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La madre de Blanca no se atreve con Tita Cervera
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La madre de Blanca no se atreve con Tita Cervera

Dijo que no hablaría y habló. Aseguró que nunca pondría sus intimidades ni las de su familia en almoneda pública y lo hizo. Y no una,

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La madre de Blanca no se atreve con Tita Cervera

Dijo que no hablaría y habló. Aseguró que nunca pondría sus intimidades ni las de su familia en almoneda pública y lo hizo. Y no una, sino varias veces. Heidi Unkoff, la madre de Blanca Cuesta, consuegra de la baronesa Thyssen y abuela de Sacha, ya se ha convertido en un personaje del colorín por elección propia. Nada que objetar. Allá cada cual con sus películas y con la manera de ver la vida. Quizá la contradicción radique en que los primeros silencios de Heidi han dado paso al chorreo verbal, casi diario.

Sinceramente, este cambio viene de maravilla porque el culebrón B&B&C (Blanca, Borja y Carmen) se encontraba en su punto menos álgido. Hasta este momento, la discreción -de la que tanto alardeaba- ya no forma parte del tándem matrimonial Cuesta-Unkoff. El abuelo Miguel (padre de Blanca) apoyaba a su mujer -como debe ser-, pero sin traspasar el umbral del saloncito de casa. Aunque como los planes ‘Renove’, todo en la vida es mudable e intercambiable, don Miguel firma y coprotagoniza el nuevo capítulo de la Historia Interminable en que se han convertido los avatares familiares de ambas sagas.

En ‘El Programa de Ana Rosa’, Carmen Pardo ha leído la carta que los abuelos Cuesta han dedicado al nieto Sacha. Se trata de una especie de pliego de condiciones que parecen escritas para ajustar cuentas con la baronesa en vez de ser un mensaje de amor para el bebé. En ella se ataca indirectamente a Chelo García Cortés, negando sus informaciones y, por lo tanto, acusándola de mentir. Y por supuesto contradiciendo las declaraciones de Borja y Blanca a la revista ¡Hola! referentes a que fue la baronesa la primera que besó al nieto querido.

La carta formaba parte de una exclusiva que Heidi Unkoff había concedido a una agencia de prensa, muy crítica con ciertos protagonismos. La propia Heidi aseguraba que las manifestaciones fueron gratis total, aunque podía tratarse de un previo para sentarse en un plató de televisión. Esta entrevista nunca llegó a publicarse. De ahí el enfado de la consuegra que consideraba que una mano negra en forma de baronesa había sido la promotora de la censura Y en realidad Carmen Cervera nada tiene que ver. Todo lo contrario. Está encantada de que se tiren los trastos a la cabeza y de que por fin salga a relucir el lado menos conocido de los abuelos maternos de Sacha.

Quizá aquella frase que dijo Tita abriendo la caja de los truenos de “no quiero saber nada de la familia Cuesta” tenga algo que ver con la realidad de ahora. En fin, la carta no tiene desperdicio. Y si no lean:

“Cariño, llegaste al mundo en medio de un revuelo de periodistas y prensa mediática. Tus abuelos llegábamos a las diez y veinte de la noche del día 30 de enero, directamente a la planta tercera, sala de partos, invitados por la doctora y a petición de tu madre. Tenías mucha prisa por venir al mundo, pero la profesionalidad de tu doctora te frenaba un poco y te controlaba a la perfección. Permanecimos largo rato al lado de tu madre admirando, al mismo tiempo, su serenidad y entereza. Nos emocionamos mucho, sólo tu madre y nosotros lo hemos vivido, nuestra hija, mi niña iba a ser madre dentro de dos horas aproximadamente. Nos despedimos de ella con un beso en la frente de complicidad, apoyo, cariño y amor. Dábamos a tu papi el relevo porque era ya su sitio, la espera en compañía de todos tus tíos para verte se nos hizo larga. Enhorabuena, cariño, por tener unos papis que no se angustian por nada.

Un beso de tu oma Heidi y tu abuelo Miguel”

Dijo que no hablaría y habló. Aseguró que nunca pondría sus intimidades ni las de su familia en almoneda pública y lo hizo. Y no una, sino varias veces. Heidi Unkoff, la madre de Blanca Cuesta, consuegra de la baronesa Thyssen y abuela de Sacha, ya se ha convertido en un personaje del colorín por elección propia. Nada que objetar. Allá cada cual con sus películas y con la manera de ver la vida. Quizá la contradicción radique en que los primeros silencios de Heidi han dado paso al chorreo verbal, casi diario.