Mazapán 2.0: lo más dulce de los monasterios, a un clic de ratón

La fama que tiene en Sevilla la mermelada de naranjas de las monjas jerónimas de Santa Paula es que es de quitá er sentío. Lo mismo pasa con las clarisas de la Purísima Concepción de Siruela en Badajoz: la de sus mazapanes hace tiempo que traspasó los muros del monasterio y hoy están considerados como de los mejores del país. Sin embargo, lo especializado de sus productos puede que haga que lo que más nos guste esté a cientos de kilómetros de nuestra casa. Esto ya no es problema con la web latiendadelmonasterio.com, que nos ofrece la oportunidad de recibir periódicamente en casa cestas elaboradas con productos de estos centros de recogimiento.

El sitio web es una iniciativa de la fundación Amplexus que destina los ingresos generados a los monasterios participantes. Además, los propios colaboradores de la tienda tienen, junto con el comité asesor, la posibilidad de decidir qué proyectos concretos se convierten en receptores de ayudas directas. De este modo les hacemos más fácil la vida a las personas que nos ayudan a endulzar la nuestra.

 

Los productos que se incluyen en los lotes pertenecen a más de 30 monasterios y conventos de toda España. En la lista están, por ejemplo, el monasterio benedictino de Montserrat, las clarisas de Valladolid, Huesca o Córdoba, las Salesas de Madrid y las Mercedarias de Cantabria, entre otros. Cada uno ofrece lo mejor de su producción. Así, por ejemplo, desde el Monasterio Sancti Spiritus de Toro (Zamora), que data de comienzos del siglo XIV, llegan los bocaditos de ángel, delicados dulces de almendra rellenos de cabello de ángel.

Hay dos modelos de lote, que se ajustan a diferentes posibilidades económicas. La cesta Abadía cuesta sólo 35 euros e inclye seis productos (dulce de manzana, magdalenas, galletas de nata, mermelada, tortas de hoja, turron y tronquitos de yema) procedentes de cenobios de todo el país. El modelo Cartuja, que no supera los 55 euros, con nueve productos entre los que puede haber dulce de pimientos, jamón de lavanda, licor de hierbas o de limón, carquinyolis o diversos productos navideños.

La repostería conventual tiene un lugar de honor en la tradición repostera de España y en tiempos en los que lo prefabricado e industrial trata incluso de hacerse pasar por artesano, llevarse a la boca el delicado trabajo de las monjas de clausura es como entregarse al placer más dulce. A un solo golpe de ratón, solidaridad y alta gastronomía: ¿quién podría pedir más?