Ni calabazas ni disfraces: los dulces de Halloween de Lidl se llevan todo el protagonismo
Cada octubre, el sabor y la fantasía se mezclan en una de las celebraciones más esperadas. Los dulces se convierten en protagonistas de una fiesta que ha conquistado el país
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Halloween ya se ha consolidado como una tradición más en España. Lo que antes parecía una costumbre ajena, hoy forma parte del calendario familiar con meriendas temáticas, luces naranjas y recetas inspiradas en el miedo. Este año, los dulces vuelven a ocupar el centro de la celebración: son el hilo conductor de una fiesta que combina humor, estética y sabor, y que cada vez reúne a más generaciones alrededor de la mesa.
Este año, Lidl ha lanzado una campaña que combina el espíritu cinematográfico con el sabor más dulce. La serie 'Miércoles', éxito de Netflix, protagoniza los envases de los merengues de chocolate con un diseño oscuro y divertido que encaja a la perfección con la estética de Halloween. Con un precio de 2,99 euros y un formato de 225 gramos, este producto se suma al universo de tentaciones que cada otoño llenan los supermercados.
Junto a ellos, el supermercado también propone dos envases icónicos: una calabaza con golosinas (200 g, 3,99 euros) y una calavera morada con chicles, piruletas y marshmallows (333 g, 5,99 euros). Ambas se han convertido en un símbolo de esta festividad, donde el diseño y la diversión se mezclan con el sabor. No se trata solo de comer, sino de disfrutar de la experiencia: abrir el envase, compartir con otros y decorar la casa con un toque festivo.
Halloween ha pasado de ser una celebración importada a convertirse en un ritual propio. En lugar del tradicional “truco o trato”, las familias optan por fiestas caseras, mesas temáticas y sesiones de cine que combinan el miedo con la risa. Cada vez es más habitual ver hogares decorados con calabazas, luces y bandejas repletas de chucherías, en una versión más creativa y acogedora de esta celebración.
Los dulces se han transformado así en una nueva forma de expresión estética. Sus envases coloridos y referencias a personajes de ficción forman parte del imaginario visual de esta fiesta moderna. Más que un simple capricho, representan una forma de disfrutar del otoño desde lo cotidiano, con ese toque de humor que define el carácter español.
Quizá por eso Halloween ya no se entiende sin ellos. Los dulces se han convertido en el símbolo de una noche que celebra lo lúdico, lo visual y, sobre todo, el placer de compartir. Una tradición reinventada que demuestra que, a veces, la magia está en los pequeños gestos.
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