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Rasoterra, un atractivo restaurante veggie y ‘slow food’ en Barcelona
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Rasoterra, un atractivo restaurante veggie y ‘slow food’ en Barcelona

La cocina vegetariana ha evolucionado hacia elaboraciones más complejas que nada tiene que envidiar a la cocina estandar. Rasoterra es un gran ejemplo de cocina 'veggie'

Foto: Rasoterra
Rasoterra

Antiguamente la cocina vegetariana se asimilaba a una cocina de minorías, tal vez poco elaborada y de sabores muy tibios, poco profundos y sin mucha definición. Sin embargo, muchos cocineros de primer fila, incluso con estrella Michelin, como Fernando del Cerro, de Casa José, o Rodrigo de la Calle ahora en el Hotel Boxart, en la sierra madrileña, o un pionero y genial Michael Brass; han demostrado que hacer una cocina de verduras, puede ser tan atractiva, apetitosa y sápida como la que utiliza proteínas de carne o pescado. El movimiento ‘Slow food’ era y es sinónimo de cocina trabajada, pensada, elaborada con productos de cercanía; gastronomía para disfrutar en cada comida.

¿Qué pueden tener en común dos italianos y un australiano? Pues en este caso, su amor por la cocina veggie y ‘slow food’. Sí, dos italianos y un australiano crearon RasoTerra hace ya casi tres años: Chiara Bombardi, una de las principales promotoras del Slow Food en Barcelona; y con un conocimiento profundo sobre los productos y productores locales. Daniele Rossi, uno de los fundadores de Sésamo Bar, además de escritor de A Taula amb Km 0, y de la guia de los restaurantes Slow Food-Km 0 de Catalunya. John Wearne, un cocinero vegetariano que, entre otros, trabajó y adquirió experiencia en el restaurante vegetariano más antiguo de Londres: Manna.

Es un local de tonos blancos, en el que una gran mesa alargada en la que caben una decena de comensales es la referencia del local. Es acogedor, de estilo sobrio, pero genuino e informal. Un espacio en el que las reglas de la mesa las marca el producto, en una elaboración pausada y un ritmo adecuado para disfrutar de la comida. RasoTerra se autocalifica como un bistró vegetariano en el que solo se utilizan productos ecológicos y orgánicos y, en la medida de lo posible, de proximidad. Todos ellos los adquieren directamente de los propios productores o lo cultivan en su propio huerto de Sant Feliu.

En cada plato tratan de reflejar la pequeña historia de cada producto y de la tradición del recetario local y proponer platos que de alguna manera se encuentran lejos de aquellas propuestas ‘veggies’ insípidas de otro tiempo, para proponer una oferta gastronómica vegana que fusiona el placer del gusto por la comida con los valores del slow food y de la cocina de kilómetro cero, a partir de ingredientes biológicos, de temporada y de proximidad. Además, elaboran a diario el pan de masa madre.

Con tres tipos de menús diferentes: Tapas, platos del día y cenas; conforman una propuesta completa y diversa. De entre las tapas destacan las croquetas de queso Idiazabal y cebolla de Figueras (7€/4 un.), las gyozas de setas de cardo, shitake y tofu ahumado (7.50€/5 un.) o, una muy buena selección de quesos artesanos de leche cruda (11€). De los platos del día, entre los primeros: La ensalada de lentejas beluga y col lombarda con vinagreta de cebolla roja o, una cazuelita de brócoli y aguacate. De los segundos: Los ravioli de huevos eco, rellenos de burrata y tomates secos con mantequilla de hierbas, buenísimos; o el cuscus de frutos secos con mix de verduras y manzana y, el pudding de huevos eco y tomates secos con calabaza asada y bouquet de hojas. En el menú de noche: Imprescindibles los tacos de huitlacoche, crema de frijoles y pico de gallo de boniato; y un rösti de patatas y cebolla con ragout de setas y ralladura de yema de huevo eco.

Rasoterra C/ Carrer del Palau, 5, Barcelona

Antiguamente la cocina vegetariana se asimilaba a una cocina de minorías, tal vez poco elaborada y de sabores muy tibios, poco profundos y sin mucha definición. Sin embargo, muchos cocineros de primer fila, incluso con estrella Michelin, como Fernando del Cerro, de Casa José, o Rodrigo de la Calle ahora en el Hotel Boxart, en la sierra madrileña, o un pionero y genial Michael Brass; han demostrado que hacer una cocina de verduras, puede ser tan atractiva, apetitosa y sápida como la que utiliza proteínas de carne o pescado. El movimiento ‘Slow food’ era y es sinónimo de cocina trabajada, pensada, elaborada con productos de cercanía; gastronomía para disfrutar en cada comida.

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