Robert Downey Jr, ganador del Oscar 2024: una vida de cine marcada por las drogas

Nacido en el seno de una familia dedicada al cine con un padre cineasta y en uno de los barrios más bohemios de Nueva York, parecía que el destino de Robert Downey Junior estaba escrito desde su nacimiento y unido al mundo del celuloide. Posibilidades no le faltaban para llegar a la meca del cine: talento y contactos. Sin embargo, por el camino y la vida del que ha sido considerado como uno de los mejores actores de su generación, se han entrelazado situaciones y adicciones que a punto han estado de echar por tierra una de las carreras más exitosas de Hollywood.

Pero la suya no es la primera historia de un actor que ha resurgido de las cenizas. Con una trayectoria muy similar a la de Colin Farrell en cuanto a sus excesos y los titulares protagonizados más allá de sus trabajos, otro de los chicos malos de Los Ángeles tuvo que tocar fondo antes de volver a lo más alto del cine. En su caso, de la mano de Mel Gibson.

No obstante, antes de llegar a ese punto de resurgimiento, hay que bucear en los inicios de este polémico actor. La carrera de Robert despegó, y de qué manera, cuando estuvo nominado al Oscar como Mejor actor por ‘Chaplin’, en 1992. Pero su carrera sufrió un duro revés debido a su atracción por los estupefacientes, con los que coqueteó desde su infancia y de cuya adicción no se pudo librar hasta 2002. En esa fecha, el juez Randall White puso punto y final a los tres años de libertad condicional que estaba cumpliendo el actor tras haber permanecido un año completo en un programa de rehabilitación.

Sus problemas con las adiciones y con las autoridades le llevaron a arrestos muy reincidentes, la violación de su libertad condicional y a cumplir condena en la prisión de Corcoran (California) durante más de un año, hasta que salió en 2000. Todo iba de mal en peor en la vida de un actor que siempre prometió como un actor de altura.

Fue ese mismo año, en el que ya se hablaba de su recuperación no solo personal, sino también a nivel artístico, pues ganó el Globo de Oro por su trabajo en la serie 'Ally McBeal', cuando el actor volvió a ser arrestado por posesión de drogas en un hotel de Palm Springs (California). A raíz de esa detención, Downey Jr. permaneció prácticamente alejado de la luz pública y recibió ayuda en un centro de rehabilitación nuevamente.

Pero, su resurgir definitivo comenzó en 2003 de la mano de su amigo Mel Gibson, con quien compartió escenas en El detective cantante, y continuó gracias a la terrorífica y taquillera Gothika, junto a Halle Berry. Película en la que, además de ‘reconciliarse’ con el gremio, conoció a la que se convertiría en su segunda mujer.

En 2004, se divorció de Deborah Falconer -con la que se casó en 1992- y en agosto de 2005 volvió a contraer matrimonio, esta vez con la productora Susan Levin. En ese año, fue elogiado de nuevo por la crítica por 'Kiss Kiss Bang Bang' (2005), lanzó un trabajo discográfico (The Futurist) y apareció en un papel secundario en 'Buenas noches y buena suerte', de George Clooney, aunque donde volvió a demostrar por todo lo alto su categoría como actor fue en 'Zodiac' (2007), la cinta de suspense dirigida por David Fincher.

Aquel papel, el del periodista Paul Avery, también guardaba algún que otro parecido con sus antiguos quehaceres en la vida real, ya que su adicción al alcohol y a las drogas termina por dar al traste con la obsesiva investigación que realiza sobre los crímenes del asesino del zodiaco en el San Francisco de la década de 1970.

Serían dos personajes totalmente diferentes entre sí, pero basados en dos obras literarias, los que relanzarían su carrera. Primero, convirtiéndose en uno de los superhéroes más rebeldes del mundo del comic, Iron Man, y, en segundo lugar, como el famoso detective Sherlock Holmes.

Como el famoso superhéroe, tuvo un salario de 4 millones de dólares, el mayor salario cobrado por cualquier actor en el año por una sola película. Hasta en un total de 9 ocasiones llegó a interpretar el personaje de Tony Stark en la exitosa factoría.

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Pero además de la reconciliación con el público, los papeles más complejos y profundos se siguieron sucediendo en la filmografía del actor. El último de ellos, y el que le ha devuelto a la alfombra roja de los Oscar, ha sido el de Lewis Strauss en ‘Oppenheimer’. Un papel que ha convencido a crítica y seguidores del intérprete y que le ha llevado a pelear con Ryan Gosling, Robert De Niro y Mark Ruffalo por el galardón como Mejor actor de reparto.

La noche ha sido un verdadero éxito para el actor y tras cuatro nominaciones en su carrera, ya puede decir que es ganador de una estatuilla por su papel junto a Cilian Murphy.