Es noticia
Menú
Bratislava, una ciudad con encanto para comer junto al Danubio
  1. Gastronomía
viajes gastronómicos

Bratislava, una ciudad con encanto para comer junto al Danubio

Bratislava, ciudad ligada a la música y al Danubio, ostenta la monumentalidad heredada del Imperio Austro Húngaro, y llena sus calles de innumerables terrazas y restaurantes para comer bien

Foto:

El Danubio recorre la ciudad, dejando a un lado el gran parque, pulmón verde, exuberante, frondoso y de una intensidad llamativa cuando te asomas al balcón del Castillo. Un fortín que domina Bratislava desde lo alto, cuyas vistas se convierten en un extraordinario mapa tridimensional de la ciudad. Dos puentes unen ambas orillas; el primero coronado por el UFO, una especie de platillo volante y la construcción más alta de la ciudad. A los pies del castillo, la Ciudad Vieja, un horizonte uniforme de tejados rojos, interrumpido solo por las torres y agujas de color cobre y estilo bizantino que rasgan el cielo. Un paisaje propio de la orgullosa y elegante época del Imperio, que contrasta con los edificios que como cubos anodinos de hormigón y pequeñísimas ventanas, herencia de la época comunista, se alinean al otro lado del río, en el extremo sur del parque.

Bratislava como todas las ciudades que un día pertenecieron al imperio Austro-Húngaro se conforma elegante, de edificios que destilan majestad y estilo; una herencia y un pasado rico y rimbombante. Pasear el centro histórico peatonal y siéntese en cualquiera de sus numerosas terrazas y locales.

En tiempos, Bratislava fue la bodega real para la monarquía. La ciudad vivía de la elaboración del vino y fue célebre por ello. La reina María Teresa incluso se refiere al vino Frankovka, de la zona de Raca, como poseedor de propiedades medicinales. Entre sus principales variedades de vino están los Riestlings blancos y Veltliners, pero también hay una especialidad propia: la variedad mezcla de Devin, muy interesante por su aroma a especias, limón y pomelo.

Entre los platos típicos eslovacos: exquisito el asado de carne de oca o pato con crepes de patata y col. El bryndzové halusky, una especie de ñoquis con queso de oveja suave, pero de sabor intenso. Los platos típicos acostumbraban a utilizar amapola. Hoy no es tan frecuente, pero se puede disfrutar de tallarines o ñoquis acompañados de esta flor o los pasteles, strudel, de semilla de amapola.

Bagala, es un local decorado de estanterías repletas de libros, sillones y sofás Chester. Excelente carta de riquísimas tartas.

Los eslovacos viven enganchados al helado, son consumidores adictos y acostumbran a disfrutar de un helado en cualquiera de las numerosas heladerías que hay en el centro. Son helados mucho más cremosos y suaves que los que tomamos en España, tal vez influencia de la nueva heladería Italiana de sabores clásicos y también más atrevidos y divertidos como el de melón o el de mojito en Ice Cream Arthur.

Fox Ford es una de mis cafeterías favoritas, agradable terraza y comedor interior, ideal para desayunar, o descansar y disfrutar de una cerveza o comer ligero. Siempre aprovecho para adquirir alguno de los libros de cocina y gastronomía que venden en su librería.

Steak House Cogon , frente al Hotel Carlton, el restaurante con la mejor carne de la ciudad, Ofrece diferentes cortes, como: Chateubriand, T-Bone, hamburguesa o Ribe eye, entre otros; y en tres maduraciones diferentes de hasta 60 días en sus propias cámaras. Buenas las ensaladas y muy interesante bodega con vinos eslovacos.

Para cenar el Savoy, bajo el hotel Carlton, de fachada similar a la del Palace de Madrid. Excelente cordero, acompañado de patatas y un buen vino francés.

El Danubio recorre la ciudad, dejando a un lado el gran parque, pulmón verde, exuberante, frondoso y de una intensidad llamativa cuando te asomas al balcón del Castillo. Un fortín que domina Bratislava desde lo alto, cuyas vistas se convierten en un extraordinario mapa tridimensional de la ciudad. Dos puentes unen ambas orillas; el primero coronado por el UFO, una especie de platillo volante y la construcción más alta de la ciudad. A los pies del castillo, la Ciudad Vieja, un horizonte uniforme de tejados rojos, interrumpido solo por las torres y agujas de color cobre y estilo bizantino que rasgan el cielo. Un paisaje propio de la orgullosa y elegante época del Imperio, que contrasta con los edificios que como cubos anodinos de hormigón y pequeñísimas ventanas, herencia de la época comunista, se alinean al otro lado del río, en el extremo sur del parque.

Viajes en Europa
El redactor recomienda