La millonaria herencia de Silvia Tortosa que se ha repartido entre sus amigos

Hace un año, la muerte de Silvia Tortosa pillaba a casi todo el mundo desprevenido. Sólo unos pocos allegados, muy muy íntimos, sabían que estaba enferma. Y lo que sucedería después aumentó la sensación de desconcierto. La actriz, de la que poco o casi nada se hablaba en sus últimos años de vida, se convertía en el centro de la información del colorín tras su muerte, el 23 de marzo de 2024.

Todo, por la tristeza en la que se había sumido tras su separación, una separación de la que pocos tenían noticia y que provocó incluso que la artista retirara de su testamento a su pareja, Carlos Cánovas, por haber compaginado su relación con la de otra mujer.

Cánovas y los amigos de Tortosa se enfrentaron en los medios –a veces a través de periodistas, otras de forma directa– y la defensa que de sí mismo hacía el marido vilipendiado no surtió demasiado efecto. Ahora, un año después, sabemos que lo que juró en su momento se ha cumplido: no pidió dinero y sigue su relación con la novia de entonces, la que tanto daño hizo a Silvia Tortosa.

El testamento habló por ella

Su herencia fue la que habló en su nombre y lo hizo de forma contundente. La actriz había desheredado a su pareja después de 17 años de relación con una cláusula de infidelidad en su testamento, y había entregado todo su legado económico a sus amigas. Las herederas de la artista fueron su mejor amiga, Ana Congost; dos de sus ex cuñadas, una americana y la otra española; y por último, las hermanitas de los pobres.

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El potente patrimonio inmobiliario de Tortosa fue a parar a manos de Congost, una mujer hiperdiscreta que no se prodiga en los medios y que aquellos días, además de haber perdido a su mejor amiga, había perdido a sus padres, lo que le hizo la vida más cuesta arriba. La amiga de Tortosa recibió, entre otras propiedades, la joya de la corona: la casa de Puerta del Hierro en la que vivía la actriz y donde guardaba todas sus pertenencias.

Cuadros y vestidos

Ana Congost, muy buena amiga de los suyos –como quedó claro en el testamento–, decidió repartir parte del legado de la actriz entre sus amigos. Toni Aliaga y Chema Marín, quienes estuvieron a su lado en sus últimos meses, tienen en su poder algunos objetos de incalculable valor sentimental para ellos.

El dinero, cuando el amigo falta, no es protagonista. Ellos querían tener a Silvia presente y la tienen, gracias a algunos objetos que Congost les regaló. Así por ejemplo, Toni Aliaga, su representante y amigo, tiene un autorretrato que pintó Silvia Tortosa. Lo tiene colgado de las paredes de su salón junto a un cuadro de Agata Lys, a quien también quería mucho. Chema Marín, por su parte, tiene algunos trajes de Tortosa, vestidos que ella lucía cuando compartía bailes con este reconocido y prestigioso coreógrafo.

Vender los inmuebles

La casa de Puerta de Hierro ha sido escenario este último año de algunos encuentros entre los amigos de Silvia Tortosa, que la han recordado con un cariño sincero que pocas veces se ve en el mundo del artisteo. Lo que queda, eso sí, es otro legado, el económico, que está todavía casi al completo en manos de Congost al pasar a su nombre las principales propiedades de la actriz.

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Para ella fueron tres de las propiedades que tenía la actriz: dos de ellas en Barcelona, una en el barrio popular cercano al Parque Güell, una zona poco exclusiva donde los pisos no son excesivamente caros. Y la citada casa madrileña, donde ella vivía y que estaba valorada en más de un millón de euros.

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Consta de 400 metros cuadrados de superficie, distribuidos en cuatro plantas, jardín y piscina, que Congost tiene planeado vender y en cuanto ordene su vida en Barcelona pondrá en marcha la operación. Y quién sabe si entonces, en su estilo generoso, decida repartir también parte de ese legado entre los íntimos de Silvia.