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Los besos 'robados' de la Infanta Elena
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Los besos 'robados' de la Infanta Elena

Hasta que no fue oficial su separación matrimonial, la Infanta Elena frecuentaba lo justo los campeonatos hípicos. Por un lado, porque el estrés, la ansiedad y

Foto: Los besos 'robados' de la Infanta Elena
Los besos 'robados' de la Infanta Elena

Hasta que no fue oficial su separación matrimonial, la Infanta Elena frecuentaba lo justo los campeonatos hípicos. Por un lado, porque el estrés, la ansiedad y los nervios que acompañan a cualquier crisis vital no son buenos compañeros de viaje. Y los caballos notan enseguida esta variación de carácter y se mimetizan con los dueños.

Por otro lado, al duque de Lugo el ambiente hípico no le atraía demasiado. Ni sabía montar a caballo ni lo intentaba. Además, es un mundo poco dado al halago gratuito tan habitual en otros escenarios frecuentados por Jaime de Marichalar, como es el ambiente de los desfiles de París o Nueva York. Donde hasta su cese temporal era el centro del universo y ahora es un satélite menor que le ha llevado a confesar a periodistas que esta muy solo.

En el caso de la Infanta, todo lo contrario. Ha recuperado amistades y sobre todo un ambiente en el que se encuentra a gusto y aparentemente feliz. El fin de semana pasado participó en el Gran Premio de la Ruta de Invierno, en Toledo, con dos de sus caballos preferidos de la yeguada Militar Zenit De Ibio y Na-Ja. Entre salto y salto, la primogénita real compartió refresco, patatas fritas y almuerzo con otros deportistas. Según contaban, en más de una ocasión, la Infanta, con sentido del humor, se dirigió a los colegas masculinos avisándoles que tuvieran cuidado cuando la saludaran.

Ante el asombro de los jinetes, explicó que los encuadres fotográficos (de los paparazzi) podían ser muy traidores aludiendo a las imágenes de Baqueira que aparecieron en la portada de una revista. Por cierto, quien sí ganó fue Cayetano Martínez de Irujo que, a diferencia de otras veces, se mostró amable y encantador imitando las maneras de mamá duquesa.

Hasta que no fue oficial su separación matrimonial, la Infanta Elena frecuentaba lo justo los campeonatos hípicos. Por un lado, porque el estrés, la ansiedad y los nervios que acompañan a cualquier crisis vital no son buenos compañeros de viaje. Y los caballos notan enseguida esta variación de carácter y se mimetizan con los dueños.