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A la duquesa Cayetana la engañan sus hijos
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A la duquesa Cayetana la engañan sus hijos

Que los hijos suelen engañar a los padres es algo tan consustancial a la relación paterno-filial como el multitask de Ana Obregón. Entendiendo por este anglicismo

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A la duquesa Cayetana la engañan sus hijos

Que los hijos suelen engañar a los padres es algo tan consustancial a la relación paterno-filial como el multitask de Ana Obregón. Entendiendo por este anglicismo la capacidad casi sobrenatural que tiene la artista para trabajar en múltiples funciones a la vez. En este caso, la protagonista de hoy no es ‘Anita Dinamita’, sino la duquesa de Alba. La dama, de ochenta y dos años, vive en su burbuja de cristal de Murano ajena a la realidad vital de cada uno de sus vástagos, que le regalan los oídos seguramente con las mejores intenciones.

Cuando Eugenia se ennovió de nuevo con Gonzalo Miró, la duquesa aseguraba a la prensa que no era así, “¡que ya quisiera (Gonzalo)”. Cuando apareció la noticia sobre la supuesta ruptura del duque de Huéscar con Alicia Koplowitz, de nuevo se comprobó que a la madre su primogénito le había contado otra historia… Con Cayetano y Genoveva, tres cuartos de los mismo. Para ella, el cese temporal de la vida conyugal tiene más que ver con una regañina puntual que con la verdadera realidad. Esta no es otra que la hartura de Genoveva a la vida de soltero de su marido. Por cierto, es el que más se ocupa de su madre.

Desde que se instaló de nuevo en el Palacio Liria, se ven a diario. En el caso de que alguno de los dos viaje, es el jinete el que la llama por teléfono. En esas conversaciones, seguramente le contará a su madre que todo va bien y de ahí que Cayetana traslade a la prensa sus impresiones, más cercanas a la ilusión que a las certezas. Por ejemplo, el encuentro del fin de semana pasado en Las Arroyuelas, la finca que regaló a su hijo y cuyo sostenimiento en gran medida depende de ella, fuera más un almuerzo familiar que un verdadero cara a cara entre nuera y suegra.

Como en otras ocasiones, y aprovechando que los caseros se encargan de que todo esté en perfecto estado de revista, Genoveva bajó hasta Sevilla con sus hijos Luis y Amina. Los niños disfrutan una barbaridad en el campo montando a caballo y mucho más libres que en el adosado madrileño. La todavía condesa de Salvatierra organizó un fin de semana en la finca con amigas con niños. A la una de la tarde, y como otras veces, apareció Cayetana en Las Arroyuelas para compartir almuerzo con ellos, a los que adora, con la nuera y con las amigas de la nuera. Tras una sobremesa ligera, a las cuatro de la tarde regresó a Sevilla y se fue al cine.

Como era natural, y al tratarse de un día de campo y no de un encuentro a cara de perro, no se trató ningún tema que tuviera que ver con divorcios o separaciones. Sobre todo, porque la megaduquesa sigue convencida que su hijo le dice la verdad y, por lo tanto, sólo hay que esperar a que amaine la tormenta.

Que los hijos suelen engañar a los padres es algo tan consustancial a la relación paterno-filial como el multitask de Ana Obregón. Entendiendo por este anglicismo la capacidad casi sobrenatural que tiene la artista para trabajar en múltiples funciones a la vez. En este caso, la protagonista de hoy no es ‘Anita Dinamita’, sino la duquesa de Alba. La dama, de ochenta y dos años, vive en su burbuja de cristal de Murano ajena a la realidad vital de cada uno de sus vástagos, que le regalan los oídos seguramente con las mejores intenciones.