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La malas artes de Wine Spectator
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La malas artes de Wine Spectator

Wine Spectator ha metido la pata. Hasta el fondo. La noticia de que la publicación ha otorgado un importante premio a un restaurante que no existe ha

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La malas artes de Wine Spectator

Wine Spectator ha metido la pata. Hasta el fondo. La noticia de que la publicación ha otorgado un importante premio a un restaurante que no existe ha provocado carcajadas entre sus lectores -y la burla de gran parte del mundo del vino- y la furia de su editor. Sin embargo, es un error que no ha sorprendido los seguidores más fieles de la sección de restaurantes.

Hace años, la periodista Amanda Hesser publicó que la revista entregó el galardón, el menor en importancia de los tres que otorga la publicación, sin ni siquiera inspeccionar los restaurantes involucrados en la competición. Los locales envíaban una carta de vinos, un menú, y una descripción de su programa de vinos (igual que hizo el crítico Robin Goodstein con el Osteria L'Intrepido, un restaurante falso que él ubicó en Milán). "Básicamente, el premio no es muy difícil de conseguir", reconoció el editor de la revista, Thomas Matthews.     

Según el artículo de Hesser, de los 3.360 galardones otorgados anualmente, de un grupo de 3.573 candidatos, 2.808 recibieron el premio básico. Tan solo aquellos restaurantes que consiguieron el Grand Award, el galardón más importante que concede la revista, fueron inspeccionados; 3.271 locales simplemente enviaron copias de sus cartas de vinos y menus y una descripción de un folio de sus programas de vinos. Pagaron 175 dólares por concursar y, poco después, resultaron ganadores.

Actualmente, el coste por participar ha aumentado hasta los 250 dólares. Teniendo en cuenta que Wine Spectator concedió este año más de 4.000 premios, la publicación ha obtenido un millón de dólares en beneficios.   

Wine Spectator ha metido la pata. Hasta el fondo. La noticia de que la publicación ha otorgado un importante premio a un restaurante que no existe ha provocado carcajadas entre sus lectores -y la burla de gran parte del mundo del vino- y la furia de su editor. Sin embargo, es un error que no ha sorprendido los seguidores más fieles de la sección de restaurantes.

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