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Fishka, cocina mediterránea con un toque ruso y mucho encanto
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Fishka, cocina mediterránea con un toque ruso y mucho encanto

Un restaurante muy agradable e interesante, de platos y recetas mediterráneas con guiños a la cocina rusa de donde procede su propietaria Natalia

Foto: Fishka. Esturión. Foto: Capriles
Fishka. Esturión. Foto: Capriles

Parece que ha estado escondido detrás del Auditorio Nacional de Música, y sin apenas hacer ruido desde que abrieron en plena crisis, hace ya varios años. Durante todo este tiempo Fishka, ha ido asentándose y consolidando un restaurante que sorprende desde el primer momento en que atravesamos su dintel; antes incluso, cuando contemplamos su amplia fachada asomada a la calle, con todas sus ventanas abiertas que incorporar la sala a la calle o, introducen la calle en el comedor. Es como estar en una gran terraza pero disfrutando del ambiente de una gran sala. El juego de lámparas que imitan unas matrioskas ayuda a recordar que nos encontramos en un restaurante de inspiración rusa.

Natalia, su propietaria, y oriunda de una fértil región al sur de Moscú, llegó a León hace años para estudiar nuestro idioma. Entre que encontró un frío similar al de su ciudad y tras muchos paseos por el Húmedo, decide finalmente venir a Madrid para continuar la saga hostelera de su familia en Rusia y abrir su propio restaurante. Lejos de folclores, y de absurdas reivindicaciones de gastronomía popular ajenas a los gustos de nuestros paladares, Natalia apuesta por recetas mediterráneas con guiños a la cocina rusa y todo ello con una presentación muy cuidada y estudiada.

Pero si la comida y su puesta en escena nos sorprendieron muy gratamente, más aún los vinos de la Bodega de Avelino Vegas, con los que Natalia nos aconsejó maridar los platos. Resultaron vinos redondos, bien elaborados y a precios sorprendentemente ajustados. Da gusto encontrar vinos que merecen la pena cuando sus precios son más que asequibles y razonables para todos.

Comenzamos con Circe, un vino blanco muy fresco y especial que según nos cuenta se elabora con viñas viejas de 100 años. Llama la atención el diseño de la botella que nos adelanta que su contenido es al menos original y que nos sorprenderá en boca, Uno de los blancos más atractivos que hemos probado últimamente. Matías, el chef argentino, hace una auténtica ensaladilla rusa, la Olivier para los rusos, con gamba, pepino y pollo y presentada de forma original, tras la que sirven una típica sopa Borsh de remolacha, muy suave. Tampoco podían faltar unos Blinis con salmón que aquí hacen con varias salsas, un plato fino y elegante.

Continuamos con Nicte, de uva Prieto Picudo de León, un rosado (hacía tiempo que no bebía un rosado) del que tengo que decir que me conquistó al primer sorbo, fresco y goloso con recuerdos al palote de fresa que tomábamos de pequeños, con el que acompañamos una espectacular terrina de Foie casera con escamas de sal, mermelada y unas finísimas rodajas de delicado pan de miel y especias. De pescado del día nos sacaron un taco de esturión, de carne prieta y sabrosa, acompañado de tirabeques y una crema de guisantes.

El vino elegido para acompañar e plato de carne fue un tinto Fuentespina Selección de uva tempranillo de viñas de 50 años, un vino redondo, potente, sabroso y carnoso en boca que acompañó muy bien unas pequeñas albóndigas de presa ibérica exquisitas.

De postre una tarta Rigik de miel y dulce de leche de la que dimos buena cuenta apurando las últimas copas de Fuentespina.

Fishka C/ Suero de Quiñones 22, Madrid Tlf 915 192 572

Parece que ha estado escondido detrás del Auditorio Nacional de Música, y sin apenas hacer ruido desde que abrieron en plena crisis, hace ya varios años. Durante todo este tiempo Fishka, ha ido asentándose y consolidando un restaurante que sorprende desde el primer momento en que atravesamos su dintel; antes incluso, cuando contemplamos su amplia fachada asomada a la calle, con todas sus ventanas abiertas que incorporar la sala a la calle o, introducen la calle en el comedor. Es como estar en una gran terraza pero disfrutando del ambiente de una gran sala. El juego de lámparas que imitan unas matrioskas ayuda a recordar que nos encontramos en un restaurante de inspiración rusa.

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