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Los activos de la Reina Sofía
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Los activos de la Reina Sofía

Tras el tsunami mediático que supuso la semana pasada la publicación del libro de Pilar Urbano sobre la Reina, la calma llega poco a poco para

Foto: Los activos de la Reina Sofía
Los activos de la Reina Sofía

Tras el tsunami mediático que supuso la semana pasada la publicación del libro de Pilar Urbano sobre la Reina, la calma llega poco a poco para colocar las cosas en su sitio. Como siempre que hay un debate cósmico, entendiendo por cósmico todo aquello que se convierte en tema de conversación general en tertulias de sobremesa, consejos de administración o cola del pan, las argumentaciones siempre son opuestas.

 

Si estuviéramos en la época de los duelos, los seguidores de la Reina se enfrentarían seguro con florete a los de Pilar Urbano. Y los de Belén Esteban, por poner un ejemplo más de la calle (por aquello de plebeyizar la crónica), desafiarían a Campanario a golpe de “almóndiga”, palabro reconocido por la RAE (Real Academia de la Lengua). Recuerden que la mamá de Andreíta explicó alto y claro que su niña se comía “diez almóndigas tan grandes como su cabeza” como explicación a la supuesta idea de ‘Campa’ de llevar a la niña al endocrino.

 

Con el tema de las opiniones reales ha pasado algo parecido. O blanco o negro. Nada de medias tintas. Yo soy de las que opinan que la Reina puede decir lo que le venga en su real gana. Otra cosa es que uno coincida en criterio y razonamiento con algunas de las apreciaciones más polémicas de su majestad. Pero a diferencia de otros miembros de la Primera Familia, doña Sofía tiene muchos activos en su haber. La gente la respeta, y no sólo por ser la mujer del Rey, sino porque tienen una presencia física importante en la sociedad civil. Dedicación real (en tiempo y dinero) a fundaciones como la del alzheimer, lucha contra la droga, discapacitados, microcréditos… y apariciones en todos aquellos lugares donde la desagracia se ha cebado con la ciudadanía.

 

Uno de los últimos detalles fue recoger personalmente, en el transcurso de un acto militar celebrado en Ferrol, una carta a la madre de Jorge Miguel Gago Chao. El cabo se enfrentaba a dos meses de arresto en prisión militar por declarar que la muerte de dos marinos en el accidente de la fragata Extremadura en 2005 fue causada por el comportamiento "negligente" de sus superiores.

 

Lo que desde luego no me gustaría es estar en la piel de doña Sofía cuando la Princesa de Asturias se enteró (o leyó) que la real abuela había llamado “repipi” a su hija. Según cuenta Pilar Urbano, la Reina le dijo: “Está para comérsela. ¡Y dice unas cosas! Todo lo que le oye a su madre. ¿Qué crees que nos soltó el otro día comiendo? Hay que comerse las espinacas porque son muy ricas en vitaminas y en hierro". Si la ira de Belén Esteban fue grande, no quiero ni pensar la reacción de la mamá de la Infantita Leonor. En cambio, y para el activo de la princesa, estoy convencida que si ella hubiera leído las copias enviadas a Zarzuela no se habría montado el pollo que se ha organizado. Habría tenido la suficiente sensatez como para “arreglar” y “componer” conjuntamente con la autora los asuntos más peliagudos.

 

Hace años, cuando José Luis de Vilallonga escribió las memorias del Rey, un eficaz y eficiente Sabino Fernández Campos (ex Jefe de la Casa de SM) se leyó de cabo a rabo y varias veces el manuscrito antes de ser enviado a la imprenta. En aquel momento (y con la anuencia del escritor), se suprimieron algunas manifestaciones y comentarios reales. No hubo censura, sino acuerdo. A lo mejor, si en vez de Aza y compañía lo hubiera supervisado la consorte real, las consecuencias habrían sido otras. Por cierto, la revelación de la Reina de ser la autora de la felicitación navideña del corta/pega, sí me parece una imprudencia. Da que pensar que su majestad no tuviera en aquel momento nadie a su alrededor que le echara una mano o que la dijera que esa manualidad era un desastre. Si hubiera estado matriculada en un curso por correspondencia, le habrían puesto un cero. Visto lo visto parece que el entorno que la rodea va a su bola.

Tras el tsunami mediático que supuso la semana pasada la publicación del libro de Pilar Urbano sobre la Reina, la calma llega poco a poco para colocar las cosas en su sitio. Como siempre que hay un debate cósmico, entendiendo por cósmico todo aquello que se convierte en tema de conversación general en tertulias de sobremesa, consejos de administración o cola del pan, las argumentaciones siempre son opuestas.