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Nuevas caras en Toro: Madremía y Abracadabra, dos tintos que van a dar guerra
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Nuevas caras en Toro: Madremía y Abracadabra, dos tintos que van a dar guerra

Madremía y Abracadabra. Si hace diez años -qué diez, cinco quizá- propusiéramos vinos con nombres en esta línea es muy posible que a estas alturas -y eso que estamos en la segunda línea- hubieras cerrado ya este artículo.

Madremía y Abracadabra. Dos descubrimientos que van a dar que hablar. Si hace diez años -qué diez, cinco quizá- propusiéramos vinos con nombres en esta línea es muy posible que a estas alturas -y eso que estamos en la segunda línea- hubieras cerrado ya este artículo. Pero hemos avanzado, progresado, se han abierto las mentes, el diseño ha triunfado y el mundo del vino ya no es solo calidad dentro de la botella. Lo de fuera, la apariencia, la impresión visual también tiene que gustar, estar trabajada, llamar la atención.

Madremía y Abracadabra. El Jabalí y la bruja dorada. Quédate con estos dos nombres -con la imagen te vas a quedar seguro- porque van a dar mucha guerra. Nacen en Toro, pero no te imagines ese Toro recio y áspero que parece residir en la mente del consumidor. Es un Toro clásico, sí, pero recuperado y muy bebible y fluido.

Ambos tintos nacen en Divina Proporción, una bodega muy joven. Y Divina Proporción es la historia de Máximo y de su mujer, Ana (y de la ayuda del hermano de Máximo). Familia de agricultores y hosteleros enamorados de la uva y del viñedo por encima de todo, que hace cuatro años decidieron hacer su sueño realidad bajo una clara premisa: “Hay que tener siempre una cosa clara, sólo hay una manera de hacer buen vino y es con buena uva, que es el germen de todo gran vino”, les gusta decir.

Así, la bodega cuenta con 20 hectáreas de viñedo propio y con otras 20 de viñedo controlado de viticultores de la zona, todo ello repartido en pequeñas parcelas y poblado por cepas con una vejez mínima de 30 años. Todo un lujo: viñas vetustas de baja producción de las que nace fruta concentrada y de primera calidad. Un viñedo así permite elaborar unos vinos que reflejan el terruño en el que nacen en cada trago. Materia prima de pagos de cepas viejas (pago de la Vega, Valdeví, la Jara y el Palo) y un trabajo en bodega para perfeccionar y dar las últimas pinceladas.

Sorprenden los resultados dada la juventud de este proyecto: en 2009 colocaron la primera piedra de la bodega, en 2010 plantaron viña alrededor y vieron nacer su primer vino en 2011. Tres años de oro para dar a luz estos dos tintos, que no solo trasladan la tierra en la que nacen a cada copa sino que demuestran un trabajo magistral de la madera que combina con absoluta elegancia con la fruta sin pisarla en ningún momento. Maestría toresana, tintos con alma, personalidad y una excelente relación calidad-precio. Ah, y exclusividad: solo se elaboran 130.000 botellas en total.

Que lo liviano del nombre no te engañe, es un guiño, nada más, lo que hay dentro de cada botella es muy serio, y merece mucho la pena. Madremía es un tinto ya muy premiado a pesar de su poco tiempo en el mercado. Se trata de un vino muy bien estructurado, sabroso, equilibrado, con un sabor intenso y que además refleja muy bien la tierra en la que nace. Una explosión de fruta en toda regla. Y sí, tiene un jabalí en la etiqueta.

Abracadabra es un paso más. Es el vino top de la bodega y justo acaba de estrenar añada e imagen. Nace de cepas de más de 40 años de edad y está criado 12 meses -tres mas que Madremía- en barricas nuevas de roble francés y americano. Es, digamos, un poco más serio, de los de disfrutar plácidamente a lo largo de una comida. Ambos componen la selección de El Club Todovino de este mes.

El sueño cumplido de Máximo, de quien sabemos se va a hablar mucho, o al menos, seguro, de su Divina Proporción y de su Madremía y Abracadabra.

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Madremía y Abracadabra. Dos descubrimientos que van a dar que hablar. Si hace diez años -qué diez, cinco quizá- propusiéramos vinos con nombres en esta línea es muy posible que a estas alturas -y eso que estamos en la segunda línea- hubieras cerrado ya este artículo. Pero hemos avanzado, progresado, se han abierto las mentes, el diseño ha triunfado y el mundo del vino ya no es solo calidad dentro de la botella. Lo de fuera, la apariencia, la impresión visual también tiene que gustar, estar trabajada, llamar la atención.

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