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Los ricos de Marbella no conocen la crisis
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Los ricos de Marbella no conocen la crisis

Mientras la mayoría de la ciudadanía se dedica a estructurar sus vacaciones en función de la crisis y a estirar el euro como si fuera el

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Los ricos de Marbella no conocen la crisis

Mientras la mayoría de la ciudadanía se dedica a estructurar sus vacaciones en función de la crisis y a estirar el euro como si fuera el milagro de los panes y los peces, los ricos de siempre continúan en su línea: gastar, comprar, volver a gastar y volver a comprar durante jornadas completas. Cuentan los expertos que la venta de mansiones que superan los seis millones de euros se venden sin problemas, y que los ferraris y similares lo mismo. En Marbella, por ejemplo, no sólo se ha recuperado (aparentemente) el glamour tras la desaparición de los malayos sino que ha vuelto el dinero.

Las suites de los hoteles de lujo están copadas durante todo el verano mientras fallan las reservas de la clase media. Uno de los establecimientos más emblemáticos de la Milla de Oro tiene a una princesa pariente del rey saudi ocupando medio hotel y gastando a manos llenas en las tiendas de alta gama. La crisis no va con ella ni con los de su club.

Como botón de muestra, en menos de sesenta días Marbella se ha convertido en la primera sucursal de la alta joyería del mundo mundial. Con la excusa de las inauguraciones de sus nuevos establecimientos (Suárez, Chopard) o exposiciones históricas (Piguet) tiran la casa por la ventana con madrinas/modelos como Bar Refaeli y Eugenia Silva, que cobran un buen dinerito por ser perchas de lujo. O Naty Abascal, que aunque no es modelo en activo siempre adorna las reuniones. Ella lo sabe y por eso cuando acude a este tipo de actos lo considera un trabajo y a diferencia de otra mujer anuncio como es la Preysler y su ‘lista negra’ de prensa, la dulce Naty facilita los encuentros con los periodistas.

Se han organizado fiestas y reuniones sociales donde los brillantes, zafiros, esmeraldas, topacios engarzados en pulseras, anillos, collares, gargantillas, gemelos o cualquier trabajo de orfebrería que se les ocurra son la excusa perfecta para que los megarricos acudan, vean y después compren. Las piezas se exponen y ellos eligen como si fuera una reunión de tuperware. El plástico de colores se sustituye por collares indescriptibles o relojes que no bajan de 18.000 mil euros los más sencillos. Muchos de los invitados a estas superfiestas reservan sus piezas y vuelven al día siguiente para llevársela puestas. Las firmas joyeras montan estos escaparates volantes donde siempre está el más difícil todavía que sorprenda a los invitados.

Por ejemplo la dueña de Chopard, Carolina Gruosi-Scheufele, reunió a sus amigos y fieles en una cena en el restaurante de Olivia Valere donde se sirvió la última pijería de combinados de alcohol que hacen furor en las travesías de los grandes yates. Se trata de unos tubos (como los de la pasta de dientes o los de pintura al óleo) que se sirven helados con mezclas de vodka y Red Bull, vodka y naranja o vodka y Coca-cola. A elegir o a repetir. Durante la cena un espectáculo de acrobacia a cargo de los Peres Brothers, que así por el nombre artístico son muy conocidos en el mundo del circo pero no en el ambiente del colorín.

Pocos se dieron cuenta que uno de ellos era Adams, ex marido de la princesa Estefanía y sobrino de ‘Paquita de Mónaco’, uno de los pocos personajes del mundo del frikismo que producía ternura por sus comentarios sobre la corte monegasca. Entre los convidados ilustres estaban Tita Cervera sin joyas, la bella Marisa Jara con pendientes de zafiros multicolor y diamantes, Hubertus de Hohenlohe, los maestros de periodismo Antonio Burgos y Raúl del Pozo (los dos como Tita sin joyas) Bar Refaeli adornada con un impresionante collar con un zafiro azul (como el de Titanic) de 164 quilates rodeado de pave de diamantes y Eugenia Silva con una tiara de diamantes rosas y blancos. Todo un espectaculazo supervisado y organizado sabiamente por Helena Bermúdez de Castro, directora de comunicación de la firma.

Click aquí para ver fotos de la fiesta.

Mientras la mayoría de la ciudadanía se dedica a estructurar sus vacaciones en función de la crisis y a estirar el euro como si fuera el milagro de los panes y los peces, los ricos de siempre continúan en su línea: gastar, comprar, volver a gastar y volver a comprar durante jornadas completas. Cuentan los expertos que la venta de mansiones que superan los seis millones de euros se venden sin problemas, y que los ferraris y similares lo mismo. En Marbella, por ejemplo, no sólo se ha recuperado (aparentemente) el glamour tras la desaparición de los malayos sino que ha vuelto el dinero.