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Patricia Olmedilla abre las puertas de su finca

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Patricia Olmedilla en su finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)
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Patricia Olmedilla en su finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)

Diego de Olmedilla (Carmen Hache)
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Diego de Olmedilla (Carmen Hache)

Diego de Olmedilla (Carmen Hache)
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Diego de Olmedilla (Carmen Hache)

Diego de Olmedilla con su libro, 'Método Thinking' (Carmen Hache)
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Diego de Olmedilla con su libro, 'Método Thinking' (Carmen Hache)

Diego y Patricia Olmedilla en la finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)
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Diego y Patricia Olmedilla en la finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)

Patricia Olmedilla en su finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)
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Patricia Olmedilla en su finca en Cerro de las Cabezas (Carmen Hache)

Patricia Olmedilla se siente feliz. Se le podrán buscar recovecos, darle vueltas a su estilo de vida o de la familia, pero lo que desprende desde su finca en Cerro de las Cabezas es la tranquilidad más absoluta. Su felicidad no es la ostentosa dicha de una joven privilegiada en lo económico o en lo personal, sino una discreta alegría que reivindica en un país en crisis y en una situación, la suya, en la que se ha llegado a hablar de una separación de su marido, Gonzalo de la Cierva, marqués de Terranova, que ella ha desmiente con esa misma serenidad y sin alterarse lo más mínimo. “Estoy feliz. Para mí era muy importante encontrar al hombre de mi vida. Me pensé mucho casarme porque para mí era esencial crear mi propia familia”, asegura a Vanitatis una mujer que vio cómo sus padres se separaban cuando ella tenía solo seis años, una niña que creció ansiando hacer lo mismo que hacían sus amigas: ir a todas partes con unos padres unidos, con una familia.

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