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La duquesa comparte paella
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La duquesa comparte paella

Cayetana Alba ha decidido recuperar el tiempo perdido. La Semana Santa ha sido su prueba de fuego. No ha salido todo lo que ha querido, pero

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La duquesa comparte paella

Cayetana Alba ha decidido recuperar el tiempo perdido. La Semana Santa ha sido su prueba de fuego. No ha salido todo lo que ha querido, pero sí lo suficiente como para saber que está en forma y que puede retomar su vida activa de hace un par de años, cuando no paraba en casa. Si le entraba el cosquilleo viajero, lo mismo se marchaba a la India y se recorría la ruta de los marajás a lomos de un elefante con su nuera María Eugenia Fernández de Castro que se convertía en “mochilera de lujo” en el Ampurdán donde vive Jacobo, el hijo intelectual.

Incluso en sus peores momentos físicos, cuando casi no podía caminar y en contra de la opinión médica, se fue con su novio Alfonso Díez a Italia. Es muy posible que el próximo destino de ambos sea París. Es una cuenta pendiente que tiene la pareja. Igual que dejarse ver en La Maestranza. Aunque no lo hizo porque toreaba Morante, que ha cuestionado la Medalla de Francisco Rivera y Cayetana es muy fiel a los suyos.

Ahora que ya se encuentra bien, ha vuelto a la actividad social compartiendo con sus amigos ocio y entretenimiento. Acudió al pregón taurino de Carlos Herrera acompañada de sus íntimos, Curro Romero y Carmen Tello. Otro día se colocó ella sola la mantilla y esperó de pie y a la puerta de su casa la llegada del Cristo de los Gitanos y el domingo se fue a comer con Anamari Abascal a Puerta Grande, el restaurante de su amigo Antonio Donaire.

La duquesa tenía ganas de arroz y en este local lo cocinan de primera. Todos los clientes la saludaron con cariño y ella tuvo un gesto solidario con otros comensales. Resulta que dada la afluencia de público por ser festivo se retrasaban las comandas y Cayetana no tuvo mejor ocurrencia que compartir con los vecinos las tapitas y el arroz mientras les llegaban sus platos. Como siempre haciendo amigos.  

Cayetana Alba ha decidido recuperar el tiempo perdido. La Semana Santa ha sido su prueba de fuego. No ha salido todo lo que ha querido, pero sí lo suficiente como para saber que está en forma y que puede retomar su vida activa de hace un par de años, cuando no paraba en casa. Si le entraba el cosquilleo viajero, lo mismo se marchaba a la India y se recorría la ruta de los marajás a lomos de un elefante con su nuera María Eugenia Fernández de Castro que se convertía en “mochilera de lujo” en el Ampurdán donde vive Jacobo, el hijo intelectual.