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Abelló vigila sus cuadros del Prado
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Abelló vigila sus cuadros del Prado

Leyenda o realidad cuentan que Juan Abelló duerme mal cuando tiene entre manos la compra de una obra de arte que le interesa. Como buen cazador,

Foto: Abelló vigila sus cuadros del Prado
Abelló vigila sus cuadros del Prado

Leyenda o realidad cuentan que Juan Abelló duerme mal cuando tiene entre manos la compra de una obra de arte que le interesa. Como buen cazador, sabe que tener paciencia, no perder los nervios y esperar a que la presa (en este caso, el cuadro) esté en el punto de mira, que es fundamental para conseguir el trofeo final. No hay muchos coleccionistas privados de su nivel, pero sí los suficientes como para competir y perder la titularidad del sueño artístico. Alicia y Esther Koplowitz, los hermanos Juan y Carlos March o Plácido Arango son algunos de los miembros del club de los ricos que en algún momento pueden hacerle sombra.

“Es un mundo muy competitivo y se lucha para que la pieza deseada no caiga en manos de otro”, explica Rafael Sierra, director de la revista Descubrir el Arte, que hace poco celebró el décimo aniversario con una entrega de premios donde no podían faltar algunos de estos coleccionistas privados de primera categoría como Plácido Arango. El empresario suele prestar sus cuadros -Greco, Goya, Picasso…- a los grandes museos y aseguraba esa noche que “hay quien nos considera que somos codiciosos al atesorar las obras de arte que llevas tiempo detrás de ellas, pero al final puede más el deseo de compartir y te vuelves desprendido porque quieres que mucha gente sea capaz de sentir lo mismo que tú al mirar ese cuadro”.

Abelló, por su parte, tampoco se resiste a los “préstamos”. Una de sus condiciones para que su obra privada se exponga en un museo es que no tenga que hacer largos desplazamientos, aunque se trate de viajes perfectamente orquestados y con unos seguros altísimos. “No hay seguro que pueda resarcir la parte emocional que supone perder un cuadro”, asegura Rafael Sierra. Por eso, Abelló no ha tenido inconveniente en ceder su Bacon. Es el único coleccionista en España que posee varias obras del pintor irlandés.

Una de ellas, un tríptico enorme (Ver fotografía) fue adquirido hace tres años por una cantidad que podría rondar los veinticinco millones de euros. Ahora cuelga de una de las paredes del Museo del Prado formando parte de la exposición de Francis Bacon, que será hasta mediados de abril. Abelló supervisó sus colocación y visita muy a menudo la pinacoteca para “observar” como se encuentra la pintura, que una vez finiquitada la muestra volverá a adornar el frontal de una de sus casas de campo.

Alicia Koplowitz también tenía el suyo, pero lo vendió porque su visión le producía cierta angustia. En cambio, Roman Abramovich decidió que era un buen regalo para su novia Dasha Zhukova y adquirió por ochenta y seis millones de euros un tríptico cuyos anteriores propietarios eran la familia Moueix, dueña del Château Pétrus, uno de los vinos más caros del mercado. A él, como a Abelló, en vez de intranquilidad les provoca alegría.

Leyenda o realidad cuentan que Juan Abelló duerme mal cuando tiene entre manos la compra de una obra de arte que le interesa. Como buen cazador, sabe que tener paciencia, no perder los nervios y esperar a que la presa (en este caso, el cuadro) esté en el punto de mira, que es fundamental para conseguir el trofeo final. No hay muchos coleccionistas privados de su nivel, pero sí los suficientes como para competir y perder la titularidad del sueño artístico. Alicia y Esther Koplowitz, los hermanos Juan y Carlos March o Plácido Arango son algunos de los miembros del club de los ricos que en algún momento pueden hacerle sombra.