó la ceremonia religiosa se celebró una fiesta en la Gran Hacienda El Visir, que acabó de madrugada con fuegos artificiales.