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La Duquesa de Alba, testigo de excepción del encierro de Francisco Rivera
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La Duquesa de Alba, testigo de excepción del encierro de Francisco Rivera

Los aplausos sonaban por toda Espetona y no fue para menos. La plaza que regentó su abuelo recibía a un emocionado Francisco Rivera Ordóñez que se

Foto: La Duquesa de Alba, testigo de excepción del encierro de Francisco Rivera
La Duquesa de Alba, testigo de excepción del encierro de Francisco Rivera

Los aplausos sonaban por toda Espetona y no fue para menos. La plaza que regentó su abuelo recibía a un emocionado Francisco Rivera Ordóñez que se enfrentaba a su corrida número 1000 encerrándose con seis toros y no defraudó saliendo a hombros por la puerta grande tras cortar cinco orejas y un rabo. Acompañándole, además de su ya recuperado hermano Cayetano, que contempló la corrida desde el callejón, estaba su fan número uno, la Duquesa de Alba, que esperaba la tarde con gran expectación. Cayetana, acompañada de la hermana de Nati Abascal, estuvo calentando el cemento del tendido principal desde una hora antes de que empezara el espectáculo. Su entrada en el ruedo deslumbró; el torero había elegido para esta fecha un vestido azul eléctrico y oro de su tradicional sastre Santos García.

Entre guitarras y flamenco

La cita flamenca congregó en torno a Francisco a algunas de los rostros más mediáticos del panorama nacional. El presidente de Telecinco, Alejandro Etxebarría, tenía sitio reservado para presenciar la corrida que emitió en directo la cadena de Fuencarral. También estuvo allí el nuevo fichaje de la cadena, la aficionada María Teresa Campos, que disfrutó de lo grande junto a su pareja actual, el abogado argentino Gustavo Manilow; y Laura Valenzuela, que comentaba los vaivenes de la tarde con Alonso Caparrós. José María García no faltó en el callejón, donde un emocionado Cayetano Rivera Ordóñez recibía el brindis del tercer toro. “Es un orgullo para mí que estés aquí conmigo”, le dijo su hermano al entregarle la montera. También brindó un toro a su hija Cayetana. "Lo más bonito que tengo en el mundo", dijo. La pequeña aplaudía, bailaba al son del flamenco y se tapaba los ojos por momentos. Al acabar la tarde bajó con su padre a la arena.

El matador, orgulloso de la faena -cuyos beneficios fueron destinados a la Asociación Española de Fibrosis Quística- se fue a descansar al Estepona Palace, el mismo en el que durmió la noche anterior para poder acercarse a entrenar a la plaza nada más levantarse. La del domingo fue una tarde importantísima que Francisco supo solventar matando sin problemas a sus seis toros de Zalduendo, Gavira y Carlos Núñez a pesar de las molestias por la luxación que sufrió en su hombro derecho el viernes en Gijón. Ahora Fran se mentaliza para la Corrida Goyesca de Ronda del 6 de septiembre, su próxima gran cita.

Los aplausos sonaban por toda Espetona y no fue para menos. La plaza que regentó su abuelo recibía a un emocionado Francisco Rivera Ordóñez que se enfrentaba a su corrida número 1000 encerrándose con seis toros y no defraudó saliendo a hombros por la puerta grande tras cortar cinco orejas y un rabo. Acompañándole, además de su ya recuperado hermano Cayetano, que contempló la corrida desde el callejón, estaba su fan número uno, la Duquesa de Alba, que esperaba la tarde con gran expectación. Cayetana, acompañada de la hermana de Nati Abascal, estuvo calentando el cemento del tendido principal desde una hora antes de que empezara el espectáculo. Su entrada en el ruedo deslumbró; el torero había elegido para esta fecha un vestido azul eléctrico y oro de su tradicional sastre Santos García.