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La defensa numantina de los Marichalar
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La defensa numantina de los Marichalar

Durante los últimos días la familia Marichalar ha saltado a la luz pública. La razón ha sido la aprobación de un proceso de expropiación de unos

Foto: La defensa numantina de los Marichalar
La defensa numantina de los Marichalar

Durante los últimos días la familia Marichalar ha saltado a la luz pública. La razón ha sido la aprobación de un proceso de expropiación de unos terrenos, entre los que se encuentran 117 hectáreas de su propiedad, para la construcción de un polígono industrial en Soria. Los Marichalar afirman que se niegan a que sean esos terrenos los que formen parte del polígono Soria II por una cuestión más de conservación del patrimonio cultural que de algo económico, puesto que sostienen que esa zona es de interés arqueológico y que la reforma afectará a siete puntos considerados bienes de interés cultural. Dicen que de seguir en sus manos esos terrenos los dejarán como están, porque llevan así veinte siglos, “los últimos nueve en manos de la familia”, dice Álvaro de Marichalar, y no quieren que cambie.

La familia Marichalar ha emitido un comunicado en el que afirma que les resulta “verdaderamente sorprendente la precipitada desestimación de las alegaciones presentadas por varios miembros de nuestra familia, lo que nos reafirma en que la decisión es política o de otra índole, pero no ajustada a la legalidad”. En ese comunicado desmienten también que las alegaciones tengan una finalidad económica, ya que, “si así fuera, no existiría un recurso contencioso administrativo interpuesto en los tribunales” que, dice, está pendiente de su resolución, aunque si esta vía no funciona acudirán por las restantes por lo que consideran un proceso irregular.

Afirma además Álvaro de Marichalar que no se niegan a la expropiación por motivos económicos tay como cuenta que adujo el concejal de urbanismo Luis Rey. Dice que son rigurosamente falsas, y que afirmar algo así “representa un burdo intento de manipular la realidad”. Sostiene el deportista que “el ayuntamiento socialista se ha convertido en cómplice de unas actuaciones irregulares y oscuras promovidas desde la antigua corporación municipal” que afirma haber puesto en conocimiento de la justicia.

La versión desde consistorio de la ciudad castellanoleonesa es otra. Fuentes oficiales del ayuntamiento de Soria han contado a Vanitatis.com que la disyuntiva y la decisión de asentar el polígono industrial no es algo que haya dependido del actual equipo de gobierno, sino que viene de la anterior legislatura (2003-2007). Entonces era alcaldesa la popular Encarnación Redondo, y fue en diciembre de 2005 cuando se aprobó la puesta a disposición de un nuevo polígono industrial para Soria, que sería construido por la Junta de Castilla y León a través de la empresa estatal Gesturcal.

Unos terrenos que han dado que hablar

El actual alcalde, el socialista Carlos Martínez, desde cuyo equipo afirman que la ubicación escogida en los terrenos de ‘El cabezo’ nos les parece “la ideal”, era partidario de construir el nuevo polígono Soria II a continuación del ya existente, en los terrenos de la Valcorba, pero dicen que más por motivos de aprovechamiento de los recursos que arqueológicos. Sostienen que los yacimientos más importantes, como los campamentos en los que se instalaron los hombres del general Escipión durante el cerco de Numancia, se encuentran a un kilómetro de los terrenos expropiados.

Aunque desde el ayuntamiento cuentan que la decisión de que esos terrenos fueran los escogidos no fue suya sino de Gesturcal y la Junta de Castilla y León, aceptaron la propuesta. Dicen que desde el equipo de gobierno no pueden menos que apoyar un proyecto que va a suponer una inversión de 33 millones de euros, la primera de estas características en la región desde hace 25 años, y que “al actual alcalde le ha tocado coger las cartas con la partida ya empezada”.

Con respecto a los puntos históricos que la familia Marichalar afirma que van a verse afectados, remiten a los propios informes de la empresa pública Gesturcal y citan lugares como el casco antiguo de la cuidad, el margen izquierdo del río Duero o es claustro y la iglesia concatedral de San Pedro, así como la propia muralla medieval. Desde el cabildo dicen que evidentemente unas obras de estas características van a tener repercusión en toda la ciudad, pero que el impacto será mínimo.

Algo que la familia no considera del todo cierto, y remiten a entidades como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Ver informe), la UNED (ver carta de adhesión) o la Real Academia de la historia (Ver informe) e incluso, cuentan que han acudido a la UNESCO para que solicitar reconocimiento institucional para los yacimientos de lo que fuera Numancia.

Así las cosas, el pasado sábado se aprobó la expropiación de los terrenos que los Marichalar reivindicaban. Dicen ahora que acudirán a la audiencia provincial para que se desestime una propuesta que consideran “un mero trámite más en un proceso absolutamente irregular”. Dice Álvaro de Marichalar que seguirá defendiendo lo que considera su “legítimo interés” que supone el interés general de “cuidar para las futuras generaciones de españoles, el entorno de Numancia y el de la Soria Medieval”, algo que pretende hacer cumpliendo con su objetivo de “retrotraer a suelo rústico lo que hoy está calificado como suelo industrial” y que sostiene, que su familia lleva cuidando durante siglos. Pero para ver el resultado del largo proceso habrá que esperar a la decisión de los tribunales.

Durante los últimos días la familia Marichalar ha saltado a la luz pública. La razón ha sido la aprobación de un proceso de expropiación de unos terrenos, entre los que se encuentran 117 hectáreas de su propiedad, para la construcción de un polígono industrial en Soria. Los Marichalar afirman que se niegan a que sean esos terrenos los que formen parte del polígono Soria II por una cuestión más de conservación del patrimonio cultural que de algo económico, puesto que sostienen que esa zona es de interés arqueológico y que la reforma afectará a siete puntos considerados bienes de interés cultural. Dicen que de seguir en sus manos esos terrenos los dejarán como están, porque llevan así veinte siglos, “los últimos nueve en manos de la familia”, dice Álvaro de Marichalar, y no quieren que cambie.