Andrés Pajares, de su regreso fallido a la escena a la comisaría

La detención de Andrés Pajares este martes por el Cuerpo Nacional de Policía acusado de un delito de amenazas tuvo lugar en la calle Rafael Calvo de Madrid, a escasos dos kilómetros y medio del teatro Arlequín, donde había actuado por última vez. La pequeña distancia física resulta paradójica si se piensa en el contraste entre el hombre que se subía al escenario y el que al parecer habría intimidado a los miembros de un bufete de abogados de Madrid con un arma simulada.

El actor, tal y como cuentan las fuentes policiales, entró en el bufete sobre la una del mediodía portando una pistola falsa con la que intimidó a los empleados del despacho de abogados. Los trabajadores avisaron a la Policía, que lo detuvo acusadándole de un delito de amenazas.

Pajares, que inició un frustrado regreso a los escenarios con motivo de sus cincuenta años en la profesión actoral, había estrenado la obra ‘A mi manera… de hacer’. Aunque el actor tenía planificadas cincuenta funciones en el Arlequín –una por cada año de trabajo– la obra solo se mantuvo en cartel tres semanas, debido a la escasa afluencia de público. Le fue imposible superar el 20% del aforo del teatro, porcentáje mínimo que le exigían para poder mantener la obra, pero el hecho de no alcanzarlo suponía la rescisión casi automática de su contrato.

Pajares, que en los últimos años se ha convertido en protagonista de la prensa rosa –con sus hijos, ex mujeres, sus problemas de salud– debutó con 17 años como humorista en la sala de fiestas madrileña York Club. Se hizo muy popular junto a Fernando Esteso, con quien formó pareja en el cine y la televisión durante los años 70 y 80, especialmente en películas dirigidas en su mayoría por Mariano Ozores.

Con Esteso protagonizó con éxito en teatro La extraña pareja de Neil Simon a finales de los 80. Sin embargo, fue Luis García Berlanga quien le ofreció la oportunidad de dar un giro a su carrera en ‘Moros y Cristianos’.

¡Ay Carmela!, cinta de Carlos Saura de 1990 en la que compartía protagonismo con Carmen Maura, le dio un Goya al mejor actor, a partir del cual prosiguió una carrera en cine -Makinavaja, Bwana- y televisión en series como ‘¡Ay, Señor, Señor!’ o la posterior ‘Tío Willy’.