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La Infanta Elena abandonó el domicilio conyugal
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La Infanta Elena abandonó el domicilio conyugal

La separación de los duques de Lugo, o mejor dicho, “el cese temporal de su vida conyugal” como afirman desde el Palacio de la Zarzuela, ha

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La Infanta Elena abandonó el domicilio conyugal

La separación de los duques de Lugo, o mejor dicho, “el cese temporal de su vida conyugal” como afirman desde el Palacio de la Zarzuela, ha sido como el cuento de ‘Pedro y el Lobo’. Cuando ayer a mediodía saltaba de nuevo el runrún pocos creían en la veracidad de la noticia. De nuevo el aviso: que vienen el lobo. Pero en esta ocasión, sí llegó a través de la información publicada en La Vanguardia y firmada por Mariángel Alcázar.

La última aparición pública de la pareja fue en la fiesta organizada por Nieves Fontana y sus chicas Telva. Pero curiosamente, y en contra de lo que pudiera parecer, no llamó la atención. Se daba por sentado que formaba parte de los acuerdos que los duques habían pactado. Aparte de esta comparecencia social y las de carácter institucional, hacía tiempo que la Infanta y Jaime de Marichalar hacían vidas separadas. Al tratarse de una pareja donde la esposa ocupa en estos momentos el cuarto lugar en el orden sucesorio, la estabilidad conyugal oficial podía durar toda la vida. Y sobre todo porque el divorcio no se contemplaba, ya que podía ser otro motivo más para aumentar las críticas que en el último año han rodeado a la Familia Real.

En su día, y cuando empezaron a circular los rumores de desavenencias, fue el propio Rey el que comentó que “no era el momento”. Ahora, en cambio, parece que sí, justo cuando las encuestas colocan al monarca en lo más alto de la aprobación ciudadana. Los viajes a Ceuta y Melilla, más el “y tú por qué no te callas” de la Cumbre Iberoamericana, ya convertido en tono, politono y estampado de camisetas, era terreno abonado para una noticia de este tipo. Y con los Príncipes de Asturias de periplo chino y, por lo tanto, sin tener que dar explicaciones a los periodistas de calle. Los que cubren la información de Casa Real no son tan latosos como somos el resto. Parece que el momento era el adecuado.

El ahora sí toca tiene que ver también con los acuerdos legales y jurídicos que de mutuo acuerdo han llegado los duques. No hay que olvidar que hay dos niños que, aunque la separación de sus padres les afecte como al resto, no son como los demás. Y aunque el régimen marital fue a través de capitulaciones, hay ciertos cabos que no se pueden quedar sueltos.

A pesar de los datos facilitados por Zarzuela, en el sentido de que “el cese temporal de vida conyugal no tienen consecuencias jurídicas”, sí las tiene. Hace ya una larga temporada que la vida matrimonial entendida como tal no existía, ya que en la nueva casa que los duques compraron hace unos años y a la que se trasladaron antes del verano los diferentes espacios estaban ya establecidos. La pregunta que ahora circula es a qué se debe este cambio de actitud. Tal y como estaban marcados sus vínculos afectivos y que consistía en que cada uno se entretiene como quiere y puede con sus diferentes grupos amistosos, no se explica muy bien este paso sin vuelta atrás. A no ser que uno de los dos pueda haber encontrado el hombro amigo en quien descargar las soledades compartidas que son las peores. En el caso del duque de Lugo, su entorno de diversión nada tiene que ver con el de la Infanta y a la inversa lo mismo.

Los desencuentros habituales de cualquier matrimonio de doce años se habían convertido estos últimos meses en una relación de buenos días y buenas noches. Para Marichalar, que en privado y cuando las cosas funcionaban la llamaba “madame” (señora), ahora ya era sólo Elena. Un dato que tras conocer la noticia puede resultar indicativo del cambio de rumbo de la pareja, pero que para los habituales que los frecuentaban era sólo una novedad más del léxico Marichalar. Nada que ver con separaciones y divorcios.

Es curioso que incluso a los más cercanos del duque les haya sorprendido la decisión. Por ejemplo a Naty Abascal, gran mujer y gran persona, la noticia le ha pillado con el paso cambiado y ella misma me lo decía totalmente turbada: “¿Es seguro? ¿Quién lo ha confirmado? ¿Ha sido Zarzuela? Y si ha sorprendido el cómo y cuándo, más aún el conocer que la decisión de cambio de domicilio vino por parte de la Infanta Elena. Jaime se ha quedado en la nueva casa en la que prácticamente la primogénita real tuvo poco que ver tanto en la decoración como en la distribución. Ella era más partidaria de un chalet unifamiliar en las afueras de Madrid, mientras que al consorte le horrorizaba la idea del aislamiento urbano. Sus paseos por la ‘Milla de Oro’ visitando las joyerías amigas, la tienda de Manolo Blanik en la que tienen intereses comerciales su hermana, las visitas a la peletería de Nelsy Chelala… formaban parte de su rutina diaria.

Pero como los que frecuentaban a la pareja estaban al tanto de la individualidad de cada uno, no chocó tampoco que el puente de Todos los Santos no viajaran juntos a Nueva York. Mientras Jaime de Marichalar lo hacía en solitario, sus hijos Victoria y Froilán, acompañados por la reina, los príncipes, Leonor y la sobrina Carla, se instalaban en Barcelona. El motivo aparente era conocer a Amelia, la cuarta hija de Alexia de Grecia y Carlos Morales.

Hace años hubiera sido impensable un divorcio en la familia Borbón. Sólo la Infanta Eulalia, hija de Isabel II y de Francisco de Asís, rompió su matrimonio con Antonio Orleáns, hijo del duque de Montpensier. El resto, si se llevaban mal, debían aguantarse. Al menos todos vivieron bajo el mismo techo, aunque cada uno mirara lunas diferentes.

La separación de los duques de Lugo, o mejor dicho, “el cese temporal de su vida conyugal” como afirman desde el Palacio de la Zarzuela, ha sido como el cuento de ‘Pedro y el Lobo’. Cuando ayer a mediodía saltaba de nuevo el runrún pocos creían en la veracidad de la noticia. De nuevo el aviso: que vienen el lobo. Pero en esta ocasión, sí llegó a través de la información publicada en La Vanguardia y firmada por Mariángel Alcázar.