Un tinto distinto

Alonso del Yerro, María 2004

Sólo un puñado de las numerosas bodegas que surgen cada año en nuestro país logra elaborar un gran vino. Alonso del Yerro es una de ellas, y no precisamente por casualidad. Meticulosos y exigentes, el matrimonio formado por Javier Alonso y María del Yerro ha creado su bodega de forma ordenada pero sin descanso, dedicándole todo su esfuerzo, su tiempo y su dinero. Como primer paso para alcanzar su ambicioso objetivo de crear un vino distinto en la Ribera, contrataron al prestigioso enólogo Stephane Derenoncourt, uno de los mejores consultores vinícolas del mundo, asesor de numerosos châteaux en Burdeos –La Mondotte, Canon La Gaffelière y Prieuré-Lichine, por ejemplo- y en Italia.

Después, ya con la ayuda de Derenoncourt, eligieron los suelos que conformarían su viñedo: 26 hectáreas de la variedad tinto fino con una edad media de 16 años, dividido en cuatro parcelas emplazadas en laderas y mesetas con diversas orientaciones y una altura que oscila entre 800 y 840 metros. La importancia que otorgan al viñedo se pone de manifiesto en el estudio de los suelos que encargaron a Xavier Choné, quien concluyó que existían seis tipos bien diferenciados, compuestos principalmente por arcillas, gravas y caliza. Por ello, han dividido cada parcela en 27 subparcelas. Finalmente se construyó en la propia finca una bodega exteriormente sencilla, aunque dotada de un moderno equipamiento técnico, que en otoño de 2003 estuvo lista para acoger las primeras uvas.

En esta casa, durante la vendimia la uva se preselecciona en el viñedo y mediante unas catas semanales que comienzan en septiembre se decide el mejor momento para la recolección. Al llegar a la bodega, la uva pasa por dos mesas de selección antes de acabar en los depósitos. El vino estrella de la casa, el María, procede de las parcelas de Viña Montserrat, en cuyo terreno predominan las gravas sobre arcilla compacta, y Quinto de Pedro, prácticamente sin grava y con arcillas más limosas, ambas en laderas de orientación suroeste, que proporcionan al vino por una parte finura y por otra estructura, en busca de la combinación ideal de ambas características.

Este María 2004 tiene un color muy profundo, casi negro, y notas azules propias de su juventud. Es intenso y muy potente en nariz, con fruta negra madura (cereza) y aromas florales (violeta). Notas minerales y especiadas, y una madera fina que aporta marrón glacé, chocolate y café tostado. En boca es muy concentrado, denso, equilibrado y persistente. Es un vino recién nacido, por lo que todavía debe evolucionar mucho en botella.

Precio: 33,59 euros.