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Telma Ortiz y su fobia a la fama
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Telma Ortiz y su fobia a la fama

No es oro todo lo que reluce. Ser la hermana de la Princesa de Asturias no es lo mejor que a una le puede pasar en

Foto: Telma Ortiz y su fobia a la fama
Telma Ortiz y su fobia a la fama

No es oro todo lo que reluce. Ser la hermana de la Princesa de Asturias no es lo mejor que a una le puede pasar en la vida. Y si no que se lo digan a Telma Ortiz. Desde que Letizia se convirtió en la nuera del Rey y desde que los españoles se fijaron en la belleza de Telma el día de la boda de los príncipes, la vida ya nunca fue igual. Economista de carrera, cooperante de Cruz Roja durante unos años y ahora en la Agencia Española de Cooperación Internacional, nunca ha soportado el acoso mediático que llegó el mismo día que se anunciaba el compromiso de su hermana con el Príncipe Felipe.

Los que la tratan aseguran que es una mujer muy dulce, agradable, educada y responsable. Pero que lleva fatal ser la hermana, salir a la calle y aguantar las cámaras, verse en los medios… Sus compañeros de Cruz Roja han sido testigos de sus nervios cada vez que se topaba con los reporteros. Perdía el control. Más de un día tuvo que llamar a su madre para que fuera a recogerla y evitar salir a la calle a pedir un taxi. Paloma Rocasolano ha intentado por todos los medios que se acostumbre, que se resigne, que no pasa nada por decir buenos días y seguir su camino. Pero en eso Telma se parece a su padre, Jesús Ortiz, a quien los reporteros conocen como el gruñón de la familia.

La pesadilla de Telma encontró su alivio en su trabajo fuera de nuestras fronteras. Cualquier destino es válido con tal de no estar en Madrid. “No me quedo ni a tiros” aseguran que dijo cuando vio la que se le venía encima. Fue justamente durante su estancia en Manila donde hace dos años conoció a Enrique Martín. Kike, un joven toledano que actualmente es responsable de varios programas de Cruz Roja en Filipinas. Martín es consciente de la paranoia que Telma tiene por todo lo que suene a medios y filtraciones y de ahí que también haya creado un escudo protector con el fin de que nadie pueda saber más que lo justo de lo que hace.

Estos días de Navidad Martín se ha reunido con el resto de delegados que esta ONG tiene por todo el mundo, casi un centenar, y sólo los muy íntimos han podido hablar con él tranquilamente e incluso felicitarle por el hijo que esperan para el mes de marzo.

Enrique fue también el mejor apoyo de Telma cuando murió su hermana Erika. Esos días Telma se refugió con sus abuelos maternos y los tres se encerraron literalmente en casa sin querer salir a ningún sitio. Desde entonces, Telma ha sido aún más tajante a la hora de preservar su intimidad. Ni siquiera cuando nació su sobrina Sofía se dejó ver en el hospital. Tan sólo apareció en el bautizo. Ya lo dijo su madre días atrás cuando le preguntaron por el embarazo de su hija. “Son sus planes”, contestó. Y ni una sola concesión. Cuando viaja a Madrid suele estar con su madre y con su hermana en palacio. Allí encuentra la privacidad que tanto desea.

No es oro todo lo que reluce. Ser la hermana de la Princesa de Asturias no es lo mejor que a una le puede pasar en la vida. Y si no que se lo digan a Telma Ortiz. Desde que Letizia se convirtió en la nuera del Rey y desde que los españoles se fijaron en la belleza de Telma el día de la boda de los príncipes, la vida ya nunca fue igual. Economista de carrera, cooperante de Cruz Roja durante unos años y ahora en la Agencia Española de Cooperación Internacional, nunca ha soportado el acoso mediático que llegó el mismo día que se anunciaba el compromiso de su hermana con el Príncipe Felipe.