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Jaime Ostos, el rey Juan Carlos y dos vedettes: “La cama se nos quedó pequeña”
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Jaime Ostos, el rey Juan Carlos y dos vedettes: “La cama se nos quedó pequeña”

María Ángeles Grajal publicará el próximo 17 de marzo una biografía de su marido 'Jaime Ostos sin filtros' (Almuzara) y el capítulo que sorprenderá es el dedicado al emérito, donde cuenta cómo compartieron cama con dos mujeres

Foto: Don Juan Carlos con Jaime Ostos y Palomo Linares en una foto de archivo. (EFE)
Don Juan Carlos con Jaime Ostos y Palomo Linares en una foto de archivo. (EFE)

El brindis es un gesto en el que el torero dedica la muerte de un toro a alguien importante en la plaza o al público en general con un «¡Va por ustedes!». Es un reconocimiento especial hacia una persona o grupo. Todos los toreros hemos brindado a Franco, al príncipe y luego al rey, don Juan Carlos. También a ministros, a personalidades de renombre, a familiares, a partidarios y a muchas mujeres. Solía hacerse, unas veces, por gusto personal; otras, por obligado protocolo, y, en ocasiones, porque te lo piden.

Toreaba en Zaragoza y me crucé en el hall del hotel con el entonces príncipe Juan Carlos, que venía a saludarme.

—Muy buenas, maestro —me dijo el príncipe.

—Señor, qué honor verle y saludarle. Ya sabe que toreo esta tarde. ¿Tiene entradas?

—No tengo entradas, Jaime, está todo vendido.

—Esto lo arreglo yo enseguida. Pase a la cafetería, tómese un cafelito y voy a buscar una entrada para usted.

Regresé a la cafetería y vi al príncipe rodeado de gente, pero, en cuanto me vio, se acercó a mí.

—Aquí tiene su barrera, señor. A ver si me sale un buen toro y se lo brindo.

placeholder El Rey Juan Carlos posa en la foto con varios toreros, entre ellos Jaime Ostos. (EFE)
El Rey Juan Carlos posa en la foto con varios toreros, entre ellos Jaime Ostos. (EFE)

Le brindé un buen toro y, al dar la vuelta al ruedo, le lancé la oreja. Dos horas más tarde, don Juan Carlos se presentó en mi habitación del hotel para darme las gracias e invitarme a cenar. Cenamos solos y le estuve contando que conocía a sus padres: a don Juan, por haber coincidido con él en algunos eventos sociales en Madrid, y a doña María, porque era conocida su afición a la tauromaquia y a la Feria de Abril. Acudía a la Maestranza todos los años y le he brindado más de un toro.

—Me siento feliz de haberte visto torear y triunfar, y de estar aquí contigo. Habrá que celebrarlo en algún sitio, ahora.

—¿Señor...?

—Llámame Juan Carlos entre nosotros —me puntualizó el príncipe.

—Bien, porque está en Zaragoza la compañía de Coslada, y soy muy amigo del dueño y de algunas vedettes preciosas que me han invitado. Tú vienes conmigo a ver su espectáculo.

—Qué buen plan, Jaime. Vosotros, los toreros, siempre tenéis a mano a las mujeres más guapas, pero yo llevo en la academia militar más de tres meses sin comerme una rosca...

placeholder Jaime Ostos y Mari Ángeles Grajal. (Gtres)
Jaime Ostos y Mari Ángeles Grajal. (Gtres)

Después de ver el espectáculo, fui al camerino para dar un abrazo a Coslada y saludar a las chicas, las vedettes más impresionantes que había en cartelera. Dos de ellas, muy amigas mías, se unieron a nosotros y las llevé a la mesa para presentárselas al príncipe. La reunión fue muy simpática, amistosa e incluso bastante «caliente», tanto que nos fuimos los cuatro a mi habitación del hotel. La cama se nos quedó pequeña, pero, cuanto más cerca los cuerpos, mayor la confianza. Desde aquel día he tenido el honor de ser amigo del que años más tarde ha sido nuestro rey.

—Lo cuento porque el príncipe estaba soltero, y yo también—le digo a mi mujer.

María Ángeles me pregunta si, después de aquello, no hemos sentido rubor al encontrarnos.

—No, no. ¡Qué rubor ni qué gaitas! —le respondo—. Al contrario, siempre me ha demostrado amistad, cercanía... ¿Recuerdas hace unos años en Formentera, navegando con Sara Montiel y Pepe Tous, cuando coincidimos en alta mar con él y cómo nos atendió? Tú habías perdido un bikini que habías colgado en la proa, pero se lo llevó el viento. Don Juan Carlos lo encontró y te lo llevó al barco de los Tous.

—Me sentí muy intimidada en aquel encuentro, lo mismo que cuando me presentaste una noche en Mallorca a Julio Iglesias en un restaurante en Puerto Portals, donde me confesó que en sus comienzos como cantante le habías cambiado un vuelo de Málaga a Madrid de turista a primera para ir juntos, y que lo recordaría siempre.

—Ya se sabe el prestigio mundial de Julio Iglesias como artista, pero yo también sé de su humildad y de su categoría humana.

El brindis es un gesto en el que el torero dedica la muerte de un toro a alguien importante en la plaza o al público en general con un «¡Va por ustedes!». Es un reconocimiento especial hacia una persona o grupo. Todos los toreros hemos brindado a Franco, al príncipe y luego al rey, don Juan Carlos. También a ministros, a personalidades de renombre, a familiares, a partidarios y a muchas mujeres. Solía hacerse, unas veces, por gusto personal; otras, por obligado protocolo, y, en ocasiones, porque te lo piden.

Rey Don Juan Carlos