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Enrique Iglesias, vuelve el hijo pródigo
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Enrique Iglesias, vuelve el hijo pródigo

El amor entre Enrique Iglesias y su padre es inversamente proporcional al número de discos que vende el primogénito de Isabel Preysler: a menos discos, más

Foto: Enrique Iglesias, vuelve el hijo pródigo
Enrique Iglesias, vuelve el hijo pródigo

El amor entre Enrique Iglesias y su padre es inversamente proporcional al número de discos que vende el primogénito de Isabel Preysler: a menos discos, más amor; a menos premios, más cariño, y a menos galas, más llamadas. Puede sonar duro, pero es que Julio es así.

De todos es conocido que la relación del intérprete de Soy un truhán, soy un señor con su prole siempre ha sido en la distancia, a través de llamadas telefónicas, cartas y, en los últimos tiempos, mensajes electrónicos. De hecho, el cantante ha asegurado en alguna ocasión, con tono socarrón, que sus hijos, y sobre todo Enrique, eran como “perros callejeros”.

Ahora, en cambio, todo parece distinto. Enrique ya no es aquel chico locuelo que ignoraba los consejos del padre día sí y día también. Tampoco se pasa el día entero tonteando con chicas, a pesar de que su profesión de cantante le podría granjear ‘íntimas amistades’ con cualquier mujer que se cruzara en su camino. Enrique regresa a casa estas navidades y quizás lo haga con la feliz noticia de una boda. La de Chabeli con Ricardo Bofill fue hace tanto tiempo ya que parece de otra vida, y en cuialquier caso, tampoco se quiere recordar demasiado.

Los medios estadounidenses publican estos días que la tenista Anna Kournikova, con la que Enrique sale desde hace varios años, luce un anillo valorado nada más y nada menos que en seis millones de dólares. El Daily Entertainment y la emisora KFI de Los Angeles aseguraron que la pareja fue vista en un restaurante japonés de Londres y que durante la velada Anna no quitaba ojo al pedrusco que había entre sus falanges.

En el fondo, sólo era cuestión de tiempo que la relación entre padre e hijo volviera a los cauces de la normalidad (si es que se puede hablar de ese término al nombrar a los Iglesias-Preysler). Julio, que siempre ha sido un padre responsable a su manera, valora el hecho de que la carrera de su hijo no haya sido un capricho pasajero y que haya conseguido hacerse un hueco en el mercado, y el hecho de que Enrique no sea una más de las estrellas musicales que cada día aparecen en la prensa por escándalos sexuales, de alcohol o de drogas.

El amor entre Enrique Iglesias y su padre es inversamente proporcional al número de discos que vende el primogénito de Isabel Preysler: a menos discos, más amor; a menos premios, más cariño, y a menos galas, más llamadas. Puede sonar duro, pero es que Julio es así.

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