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La cuarta fila de la Infanta Pilar
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La cuarta fila de la Infanta Pilar

A menudo, en convocatorias sociales, los que menos deben quejarse son los que casi siempre levantan la cresta. Los que exigen trato preferente sin derecho a

Foto: La cuarta fila de la Infanta Pilar
La cuarta fila de la Infanta Pilar

A menudo, en convocatorias sociales, los que menos deben quejarse son los que casi siempre levantan la cresta. Los que exigen trato preferente sin derecho a ello, piden mejor sitio en un convite promocional, entradas gratis para toda la familia y se llevan más de un obsequio al acabar un evento, no saben o desconocen que precisamente más es menos. O como dice el refrán dime de que presumes y te diré de qué careces. Hace unos años coincidí con el doctor Patarroyo, el descubridor de la vacuna de la malaria, dejar su lugar principal en un concierto a un personaje de esos que se creen alguien por viajar en avión privado, para evitar líos a los organizadores.

 

Hace poco, otra supuesta VIP montó en cólera porque en los premios Telva no la habían colocado cerca de la Infanta Cristina. Situaciones como estas se dan día sí y día también. El afán de notoriedad forma parte consustancial de algunas personas. Todo esto viene a cuento porque el otro día en el cumpleaños/homenaje a la poetisa y escritora Fina de Calderón se dieron circunstancias parecidas a las del investigador Patarroyo. La anfitriona recibía a sus muchos amigos en teatro Fernán Gómez de Madrid donde un día a la semana desde hace veinticinco años organiza ‘Los miércoles de la poesía’. Por esa sala han pasado los personajes más relevantes. Desde José Hierro, Claudio Rodríguez, Gloria Fuertes, Rosa Chacel y Carmen Conde, que eran fijos hasta José María Muñoz Quirós, Luz María Jiménez Faro, Antonio Colinas, Jaime Siles, Francisca Aguirre, Dulce Chacón o Manuel Francisco Reina, uno de los poetas jóvenes de mayor relevancia de los últimos tiempos.

La idea de organizar estas veladas líricas que unieran poesía, música e interpretación se le ocurrió a Fina imitando lo que se hacía en Francia. Se fue a ver al que era alcalde de Madrid en aquel momento. Tierno Galván le dijo que muy bien, que la apoyaba, pero que no iba a funcionar porque en España la poesía era un asunto menor. No sólo funcionó, sino que la reunión lleva un cuarto de siglo en activo. Retomando el tema, el día del homenaje, acudieron los fijos más amigos de toda la vida como Paco Valladares, José Javier Aleixandre, Asunción Balaguer, Mariola Calderón (hija), María Zurita, presidenta de AJE (Asociación Jóvenes Empresarios) que acaba de recibir el Master de Oro del Forum de Alta Dirección, Antonio Garrigues Walter, Nuria Espert, su hija Alicia Moreno, Carmen de la Maza, José Manuel de Prada, Concha Velasco, Leonor Machado, Nati Mistral, María Fernanda D´Ocon, Luis Antonio de Villena, José Luis Abellán, presidente del Ateneo de Madrid, Gonzalo Anes, director de la Real Academia de Historia y, por supuesto, Ruiz Gallardón como alcalde y casi como familia.

Todos estos invitados tenían su lugar asignado al igual que la Infanta Pilar. En su caso, en los primeros sitios. Resulta que una de las azafatas que desconocía la identidad de la hermana real la colocó en la punta de la cuarta fila. La dama en cuestión se sentó placidamente sin importarle la ubicación. Cuando alguien de la organización se dio cuenta intentó solventar la equivocación, pero la Infanta pidió que no la cambiaran porque ya había empezado la fiesta literaria y que no era cuestión de montar lío. Otros en su lugar hubieran montado la de Troya.

A menudo, en convocatorias sociales, los que menos deben quejarse son los que casi siempre levantan la cresta. Los que exigen trato preferente sin derecho a ello, piden mejor sitio en un convite promocional, entradas gratis para toda la familia y se llevan más de un obsequio al acabar un evento, no saben o desconocen que precisamente más es menos. O como dice el refrán dime de que presumes y te diré de qué careces. Hace unos años coincidí con el doctor Patarroyo, el descubridor de la vacuna de la malaria, dejar su lugar principal en un concierto a un personaje de esos que se creen alguien por viajar en avión privado, para evitar líos a los organizadores.