El lenguaje corporal de Carlos Alcaraz y Emma Raducanu en el US Open: complicidad y buena sintonía

El binomio formado por Carlos Alcaraz y Emma Raducanu arrancó su participación en el renovado torneo de dobles mixtos del US Open en medio de la expectación generalizada. Bajo los focos del Arthur Ashe Stadium, la pareja sucumbió ante Jessica Pegula y Jack Draper por un marcador contundente de 4‑2, 4‑2 y en apenas 50 minutos. A pesar del resultado adverso, ambos se mostraron en todo momento muy sonrientes e intercambiaron bromas durante el encuentro.

El formato breve —pensado para atraer al público— no restó intensidad al partido. Aunque la pareja hispano‑británica jugaba junta por primera vez, su coordinación fue evidente, a pesar de la experiencia limitada compartida en dobles. El duelo duró menos de una hora, como decíamos, pero estuvo cargado de momentos de buen humor y entrega.

Lo más comentado no fue tanto el marcador, sino el lenguaje corporal de los jóvenes, a los que la crónica rosa lleva intentado unir unos meses. Desde el calentamiento, los gestos —miradas cómplices, palabras en voz baja, risas tras cada golpe— transmitían una conexión especial. Esa dinámica se mantuvo incluso tras la derrota: saludaron a sus contrincantes, compartieron gestos amistosos con el público y firmaron autógrafos con expresión relajada y encantadora.

Los rumores sobre una posible relación sentimental entre Alcaraz y Raducanu llevan meses circulando en redes. Sin embargo, hasta ahora solo se han quedado en eso: rumores. Ninguno de los dos ha confirmado nada; incluso la propia Raducanu ha aclarado que son “solo buenos amigos”. La química, más que romance, parece basarse en una afinidad natural nacida en torneos anteriores como Wimbledon y Queen’s.

El debut en el US Open, además de ser una presentación en pista conjunta, fue un espectáculo que generó una ola de simpatía entre los espectadores. El público incluso acuñó el término 'Raducaraz' para referirse a la pareja, cuyo carisma eclipsó momentáneamente el marcador. La atmósfera fue siempre en línea con el renovado formato que persigue combinar tenis de élite con entretenimiento.

El resultado puede haber sido una derrota deportiva, pero el impacto mediático y emocional fue una victoria incontestable. Su complicidad, sus gestos y la tensión romántica soterrada —más deseo que realidad— captaron la atención mundial. Queda por ver si esa energía se traducirá en futuros encuentros dentro o fuera de la pista… por ahora, su conexión emocional ya marcó el inicio del torneo.