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A Marichalar le quieren partir la cara
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A Marichalar le quieren partir la cara

El mundo de la política en ocasiones no es un lugar cómodo, pero siempre hay gente dispuesta a meterse de cabeza en ella. Hace unos meses

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A Marichalar le quieren partir la cara

El mundo de la política en ocasiones no es un lugar cómodo, pero siempre hay gente dispuesta a meterse de cabeza en ella. Hace unos meses el deportista Álvaro de Marichalar comentaba en una entrevista concedida a Vanitatis los motivos por los que había decidido encaminar sus pasos por la vía democrática. Comentaba entonces que se había metido en política “siguiendo la senda de mi abuelo Luis”. Algo que, tras escuchar distintos discursos, le llevo a ingresar en las filas de Unión Progreso y Democracia, el partido liderado por Rosa Díez.

Nos contaba entonces que su aportación en el mundo de la política es “de denuncia”, así, dentro de las filas de UPyD, nos decía que su labor que era “convencer a personas honestas para que se afilien, mi función es echar una mano”. Proclamaba entonces la temporalidad de su situación afirmando que su posición era “momentánea”. Auguraba que no iba a estar "aquí dentro de cuatro o cinco años, yo no aspiro a conseguir un cargo público” (Ver entrevista). Lo que no esperaba el hermano de Jaime de Marichalar era toparse con lo que afirma que se encontró durante las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco.

Día 1 de marzo de 2009 en Bilbao. Cuenta Álvaro de Marichalar que estaba en el barrio de Getxo para apoyar a su partido en las elecciones vascas. Su colegio electoral era el Instituto Julio Caro Baroja del distrito bilbaíno, centro que abandonó a media mañana para acudir, religiosamente, “a la iglesia de San Nicolás, donde había misa de doce”.

Dice el aventurero que unos 50 metros antes de llegar a su destino “seis personas de estética borroka me increparon llamándome ‘español’ y gritando que me fuera a ‘mi país’”, así mismo, comenta que “también hicieron referencias al escudo de Navarra -tierra donde nací- que llevaba bordado en mi jersey, mientas gritaban ‘Navarra es Euskadi’”.

Marichalar comenta que “lejos de amedrentarme -en la mar aprendo a enfrentarme a los miedos- me dirigí a ellos dándoles los buenos días en castellano y euskera”. Pero, siempre tal y como lo cuenta el propio implicado, su actitud pacífica no sirvió de mucho, ya que siguieron "gritando e increpándome".

“No me quedó más remedio que detenerme y mirar a los ojos del individuo que parecía más fanático" mientras le miraba "les decía en voz alta pero tranquila, que se calmaran y dejaran de insultar”, relata el hermano del duque de Lugo. En ese momento se desarrolló, según Álvaro, una conversación sobre Euskadi, Navarra y la defensa de las ideas, tras la que él se marchó hacia la Iglesia.

Cuenta que mientras seguía su camino “volvían a reanudar el griterío” y “un perrito que estaba con el grupo me seguía tan contento a pesar de que los individuos le llamaban para que regresara”.  Así llegó a misa de doce en la iglesia de San Nicolás. A la salida, a tenor de sus declaraciones, la cosa se complicó un poco más ya que “el grupo era ya más numeroso” algo que achaca a que “ya se sabe que su valentía va siempre en función del número de individuos”. Al comenzar a andar de vuelta hacia el colegio electoral “volví a pasar cerca y volvieron a increparme”, afirma Marichalar.

En ese momento “volví a mirar al más loco, mientras le decía que por qué no se callaban”, pero comenta que “el individuo siguió gritando como un poseso, lo cual me obligó a pararme otra vez delante de ellos”. Aunque en esa segunda ocasión dice Álvaro que no estaba solo, porque “algunas de las personas que salían de misa también hicieron frente a los radicales y comenzaron a gritarles” mantiene que además “me animaban y arropaban diciéndome que estaban hartos de ‘esa gente’ y que hacía muy bien en plantarme ante ellos”.

Reconoce el aventurero que “esa reacción espontánea me emocionó tanto como el ofrecimiento de una de esas personas anónimas para llevarme en su coche de vuelta al colegio electoral”. Sin embargo, cuenta que rechazó la oferta y se fue caminando por lo que ha denominado “las calles de un Getxo empapado por el sirimiri imparable de la Democracia”. En el colegio electoral, ya sano y salvo, le esperaba la noticia de que UPyD había conseguido su primer diputado autonómico en la elecciones del País Vasco.

El mundo de la política en ocasiones no es un lugar cómodo, pero siempre hay gente dispuesta a meterse de cabeza en ella. Hace unos meses el deportista Álvaro de Marichalar comentaba en una entrevista concedida a Vanitatis los motivos por los que había decidido encaminar sus pasos por la vía democrática. Comentaba entonces que se había metido en política “siguiendo la senda de mi abuelo Luis”. Algo que, tras escuchar distintos discursos, le llevo a ingresar en las filas de Unión Progreso y Democracia, el partido liderado por Rosa Díez.