Así se manifiesta la hipocondría, el trastorno de ansiedad que Aitana ha confesado padecer

• Aitana y David Broncano: la historia de la desconocida amistad entre el presentador y la cantante del momento
• Aitana desvela a David Broncano cuánto dinero tiene: la joya de su patrimonio, su casa en Miami y sus inversiones

Aitana ha hablado abiertamente sobre un problema que ha marcado su vida durante años: la hipocondría. La cantante ha confesado que su miedo irracional a las enfermedades le ha generado una gran ansiedad, hasta el punto de haber evitado responder sinceramente a preguntas sobre su futuro. “Siempre he mentido con esta pregunta. Cuando me decían dónde estaría en cinco años, yo pensaba que no iba a estar”, reveló en una entrevista para 'La Ventana' de 'Cadena SER'.

Su experiencia con este trastorno será uno de los temas centrales de su documental 'Metamorfosis', que se estrenará el 28 de febrero en Netflix. En él, Aitana detalla cómo la hipocondría influyó en su vida y cómo decidió buscar ayuda profesional para afrontar este problema. "No era un poco hipocondríaca, era muy hipocondríaca. Por eso he ido a terapia para cambiar en ese aspecto", explicó. El caso de Aitana no es aislado. Según el libro Recomendaciones Terapéuticas en los Trastornos Mentales (CYESAN), aproximadamente el 20% de la población española, es decir, unos 9 millones de personas, presentan síntomas de hipocondría. Figuras públicas como Penélope Cruz, Pablo López o Leiva también han manifestado haber lidiado con este problema.

La hipocondría, actualmente denominada trastorno de ansiedad por enfermedad, se caracteriza por una preocupación excesiva, persistente e irracional por la salud. Quienes la padecen interpretan síntomas físicos comunes como señales de enfermedades graves, lo que genera un alto nivel de angustia. De acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), este trastorno está estrechamente relacionado con la ansiedad y forma parte de los trastornos somatomorfos.

Estudios publicados en revistas científicas como 'Psychological Medicine' y 'The Lancet Psychiatry' indican que entre el 3% y el 5% de la población mundial sufre esta afección en algún momento de su vida. Uno de los mayores problemas es que la ansiedad generada por el trastorno puede amplificar síntomas físicos menores, haciendo que los pacientes entren en un círculo vicioso de miedo e inseguridad. Un factor que ha contribuido al aumento de la hipocondría en los últimos años es la cibercondría, el hábito de buscar síntomas en internet. Un estudio de 'Journal of Medical Internet Research' reveló que el 80% de las personas que investigan sobre enfermedades en la red terminan autodiagnosticándose con afecciones mucho más graves de lo que realmente tienen, lo que refuerza su ansiedad.

El impacto de la hipocondría no se limita a la salud mental. Investigaciones de la Universidad de Cambridge han demostrado que los pacientes con este trastorno acuden al médico un 60% más que el promedio, lo que genera un aumento en los costos sanitarios y en la realización de pruebas innecesarias. A nivel social, el miedo constante a enfermarse puede afectar las relaciones personales, ya que los afectados suelen evitar actividades por temor a exponerse a enfermedades o buscan validación constante sobre su estado de salud.

Desde el punto de vista neurológico, estudios de la Universidad de Yale han identificado que la hipocondría está relacionada con una hiperactividad en la corteza cingulada anterior y la amígdala, regiones cerebrales involucradas en la regulación de la ansiedad y la respuesta al miedo. Esto explicaría por qué las personas con este trastorno reaccionan de manera exagerada ante cualquier síntoma físico. Afortunadamente, existen tratamientos efectivos para la hipocondría. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser la más eficaz, según estudios de la Clínica Mayo. Este enfoque ayuda a los pacientes a reconocer y modificar pensamientos irracionales, reduciendo su tendencia a interpretar síntomas comunes como signos de enfermedades graves. En algunos casos, el tratamiento puede complementarse con medicación ansiolítica o antidepresiva para controlar la ansiedad.