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La imperial Innsbruck, una ciudad donde abunda la nieve y la buena gastronomía
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La imperial Innsbruck, una ciudad donde abunda la nieve y la buena gastronomía

Una imponente empalizada de montañas protege Innsbruck y le regala con hasta9 estaciones que suman 300Km de nieve para deleite de europeos

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Una imponente empalizada de montañas protege Innsbruck y le regala con hasta nueve estaciones que suman 300 kilómetros de nieve para deleite de los aficionados al esquí de toda Europa. Pistas más difíciles y retadoras en el norte y más familiares y sencillas en el sur.

Innsbruck es una ciudad imperial, tranquila y académica que se muestra siempre animada por el alma y el calor de los 30.000 alumnos de la universidad que llenan las terrazas que se abren en las azoteas. Del paseo de la Infanta Mª Teresa, eje vertebrador de la ciudad, destaca la puerta de entrada, la columna coronada por la imagen de la virgen y sus fachadas clásicas y elegantes de casas de tonos pasteles que delimitan un amplio y agradable paseo que converge en el esplendoroso casco medieval, donde brilla el tejadillo de oro que recuerda que una vez allí habitaron los principies del Tirol. Los icónicos y rompedores diseños firmados por la arquitecta iraquí Zaha Hadid han incorporado a Innsbruck al mapa de las ciudades europeas modernas.

Los austríacos viven la música y las artes plenamente y en Innsbruck lo hacen en el Teatro Regional del S XVII donde se celebran operas, conciertos y obras de teatro. El palacio imperial de Hofburg, elegante y monumental, se reformó para habilitar apartamentos y alojar una sucursal del fabuloso Sacher Café, al que hay que ir a probar la suprema tarta de chocolate. Junto al río en el mercado municipal hay un restaurante de pescado donde disfrutar de preparaciones a la parrilla sentado en la galería acristalada desde la que contemplar el otro lado de la ciudad y las montañas al fondo.

El Goldener Adler es el restaurante más antiguo de la ciudad al que acudían Mozart o Goethe entre otros. La gastronomía de la región es contundente, a base de patatas, sopas y carnes; que ayudan a combatir los fríos invernales y que se complementan con los buenos appel strudel que se ofrecen por toda la ciudad.

Herby es un personaje singular y simpático propietario de Culinarium, una bodega en la que encontrar algunos de los licores locales más fuertes y potentes, de sauco y frambuesas y muy buenos vinos de la zona que puedes probar por copas.

Una de las mejores opciones para cenar bien en Innsbruck es el restaurante Sitzwohl de las chefs Elisabeth Geisler e Irmgard Sitzwohl. En la planta baja un bar puesto con mucho estilo en el que se puede tomar un vino y algún tentempie. Su cocina es pura y de fusión. Pura, porque solo emplea productos locales y de cercanía y, de fusión porque sus elaboraciones son de contextos y matices mediterráneos. La sala de Sitzwohl es estrecha y alargada e increíblemente luminosa gracias a los enormes ventanales que dejan pasar la luz exterior junto a la retro iluminación de los paneles de onix. Una ensalada de espinacas, uva, pera, queso azul y unos higos dulces y ricos, infieren a la ensalada sabores contrapuestos, fuertes y frescos y, texturas diferentes que se mezclan muy bien entre si. Unas gambas ahumadas con caviar de lentejas al dente y un estofado de venado con buñuelos de mermelada, impecables. La carne se sirve hecha en su justo punto, muy sabrosa y tierna, con una salsa que potencia su sabor, es un plato muy redondo.

Para dormir el Grand hotel Europa, un clásico frente a la estación, renovado y moderno, es el lugar idóneo y confortable en pleno centro de la ciudad idóneo para descansar.

Una imponente empalizada de montañas protege Innsbruck y le regala con hasta nueve estaciones que suman 300 kilómetros de nieve para deleite de los aficionados al esquí de toda Europa. Pistas más difíciles y retadoras en el norte y más familiares y sencillas en el sur.

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