“Os quiero de aquí a la luna”, se lee en un pequeño esbozo elaborado con letra infantil, pegado al frigorífico en ausencia de los tradicionales imanes. La jornada política está llena de compromisos, pero la prioridad son los niños: una en casa y otro en camino. “Conciliar dos mundos tan intensos, que exigen tanto de ti, ha sido difícil, pero la experiencia es muy buena”, nos cuenta. Por eso, la primera parada de una política —como la que hoy nos abre las puertas de su casa— es la habitación de sus hijos, para comenzar, con agitación, una jornada que combina lo familiar y lo laboral, como casi todas. Suena el reloj de la pared marcando las 8 de la mañana de un miércoles de marzo. Estamos en casa de Rita Maestre.
Vanitatis espera pacientemente en los alrededores de su vivienda, ubicada en una zona residencial del barrio de Carabanchel. Vemos a Manu, su marido, salir rápidamente del portal para informarnos de un retraso debido a un imprevisto doméstico con un vaso. Al acceder al piso, un primero con grandes ventanales, Rita nos recibe mientras gestiona los primeros momentos de convivencia.